Ya, con más de media temporada vencida venimos observando a Alejandro Talavante y, desde muy lejos se comprueba que este hombre tiene un problema. Algunos aducen que no tiene suerte en los sorteos pero, eso es muy relativo porque antes de marcharse nadie reparaba en aquello de los sorteos; es decir, Talavante le hacía faena hasta una farola si hiciera falta, caso del Juli en la actualidad. Pero su estrella se ha apagado.

Lo explico. Talavante ha vuelto en plan figura del toreo que era el cetro que ostentaba cuando se retiró pero, nada es igual. Sin duda, el primero que ha cambiado ha sido él. Regresar para llevarse un dinero “fácil” puede ser una de las causas pero, este hombre, rico perdido, ¿qué necesidad tiene de enfrentarse de nuevo a los toros cuando no necesita de nada? Lo que sí es una auténtica realidad es que Talavante no cala en los graderíos y eso lo hemos observado en muchas de las corridas en que le hemos visto actuar; él quiere ser el mismo, pero los ojos que le miran no son lo complacientes que eran cuando se retiró.

Tengo la sensación de que este hombre perdió su aureola de figura y los aficionados no lo ven como antes de marcharse que, como sabemos, era un torero arrebatador. Apenas ha tenido algún que otro triunfo sin  importancia y, aunque sus actuaciones son dignas, de su persona se espera mucho más; justamente se espera lo que él no es capaz de dar. Nos ilusionó a todos en la feria de San Isidro cuando se apuntó a cuatro actuaciones; nos parecía todo un reto, una épica al más alto nivel y, salió de dicha feria con una triste oreja que, si la misma tuviera que valer para ser contratado, no hubiera toreado ni un solo festejo más.

Tengo claro que Talavante se llevará un dinero importante pero, su gran fracaso no es otro que su falta de conexión con las gentes que acuden a los recintos taurinos. Está en su derecho de volver como lo ha hecho pero, ¿quién le llamó? Yo no he visto pancartas en ningún lado pidiendo que regresara; nadie abogó por la vuelta de este diestro que, en sus años de esplendor dejó una estela hermosa y, en su regreso, está opacando todo lo que ha sido su paso por los ruedos, tan apoteósico como admirable.

Y, lo peor de la cuestión es, como dije millones de veces, que cada uno de los toreros que regresa –y al año que viene amenaza Castella con volver- es un motivo más que evidente para quitar puestos a muchos de sus compañeros, especialmente a los jóvenes matadores que aspiran una oportunidad. Si Talavante torea cuarenta tardes, por poner una cifra, esas mismas repartidas entre otros chavales válidos hubiera sido para ellos un motivo de ilusión, una bocanada de aire fresco pero….siempre es lo mismo. El pez grande se come al chico.

Y pensar que en los años sesenta, setenta, ochenta……muchos matadores de toros, figuras al fin y al cabo, estaba en el escalafón apenas un decenio porque, primero se habían hecho ricos y, acto seguido, porque les apetecía descansar, tener una vida placentera para disfrutar de todo lo que habían ganado en los ruedos; ahora todo ha cambiado, nadie tiene bastante o quizás es que  ganan mucho menos de lo que imaginamos pero, la gran realidad es que todos están más de veinte años y nadie quiere retirarse. Y no cantemos victoria porque, para el año que viene puede haber una reaparición que podrá desolar a muchos chicos ilusionados que, sin él en los carteles encuentran alguna que otra esperanza de verse incluidos en los mismos.