No hay nada más gratificante en este mundo que contar los éxitos ajenos que, por raro que parezca es lo que nos alimenta el alma. Ocurrió hace pocas fechas en Moralzarzal en que, celebrándose en dicha plaza la final de la liga nacional de novilladas organizadas por las FTL, tanta dicha nos aportó.

Sin duda, la Fundación Toro de Lidia ha tenido un papel decisivo en la presente temporada en todos los órdenes como es sabido por todos pero, lo de la Liga Nacional de Novilladas, al igual que la Copa Chenel, han sido un éxito sin precedentes.

Decía yo que el arte no tiene fronteras y, para colmo, es una verdad que aplasta. Y no las tiene porque un artista, en el toreo y en cualquier actividad de la vida, puede nacer en cualquier lugar del mundo. Recordemos, como ejemplo, que Iván Fandiño nació en el lugar menos taurino del mundo y, como el diestro demostró, logró el cetro del toreo durante dos años y se marchó al otro mundo con ese aire de grandeza que siempre le caracterizó.

Que el ganador de la Liga Nacional de Novilladas haya sido un mexicano es algo que nos enorgullece a todos, algo que viene a demostrar que el arte no sabe de fronteras, ni de pueblos, ni de ningún lugar por más recóndito que éste sea. Aquello de competir junto a más de treinta compañeros, todos ellos de inenarrable valía y, para colmo, erigirse el triunfador, dice todo de Isaac Fonseca, al que el toro nunca le preguntó de dónde era porque el diestro demostró que quiere ser torero por encima de todo.

Al respecto de este diestro, a primeros de año, cuando empezó dicha liga novilleril, tras una de sus primeras actuaciones, tomando café una tarde con el maestro Gregorio Tébar El Inclusero, éste me apunto sobre las condiciones toreras del diestro mexicano y, a partir de aquel momento centré mi atención con el paisano de Silveti, estuve muy atento ante todo lo que el diestro era capaz de hacer y, al final, ahí tenemos el resultado, triunfador absoluto entre tantísimos buenos novilleros que compitieron junto a él. Al echar la vista atrás, muy pronto entiendo las palabras de admiración del maestro El Inclusero para dicho diestro que, en honor a la verdad, se está forjando a la antigua usanza, como lo hiciera el maestro de Alicante, de ahí la admiración que siente por el chico mexicano.

Isaac Fonseca es puro arrebato frente al toro; para él no existe toro malo porque a todos los que ha lidiado les ha entregado lo mejor de su ser, su disposición sin medida, su desprecio a la muerte, sus agallas como matador, su entereza como hombre cabal sabedor de que a la cima solo se puede llegar del modo que él lo hace. Medias tintas las tenemos por doquier; el quiero y no puedo son una constante entre muchos toreros, por tanto había que romper esa barrera, la que Fonseca ha roto por completo para erigirse en un torero completísimo que, a no dudar se le augura un futuro muy prometedor.

Sin duda alguna, como miles de veces dije, ser torero es la profesión más difícil del mundo porque requiere de miles de sacrificios que no todo el mundo está capacitado para llevar a cabo. Aquello de dejar tu tierra natal, tus gentes, tus amigos, tus familiares todo para recalar en España al “sea lo que Dios quiera” ese tiene un mérito importantísimo, lo que Isaac Fonseca ha logrado con una altura de miras inenarrable, con una disposición a flor de piel, con una humildad exacerbada, todo con la finalidad de ser torero y, a fe que lo ha logrado.

Queda mucho por hacer y él lo sabe, pero visto todo lo que ha conseguido, imaginamos que, de seguir por ese sendero que ha emprendido, al final tiene que tener su premio, su recompensa más grande que no puede ser otra que tomar la alternativa para convertirse en la admiración de mexicanos y españoles, yo diría que de todo el orbe taurino puesto que, insisto, el arte no tiene fronteras y menos si está en manos de hombres como Isaac Fonseca al que deseamos los mayores éxitos del mundo.