Según nos contaban los medios de comunicación, al parecer, La Junta de Andalucía estudia la posibilidad de sancionar al futbolista bético Joaquín Sánchez y a Antonio Ferrera porque éste obligó al deportista a saltar al ruedo para brindarle un toro. Sin duda, ambos infringieron el reglamento pero, ¿tan grave es el asunto como para sancionar a tan carismático futbolista y mejor aficionado a la fiesta de los toros? Si acaso, habría que sancionar a Antonio Ferrera que, en su histrionismo no sabe dirimir lo que está bien y lo que está mal.

El citado Joaquín, el día anterior fue agasajado con un brindis por parte del torero Diego Urdiales y, como se comprobó, el diestro de Arnedo no obligó al futbolista para que cometiera la torpeza de saltar al ruedo, sencillamente porque Urdiales conoce el reglamento y no hace el tonto por ninguna esquina. Está clarísimo que lo de Antonio Ferrera es otro mundo desde el ángulo que lo queramos ver; la lógica no tiene cabida en este hombre que, arrebatado por las musas –yo diría que para mal- comete torpezas de alto nivel.

Fijémonos que, Ferrera podría ser un torero admirado porque se juega la vida frente a todos auténticos pero, lo estropea todo al quitarle la importancia que en realidad tiene su labor porque en vez de torear monta un numerito en todos los órdenes que no le favorece en lo más mínimo; digamos que, se cree que está por encima del bien y del mal y lo único que logra es granjearse enemigos, en este caso, más que enemigos, detractores. Esa forma de retorcerse cuando torea es más propia de un torero cómico que de un diestro cabal y auténtico. Aquello de quitarle importancia a lo que hace lo único que consigue es ridiculizarse a sí mismo y, como dice todo el mundo cabal del periodismo, mal asunto el de este hombre que podría ser ahora mismo el más admirado de los toreros porque, insisto, mata toros auténticos pero, en esa forma burlona con la que interpreta su toreo no tiene calado alguno. Es triste que Antonio Ferrera quiera parecerse a Llapisera porque lo suyo, en un contexto serio, sería de enmarcar.

Y, respecto a la multa que pueda caerle, no se trata de que la pague él o el futbolista tan querido en Sevilla, la cuestión estriba en que no se debe hacer el tonto y mucho menos habiendo un toro en el ruedo porque, por menos, hemos visto desgracias al más alto nivel. Tentó a la suerte y, eso sí es un delito. Y, para que la desdicha fuera peor, el toro al que aludo fuera un tío con toda la barba, digamos que nada invitaba a semejante broma.

En fin, tengamos paciencia con este hombre al que solo nos queda una decisión, digamos dos; ir a verle en su histrionismo o quedarnos en casa para evitarnos el bochorno. Reitero que, con ese tipo de toros que suele matar –de los otros ya no le dan ni un pitón- su toreo debería estar rociado de ese tremendo respeto que impone ver a un hombre jugarse la vida de verdad pero, él se ha empeñado en caricaturizarse a sí mismo y, cuando todo podía ser grandioso a su alrededor, al final, para que la hecatombe sea más grande, en vez de admirarle en su grandeza, lo que vemos es una pura parodia de un tipo que torea toros auténticos nos quiere mostrar que mata burros con cuernos. ¿Se puede ser más torpe?