Es muy triste tener que afirmar que en España existen más idiotas por metro cuadrado que en ninguna parte del mundo, algo muy demostrable en todos los sentidos y, claro, el mundo de los toros no podía escapar de dicho maleficio. Lo digo porque, por Dios, con la que está cayendo, con lo que tenemos en nuestro país, con esa ruina que ha asolado la nación, con esos millones de parados, con ese gobierno maldito, con cuarenta mil muertos sobre nuestras espaldas y, para millones de personas, su única preocupación se llama Enrique Ponce.

Comprobar en lo que ahora priva,  las redes sociales, las televisiones basura y demás medios nocivos para el ser humano que, su preocupación, repito, es la vida de Enrique Ponce por aquello de su separación y nueva novia. Que todos esos medios hagan furor en torno a la vida de tan excelso torero, la cosa tiene bemoles; es decir, en España no nos preocupa problema alguno por grave que sea que, los antes comentados creo que son para morirnos de la pena pero, la vida de un famoso eso nos trae a mal vivir.

Es más, el pobre Ponce ha sido pasto de las “llamas” antes descritas y, sin piedad alguna, se han metido en su vida de mala manera. ¿Qué nos importa a la gente decente lo que haga Enrique Ponce con su vida privada? Recordemos que se trata de una persona adulta la que merece todo el respeto del mundo y, sus “trapos sucios” no nos incumben en lo más mínimo. Pero no, vivimos en un país de retrasados  mentales en que, como decía, los grandes problemas nos los tomamos a risa mientras que, todo el “mundo” anda a la zaga con Enrique Ponce que, si digo la verdad no me gustaría estar en su piel.

Sin duda, Enrique Ponce ha sido siempre un hombre muy inteligente al respecto y, a partir de ahora, con toda seguridad, que esa inteligencia la aumentará mucho más y, rotundamente, se dejará ver cuando lo crea oportuno, nunca cuando la basura informativa se lo imponga. El toreo de Chiva tiene derecho a ser libre porque en su vida privada no manda nadie, sencillamente porque él es el auténtico patrón de su vida y de su casa. De este diestro, lo que debemos criticarle, llegado el momento, como hemos hecho muchas veces, es su vida artística, aquella que pagamos los aficionados por verle actuar pero, lo demás, nos trae sin cuidado.

Cualquiera siente asco ante la actuación de las redes y, como decía, de esos medios informativos que viven de la basura, de la carroña humana porque de otra cosa no podrían vivir. ¿Los motivos? Muy sencillos. Necesitan mierda para alimentar a sus acólitos indecentes que, desdichadamente los hay por millones. Y ese es el auténtico problema, la cantidad de gente dispuesta a vivir regocijándose en la basura, en el estiércol que los demás.

¿A quién le ha hecho daño Enrique Ponce con su separación? A nadie porque, como hemos podido saber, ha sido algo consensuado con su esposa, con sus hijas, con los que en verdad tenía que darles explicaciones y si todo su entorno está de acuerdo, ¿quiénes somos los demás para adentrarnos en lo que podría ser el fango de sus miserias? ¡Nadie!  Como digo, me repugna todo lo que veo, oigo y leo. Somos un país retrógrado, tercermundista, analfabeto, hortera, cursi que, por momentos, rayamos en la locura. En cualquier país del mundo, ante los avatares que está sufriendo España en todos los órdenes, empezando por el cruel gobierno que tenemos y terminando por los millones de parados que ha dejado la pandemia, todos estarían rezando para que acabara nuestra condena y, como si nada pasara, “todos” centramos nuestras miradas en Enrique Ponce y su bendita persona. No podemos ser más estúpidos ni rayar a más bajo nivel. A veces nos preguntamos las razones de todo aquello que nos pasa y, ante lo dicho, llega uno a la conclusión de que tenemos lo que en verdad nos merecemos, por majaderos e idiotas.