Días pasados tuvimos la fortuna de contemplar un reportaje hermoso que nos ofreció Canal Sur que, en honor a la verdad nos cautivó, por dicha razón queremos contarle a nuestros lectores aquel hecho tan relevante como insólito. La cuestión giraba en torno a un tentadero en la arena, pero en la arena de la playa de Tarifa, un espectáculo tan singular como único en su género, algo que ideó Canal Sur y que como nos han contado, ha supuesto un éxito grande para dicha cadena.
Nos emocionó el reportaje aludido porque, ante todo, ver como se desencajonaba una vaca en la arena de la playa nos parecía algo muy curioso porque como es natural y lógico, siempre existe el peligro de que el animal eche a correr y vaya por donde no debiera. Cierto es que, allí estaban varios caballistas velando para que todo resultara de maravilla, ante todo, para evitar cualquier posible peligro a que la vaca pudiera emprender el camino inadecuado. No pasó nada especial, pero sí nos deleitamos con sus embestidas que, junto a la orilla de mar, Manuel Escribano gozó toreando a placer a dicha vaca.
Hasta el propio Escribano estaba emocionado porque nunca había hecho tentadero alguno en semejantes condiciones pero, en honor a la verdad, aquello tuvo mucho encanto. Ver al torero con su torso desnudo, la vaca embistiendo sobre la arena mientras las olas acariciaban las extremidades, tanto del torero como del animal; por un momento, Escribano, hasta se adentró un poco más de la debido en el agua mientras que la vaca le seguía con unas embestidas muy francas, las que disfrutó por completo el diestro de Gerena que, por momentos, hasta contempló como una de las olas cubría por completo al animal y, no quiero imaginarme lo que pesaría la muleta; varias arrobas, por Dios.
Por encima de todo, singularidad del evento al margen, lo que subyace es que vimos torear a Manolo Escribano como los ángeles, toda una proeza para ser cantada, primero por el arte derramado por el torero y, acto seguido por la forma y manera en que lo interpretó, en la playa de Tarifa, sí señor.
Tengo clarísimo que, espectáculos como el citado, sin duda alguna, concitan la atención de los televidentes, en este caso para los andaluces que para ellos se hizo el reportaje aludido. Se trataba de una novedad, algo nuevo que, para colmo, resultó especialmente bello para todos pero, incluso mucho más para los aficionados a los toros que, como pueda ser mi caso, quedamos prendidos de la emoción que pudimos sentir. Enrique Romero fue el responsable directo de que todo saliera como lo tenían pensado, hicieron bien las cosas y, cuando se trabaja con rigor y seriedad, todo sale a pedir de boca. Enhorabuena para el compañero que, sagaz como pocos, es capaz de innovar semana tras semana en su programa, Toros para Todos.