Por todo lo que estoy leyendo en los diarios decentes de este país, como se comprueba, todos los estamentos taurinos ya se han dado cuenta que, el gran peligro que azota a la fiesta de los toros tiene nombre y apellidos, Pablo Iglesias, el que nació en Vallecas pero que, una vez que se ha hecho rico gracias a la política, ha renegado de los suyos porque, como es evidente, un vicepresidente no puede vivir con la plebe, cosa tan natural como lógica ¿verdad? Lo que lamento es que los borregos que le votaron, que no se hayan dado cuenta de la traición que les ha hecho, me parece abominable.

Es cierto que, el bobo que nos encarceló a todos, no hará nada por nosotros pero, en su memez, hasta creo que no tendrá valor para arrebatarnos lo nuestro. Pero cuidado con Pablete que este sí que no gasta bromas y, como se comprueba quería el poder para destruir todo lo que le venga en gana y, los peor de todo es que el hombre de la cara de cartón piedra no puede pararle.

Hay que ser estúpido hasta decir basta para arremeter un día sí y otro también contra la fiesta de los toros y, el bolivariano no tiene otra obsesión que dejarse a cientos de miles de personas en la calle como consiga acabar con la fiesta de los toros, algo que le apasiona y por lo que le sudan los cojones porque para eso es vicepresidente de un gobierno legítimo como ellos confiesan. ¿Es legítimo atacar una fiesta legal, democrática, auténtica, ancestral y que aporta cientos de miles de euros a las arcas del estado para que cobre este personaje lo que no está en los escritos?

Claro que, lo de la legitimidad es algo muy subjetivo; ellos así lo dicen pero, una gran mayoría de gentes piensan todo lo contrario. Cierto es que, sus acciones, son todas el prototipo del bolivarismo más exacerbado porque, en un país como España que presumimos de demócratas, el que no está junto a Pablo Iglesias está contra él y, por dicha razón, el tipo se pone muy nervioso; no quiere que nadie le discuta y, como su “amo” se lo consiente todo se cree el rey del universo. Ahí tiene, entre otros, a Eduardo Inda, el célebre periodista de Okdiario el que, por supuesto, está en contra de este tipejo y, por dicha razón, le quiere encarcelar. Sí, señor, eso que Pablo iglesias practica se llama democracia, por sus cojones, claro.

Este Iglesias que ahora se queja de lo que él llama escraches, cuando en realidad son manifestaciones de gentes sencillas y honradas que están hasta el culo de este gobierno maldito, entre ellos el mundo de los toros que, como vengo pregonando ya no las tienen todas consigo y quieren, cosa lógica, cuando se puede hacer una manifestación al más puro estilo del sanchismo dictador, salir todos a la calle para mostrar nuestra disconformidad por todo lo que hacen que, en realidad nada es coherente y mucho menos válido ni honrado; más bien todo lo contrario porque a diario, con sus acciones, sentimos que peligra nuestra fiesta de los toros como sucedió en Ecuador que, un descerebrado llamado Rafael Correa se cargó la fiesta; como pasó en Bogotá que, un dictador –demócrata, eso sí- llamado Gustavo Petro mantuvo varios años la plaza de la capital de Colombia porque decidían sus cojones.

Decía yo que el sujeto en cuestión se queja de los escraches y, cuando ellos se los hacían a Soraya Sáez de Santamaría, decían que era libertad de expresión. De igual modo, ese Iglesias que sigue odiando a los ricos, ahora que él ya es uno más y, para que nadie le moleste, su ministro del interior le manda a casa varios automóviles de la guardia civil para que nadie incomode al señorito. Y siguen hablando de democracia estos tipos. Que venga Dios y lo vea y, a su vez, que me lo explique que yo no logro entenderlo.

Y como ayer decía, según el CIS de Tezanos, según este pájaro, en la actualidad, de haber elecciones las volverían a ganar los impresentables que ahora nos dirigen. Otro caradura que cobra de su amo y, para contentarle, no duda en mentir más que su propio jefe que le encarga los bodrios citados.

Eso debe ser una broma de mal gusto porque, con lo que está cayendo en España, en los toros y en cualquier actividad que se precie en que la hecatombe está servida, si volvieran a ganar era para irnos de España los que todavía nos quedan sentimientos. Es lamentable, como siempre dije, que queden tribus urbanas a la espera un puto bocadillo sin trabajar a cambio de darles el voto a estas gentuzas.

Taurinos y aficionados, atémonos los machos que esto no ha hecho nada más que empezar. De que recordaremos a estas gentuzas de por vida es una realidad que aplasta. Si es cierto que no les recordaremos, como a Alenxander Fléming que inventó la penicilina y, el mundo le recuerda con cariño y admiración. A estos les recordaremos por saber a ciencia cierta que destruyeron un país y le arrancaron de cuajo las ilusiones a millones de españoles.

En la imagen, el doctor Fléming, al que tanto le debemos el mundo del toro y la humanidad en general.