A tenor de todos los resultados que venimos observando en cuanto a las corridas de toros celebradas el pasado fin de semana, mira tú por donde hemos tenido que pararnos en Valencia en un festejo atípico, es decir, en una corrida de recortadores en la que, como siempre sucede, la verdad brilla con más intensidad que el propio astro Rey en el firmamento.

Entre otros festejos, un testigo presencial de la corrida encomiada en Cehegin nos ha informado al respecto y, en honor a la verdad, sobran todas las explicaciones cuando se trataba de una reata de Juan Pedro en la que, hasta los mismísimos informadores al uso hablaron de la borreguez sin casta alguna de los animalitos citados –una corrida que no hubiera pasado como novillada en Madrid- en que, pese a todo, le dieron una oreja en cada toro a Manzanares, mientras Morante se esforzaba al máximo por sacar agua de aquel pozo seco que él ya presagiaba o, lo que es peor, lo sabía; todo un maquillaje al uso como nos contaba nuestro compañero el que, a su vez, nos relató la santidad del último animalito en el que Roca Rey estuvo “cumbre,” si así se le puede llamar a una faena ante un toro muertecito de salida y con la bondad como única virtud.

Analiza uno estas corridas de las figuras y, como siempre dije, se pueden hacer las crónicas antes del festejo porque, ante semejantes esperpentos de toros, no hace falta ser docto en materia para vaticinar la desdicha al más alto nivel; y digo desgracia cuando sabemos a ciencia cierta que no habrá el menor atisbo de peligro, por tanto, la más mínima emoción.

Y digo todo esto para que valoremos de una santa vez a los hombres que se juegan la vida de verdad, frente a toros auténticos, caso de los recortadores que, todos, sin distinción, son motivo de admiración por parte de los aficionados, la prueba de lo que digo es que en la matinal del domingo llenaron por completo el coso de la calle de Játiva en Valencia. Y por si todo lo que digo no fuera poco, estos hombres admirados se juegan la vida por poco más que un bocadillo.

Así de injusta es la fiesta en todos los órdenes en que, como parte de la misma tenemos a estos hombres abnegados que, por afición se juegan su piel, hasta el punto de que como le ocurriera a Raúl Moreta, se llevara tres cornadas en Valencia, todo ello porque “lidió” a pecho descubierto un toro en puntas. ¡Y se quejan los Morante y compañía, cuando un hombre ha regado con su sangre el albero de Valencia por las astronómica cantidad de poco más de doscientos cincuenta euros?

Para colmo de nuestras desdichas, hasta falló la corrida de Victorino Martín en Valencia que, paradojas del destino, esgrimió falta de fuerzas que, dicho defecto, en los toros del ganadero de Galapagar es algo inexplicable. Que devolvieran un toro de Victorino por falta de fuerzas, su fracaso no pudo ser mayor. No se pareció en nada esta corrida con la que lidió el pasado fin de año Victorino en Cali puesto que, mientras aquella nos dejó un gratísimo recuerdo, en esta ocasión en Valencia todo quedó en una declaración de buenas intenciones pero sin los logros que siempre anhelamos.

Daniel Luque se jugó la vida ante dos toros inciertos. Antonio Ferrera no dijo nada, salvo ese esperpento del capote de color azul, mientras que Román, ataviado de buenas intenciones no fue capaz de lograr el éxito ante un segundo ejemplar que, si bien estuvo afortunado con el capote, muleta en mano fracasó con estrépito porque el toro le pedía lo que el diestro no era capaz de ofrecer. Para que su desdicha fuera mayor, se eternizó con la espada en la que en todas las entradas que hizo no le vimos el menor atisbo de fe en su quehacer.

Como vemos, todas las pruebas nos acercan mucho más a las corridas de recortadores en las que, siempre, desde la primera hasta la última, el éxito está más que garantizado porque siempre veremos a un hombre jugarse la vida de verdad y, como en el caso del recortador antes citado, llevarse un puñado de cornadas en un sola cogida.

En las imágenes vemos a Raúl Moreta, el recortador que se jugó la vida en Valencia el pasado domingo y el que regó con su sangre dicho ruedo.