La frase del enunciado como no podía ser de otro modo es obra del maestro Facundo Cabral, un axioma que, analizado nos pone a temblar a todos y, los aficionados a los toros no podíamos dejar de ser una excepción, a las pruebas me remito. Y encaja muy bien dentro del mundo de los toros la máxima citada, sencillamente porque, los toreros, por regla general son personas muy creyentes, algo que celebro con inusitado gozo.

Comenzábamos el año y todo lo teníamos preparado; cosa muy lógica por otro lado. Incluso se llegaron a celebrar las ferias de Olivenza e Ilescas pero, como decía, Madrid ya tenía sus carteles de inauguración de temporada, Valencia, Castellón, Sevilla…..eran muchas las ferias que tenían todo programado que, en realidad, era lo lógico y normal pero, como decía, nadie contaba aquello de si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes. Se lo contamos, como habíamos hecho siempre pero, ya vimos, Dios empezó a reírse no por hacernos daño, más bien, sonriendo al ver lo pobres que somos puesto que, en todos los aspectos de la vida nos creemos inmortales y, en realidad, ¿qué somos? Apenas unas briznas de paja que, ante el menor viento salimos volando para desaparecer entre la nada.

¿Servirá de lección todo lo que hemos penado y, lo que nos queda? Digamos que, ante todo lo sufrido, entiendo que de forma lógica, todos y en cualquier ámbito de la sociedad debemos ser muy precavidos; no todo vale, por supuesto y pruebas las tenemos por doquier. El castillo de naipes que habíamos construido se nos vino abajo, entre otras cosas, porque era lógico y normal que se nos cayera puesto que, en realidad, ¿qué cimientos teníamos para sostener el mundo de los toros? Como se demostró, no teníamos cimientos, ni planes, ni previsiones al respecto ya que, la realidad nos ha demostrado lo vulnerables que somos y mucho más en este año aciago por excelencia.

Para colmo y mayor escarnio, los grandes empresarios, una vez que habíamos vuelto a la “normalidad” se vinieron todos abajo y si te he visto no me acuerdo. Como es notorio, la temporada ha seguido bajo los parámetros establecidos por empresarios humildes que, con alma de aficionados han montado muchas corridas de toros que, dicho en cristiano, todos creíamos imposibles de organizar; pero, a Dios gracias, todavía quedan hombres con alma de héroes que, por afición han sido capaces de jugarse el poco dinero que tenían que, como se sabe, muchos hasta lo han perdido en el empeño.

Cuando ya creímos que esa “normalidad” extraña de la que hablábamos nos dejaría convivir para seguir organizándose festejos taurinos, llegó la anormalidad política para frenar muchos festejos que se habían programado y que, para mayor inri, tenían los permisos correspondientes; es decir, otra vez le contamos a Dios nuestros planes y, en esta ocasión se echó a llorar porque dichas suspensiones no eran lógicas, más bien eran atentados contra la fiesta de los toros que, a muchos indeseables les corroe que exista.

A fuerza de ser sinceros, debemos de entender que estamos haciendo el triple salto mortal sin red cuando hablamos de la fiesta de los toros. Faltaba, como dije, la cruel pandemia que, en honor a la verdad, a los que quieren destruirlo todo les ha venido como anillo al dedo, llámense políticos de izquierdas que, en casi su totalidad son indeseables con un solo afán, recoger votos para seguir mintiendo y, al paso, enriqueciéndose con sus chapuzas, amén de tener un sueldo que veinte obreros al mes no lo soñarían ni de coña. Así es el mundo de la política, terrible, bastardo, asqueroso, repugnante y, para mayor desdicha, la democracia sigue siendo el menor de los males. Siendo así, ¿qué sería un mal mayor? El que sepa que me responda.