La noticia, es este comienzo de la temporada no es otra que Morante de la Puebla se ha apuntado para matar la camada entera de Juan Pedro, sobran los apellidos. Ya ha lidiado algunas pero, insisto, le queda la reata entera que pasará por sus manos, en este caso por su espada. ¿Esa ello un buena noticia? Sin duda, la más pésima de las noticias con la que podríamos encontrarnos. Ahora comprendemos la machada de Morante cuando ha decidido sumar más de cien festejos, lo que algunos impresentables definen como que se ha echado la temporada encima de los hombros para asumir toda la responsabilidad del mundo. ¿Se puede ser más cretino, tanto el diestro como todos los que le aplauden?
Pero así funciona la fiesta, tanto por parte de sus lidiadores como la de sus adláteres en el periodismo que, a diario, aplauden la decisión de este hombre que, sabiendo que la gran mayoría son tontos del capirote es por ello que no tiene rubor alguno en cometer semejantes baladronadas. Comprendo a muchos ignorantes que puedan asistir a una plaza de toros, -en Sevilla el noventa por ciento- y se dejen engañar por el de La Puebla pero, que todo el mundo de la información, salvo rarísimas excepciones, todos le aplaudan eso viene a demostrar que la fiesta está herida de muerte y, lo que es peor, nadie hará nada por salvarla.
Lo he explicado miles de veces, los toros de Juan Pedro, en apariencia lo son; tienen cuatro patas, dos orejas y un rabo. O sea que morfológicamente nadie podrá negar que sean toros, al menos lo parecen. Claro que, una cosa son las apariencias y otra muy distinta lo que entendemos por un toro bravo. Ya se lo decía Pepe Luis Vázquez, allá por los años cuarenta a Manolete cuando le apuntaba que tenían que llegar a los tendidos porque de lo contrario, no convencerían a nadie. Fijémonos que, un maestro como Pepe Luis Vázquez, sabedor de que su toreo tenía que calar en los tendidos porque de lo contrario estaban parodiando la fiesta, es por ello que se apuntó en repetidas ocasiones para matar los Miura y demás encastes durísimos de la época.
Pues esa es la cuestión que, en la actualidad, y mucho más con los animalitos de Juan Pedro, no llega al tendido ni Dios, en este caso, Morante, el más artista de los toreros sin duda alguna. Y no lo digo yo, lo dicen el juego que están dando en los últimos años dichos becerrotes que, en muchas ocasiones no tienen ni trapío de toros, en Sevilla se demostró lo que digo el domingo de Resurrección. ¿De este modo queremos resucitar la fiesta? Seamos serios, pongámonos la mano en el corazón y, sin acritud, entendamos la gran verdad que expongo. Por cierto, que yo no tengo nada contra Juan Pedro, Dios me libre; pero si tengo mucho contra esos animalitos que suele lidiar que, sin casta, sin alma, sin trapío y sin nada que se le parezca a un toro bravo, está echando la fiesta por los suelos.
Si hablamos de toros auténticos, se acuerda uno del toro de Pallarés, el que hirió a Emilio de Justo el domingo de Ramos en Madrid y, hecha la comparativa con los de Juan Pedro, cualquiera se echa a llorar por el desconsuelo sufrido. Aquel toro aludido lo era en todos los sentidos y, para colmo, hasta era portador de una inmensa bravura, que duró veinte muletazos, pero tampoco hicieron falta más para que De Justo le cortara una oreja de ley, amén de ser herido en la cruel voltereta que sufrió. ¿Y saben el motivo? Está clarísimo, un toro bravo, aunque embista como lo hiciera el referido, sabe lo que se deja atrás y como objetivo, éste no es otro que coger al torero, por otra parte, la obligación de todo toro encastado y gallardo.
Quedó claro que, la diferencia entre un burro con cuernos y un toro bravo no es otra cosa que el juego que desarrolla en su lidia. Como vimos, esas embestidas mortecinas de los Juan Pedritos en Sevilla dejaron mucho que desear porque, entre otras muchas cosas, no quisieron ni pelear; ni siquiera el menor atisbo para coger a los toreros; eran, por tanto, bueyes de carreta que como dije en su momento deberían de haber ido directamente al matadero. En esa misma tarde sevillana salió un sobrero de Virgen María que, de bravo tenía poco, pero si era muy fiero y pudimos palpar las sensaciones de cuando un toro quiere coger al torero y, en dicha lidia nadie se aburrió, ni Morante siquiera que fue su lidiador.
Lo dicho, es realmente penoso, abominable que Morante se haya apuntado a toda la camada de Juan Pedro porque, está muy bien que el ganadero haga el ridículo pero, que Morante sea su cómplice para tal menester, hay que ser torpes con ganas y, lo que es peor, querer robarles la cartera a miles de ignorantes que no saben diferenciar un toro de un borrego. Claro que, esos mismos burros con cuernos no te hieren pero, como Morante sabe, una mala voltereta como la que él sufrió en La Línea de la Concepción puede hacerte mucho daño, la prueba es que ha suspendido los festejos que tenía firmados hasta el próximo viernes en Sevilla. Por dicha razón, si un torero cae herido, en el mejor de los casos, que te hiera un toro porque si lo hace un burro con cuernos, aunque el dolor de la herida es el mismo, ante los ojos del aficionado, ese dolor queda parodiado.
Como vemos en la foto, el animalito apenas tiene cuernos pero, como se trata de un animal, lógicamente, con su fuerza puede levantarte los pies del suelo y, por ende, llegar la voltereta que es lo que le pasó a Morante, al que le deseamos se reponga muy pronto pronto porque le esperan, de nuevo, los burros de Juan Pedro en Sevilla.