En la actualidad, tal y como estamos sufriendo un gobierno desalmado que, como único objetivo no es otro que la destrucción de España y, por ende la fiesta de los toros, dudo que exista un solo torero afín a estas ideas partidarias, absurdas, retrógradas e ineptas que, como digo, persiguen la destrucción del país para que, en breve, seamos una sucursal de Venezuela donde se nos entregue un bocadillo diario, no tengamos propiedad alguna y, sin duda, que no se nos ocurra pensar. Es decir, se pretende un país de vagos, maleantes, okupas, gandules y analfabetos, pero todos afines a la causa bolivariana que, como vemos, ha llegado hasta España.

Si todo está mal en España, de la fiesta de los toros ni hablemos, de ahí mis dudas sobre si algún hombre de los que se juega la vida ponga sus ilusiones en manos de estos descerebrados que, por el camino de la delincuencia y la falta de respeto a la propia Constitución de España, nos llevan hasta el precipicio.

Es curioso que, hace apenas tres decenios, mandando la izquierda en España, hasta se podía ser de izquierdas y se tenía el respecto de todo el mundo, algo que logró con acertado criterio nada más y nada menos que Felipe González puesto que, durante su mandato, además de ser orgullosamente de izquierdas, los toreros tenían el respeto que les correspondía.

Pero, amigo, la izquierda se ha ido radicalizando hasta el punto que, estás conmigo o contra mí. A las pruebas me remito e, insisto, los toreros corren un serio peligro de quedarse sin trabajo porque así lo decide un nefasto gobierno bolivariano, nada que ver con la honrada izquierda de la época en que cito que, personas de la relevancia de José Luis Corcuera, entre otros muchos, defendían la fiesta de los toros como en verdad era, una manifestación cultural de tremendo raigambre en nuestro país por aquello de la tradición de cientos de años en que se venía celebrando dicha fiesta para bien de todo el colectivo de aficionados y, sin duda, para los que no lo eran.

La izquierda y el radicalismo son expertos en destruir y, sin ir más lejos, ahí tenemos el caso de Cataluña en la que, por ejemplo, gracias a Barcelona se ganaba la vida honradamente Serafín Marín y, los radicales, junto a la maldita izquierda que ahora señera, dejaron sin pan al diestro catalán porque, repito, el citado torero sustentaba su carrera gracias a Barcelona, por otra parte, algo muy lógico y cabal.

Por aquella maldita decisión arbitraria y criminal como fue decidir clausurar la fiesta de los toros en Cataluña, Marín se quedó sin trabajo que, dentro de los males, que un hombre perdiera su puesto de trabajo sería lo menor; el problema es que conforme se desarrollan los hechos, dentro de muy poco tiempo, no hablaremos de Serafín Marín como el gran damnificado, mentaremos a todo el toreo que, sin festejos y sin la posibilidad de ganarse el pan, todo el mundo morirá de hambre. Fijémonos cómo será la cosa que, hasta la pandemia me parece una broma comparado con lo que se nos avecina por culpa de los políticos.

Insisto que, en la actualidad, ser torero y de izquierdas no es otra cosa que opositar al hambre y la miseria, por ello entiendo que, los toreros que han ganado una fortuna dudo que nadie vote a estos desalmados que, entre otras cosas denigran la propiedad privada, se entiende las de los demás, porque ellos sin son acreedores a palacios y prebendas. Y los que no la han ganado y pretender arreglar sus vidas mediante el ejercicio de su profesión, conforme está planteado el mundo del toro con este nefasto gobierno, con toda seguridad que nadie les dará el voto; nadie que sea medianamente consciente y tenga la suficiente lucidez para discernir entre el hambre y la miseria con la grandeza que siempre llevó implícita la fiesta de los toros.

El único torero que yo recuerde que se confesaba de “izquierdas” era Luís Miguel Dominguín, curiosamente, amigo personal de Franco, aquel hombre que nos sacó de la miseria y el que hizo una España próspera y admirable ante todo el mundo. Luís Miguel mantenía una relación especial, pese a ser de izquierdas con Francisco Franco, hasta el punto de que éste le invitaba a muchas de sus monterías. En cierta ocasión, Franco, “avisado” por sus ministros que le hicieron creer que Luís Miguel era de izquierdas, algo que no lo creía nadie pero que, a su vez, tenía un hermano muy cafre que se llamaba Domingo, -que no trabajaba por hacer honor a du nombre-  el que vivía a cuerpo de rey con el bolsillo de su hermano y, a su vez, como buen disidente, se confesaba de izquierdas.

Franco quería aclarar aquella situación que le tenía intranquilo porque, según sus ministros, “dormía” con su enemigo. Llegó un buen día en que el general le dijo a Luís Miguel:

-“Miguel, me han contado que tiene usted un hermano comunista. ¿Cómo puede explicarme dicho asunto?”

Y Luís Miguel Dominguín, con aquella sorna que tenía puesto que era más listo que el hambre le respondió a Franco:

No, excelencia, no se trata de uno solo, somos comunistas los tres hermanos.

Luís Miguel se quedó más ancho que largo, Franco sonrió y ahí quedó la cosa. O sea que, hasta Franco entendía que se podía ser comunista. Ver para creer. Igualito que ahora que, si los que dirigen España se enteran de que uno ha votado a VOX, que no le pase nada. Y hablan de la dictadura de Franco. En realidad, en cuestiones de dictadura en la época franquista comparada con la actual, las pruebas nos atestiguan que Franco era un gracioso. Si la dictadura era tan fuerte como nos decían, Franco debería de haber metido en la cárcel a Luís Miguel Dominguín, e incluso a sus hermanos. Pero no, sonrió el Caudillo junto a Luís Miguel y quedaron emplazados para la siguiente montería. Así nos lo ha contado la historia y de tal modo lo relatamos.

En la foto, la mano izquierda de Diego Urdiales, esa zurda prodigiosa que, de forma natural enriquece a los toreros, todo lo contrario de la izquierda en política que, se llenan los bolsillos no con una mano, sino con las dos, robando, como es natural y lógico. Ahí está, entre otros, los Ertes de Andalucía.