Es reconfortante que, la dinastía de los Silveti siga viva en su cuarta generación si de Diego Silveti hablamos. Esta saga es el lujo que ostenta México, un país prolífico en toreros puesto que, a lo largo de la historia, los ha habido tan renombrados que, incluso compitieron con los españoles, que se lo “pregunten” a Rodolfo Gaona, Armillita, o el propio Juan Silveti, abuelo del que ahora es todo un referente en tierras aztecas, sin olvidarnos de Eloy Cavazos, Manolo Martínez, Curro Rivera, El Zotoluco, e incluso el padre y el tío del nombrado Diego Silveti, hicieron sus bellas incursiones en nuestro país.

Este Diego Silveti vino al mundo con una pesada carga sobre sus hombros que no era otra que su propia estirpe. Superar a cualquier miembro de la dinastía familiar era y sigue siendo una cruz de hierro, sin ir más lejos, el propio padre de Diego Silveti, el llamado “Rey David” dejó una estela imborrable en los ruedos hasta que el destino se lo impidió pero, respecto a su vástago, ese apellido le pesa como una losa de mármol, algo que él ha sabido alivianar con su propio arte y personalidad.

No obstante, Diego Silveti, fiel a su arraigo familiar quiso ser torero para honrar a su dinastía puesto que, desde que se doctoró en Gijón, España, de manos de José Tomás y con Talavante de testigo, sus triunfos han sido todo un clamor.

Como queda escrito, Silveti ha triunfado en las más importantes plazas de México, incluida La México en la que, como es sabido, en una de sus actuaciones cortó un rabo dejando una estela imborrable en el Embudo de Insurgentes. No es torero de grandes cifras y, seguramente, está en el camino acertado puesto que, como es notorio, en su persona, priva más la calidad que la cantidad, un valor muy resaltable para dicho diestro.

Como digo, muchos han sido sus éxitos en sus más de diez años como diestro de alternativa. Lo raro, para este Silveti que nombramos, era que no saliera en hombros cualquier tarde, hasta el punto de que, el pasado sábado, en León, por tierras guanajuatenses, Silveti se encerró por vez primera con seis toros de distintas ganaderías para lograr otro éxito de clamor. El video que hemos visto da la medida de lo que el joven Silveti fue capaz de lograr con sus trebejos toreros pero, no es menos cierto que, su gran triunfo vino antes de comenzar el festejo puesto que, como se pudo comprobar, llenó la plaza por completo. Resaltemos el hecho puesto que, tanto en México como España, llenar una plaza de toros sigue siendo un milagro y, Silveti lo consiguió.

Pudimos ver en la filmación antes dicha que, Diego Silveti se acerca cada día un poco más a la personalidad de su irrepetible padre, David Silveti, el que fuera conocido como “El Rey David”. Ese valor, aunque él no lo pretenda, está adornando su presencia en los ruedos puesto que, como antes dije, si ser torero es tremendamente complicado, en su caso, el agravante era todavía mayor por la familia de la que procedía. Y pongo como ejemplo a un chaval español, El Capea, hijo del que fuera una figura importantísima en España y México, el conocido como El Niño de la Capea, su hijo no ha brillado para nada en su profesión. Digo todo esto para que entendamos que, venir de una familia de arraigo taurino, y en el caso de Silveti arrastrando la cuarta generación de toreros, su reto no podía ser mayor. ¡Y lo logró!