Para no morir de pena y no dejar que me venza el hastío durante el proceso que pueda durar mi enfermedad, los doctores me recomendaron distraerme y, cuando se enteraron de que mi afición es la escritura no dudaron en animarme a ello. Por dicha razón, mi corazón tiene que vencer a mi razón, de ahí la tarea que me he impuesto para evadirme de la dura realidad que me azota.
Ayer ocurrió en Cuenca un hecho insólito que, seguro que ha pasado desapercibido para todo el mundo pero, como lo que ahora me sobra es tiempo procuro analizar todo aquello que me inquieta. Me refiero a lo de insólito porque, por la tarde, en el día de ayer, tres máximas figuras del toreo, Manzanares, Talavante y Roca Rey, no lograron llenar el coso conquense y, es puedo asegurar que el cartel no podía ser más tractivo pero, faltaron dos mil personas para poner el no hay billetes.
En esa misma plaza, y televisada por CMM, en la noche se organizó un festejo de recortadores en que, unos hombres humildes que, por menos dinero de lo que vale un capote de brega se juegan la vida limpiamente ante un toro en puntas. ¿Dónde queda la insólito de lo que hablo? Muy sencillo. En ese festejo de recortes se puso el no hay localidades y se quedaron en la calle más de mil personas sin poder acceder al coso, y eso que eran las once de la noche que, dada la hora intempestiva, se necesitaba afición para ir a los toros casi al filo de la medianoche.
Es cierto que, son dos espectáculos distintos, las corridas de toros en las que participan los diestros y los festejos de recortes pero, me resulta muy curioso que, en los citados recortes, con chavales humildes, los más sencillos del mundo, consiguieran el único no hay billetes de la feria. El asunto tiene mucha lectura. Convendría que le preguntásemos a Maximino Pérez, el empresario, para ver si nos sacaba de dudas. Es verdad que, por lógica, los precios no son los mismos que los que pagamos cuando vamos a ver a las figuras del toreo pero, nadie me negará que el crecimiento tan grande que están teniendo los festejos de recortes, todo ello es debido a la grandeza de este espectáculo en que, como es notorio, la verdad es la única bandera que les alberga a todos.
Mientras que, los toreros, los que pueden y tienen fuerza exigen toros adulterados para evadir el mayor riesgo, algo que ya se han percatado muchas gentes y han desistido de ir a los toros; en el mejor de los casos, a llenar un coliseo porque todo lo que allí se cuece huele a chamusquina, la prueba, como digo, son la clase de toros que se lidian que, más que bicornes parecen hermanitas de la caridad vestidos de negro. Por el contrario, los legendarios recortadores son hombres de otra galaxia y desde el primero hasta el último, todos asumen idéntico riesgo, algo que los aficionados están palpando, de ahí que, anoche, en el coso de Cuenca, la gente les vitoreaba puesto en pie. Un espectáculo bellísimo que, por supuesto, no tiene nada de arte -o quizás lo tiene todo- pero sí una verdad apabullante unida a una justicia total porque, insisto, todos los hombres se enfrentan la mismo toro y con idéntica verdad.
Luego, por si alguien lo duda, lo que estos chavales hacen ante los toros en puntas es de admirarles hasta la locura. Quiebros, recortes a cuerpo limpio, doble salto mortal ante el toro, el salto del ángel……toda una serie de suertes que, amigo, hay que tener un valor desmedido para llevar a cabo tales hazañas y, como digo, todo por un mísero sueldo, por tanto, démosles a estos hombres la gloria que se merecen, la que se ganan exponiendo su vida y en la que no mientan ni engañan a nadie.