Tras ver la manifestación en el día de ayer por aquello del día del trabajo, cualquiera que tenga dos dedos de frente se le caen los palos del sombrajo. Sin duda los líderes sindicales tenían ganas de salir a la calle para que el pueblo, sus obreros vieran como trabajan. Han sido dos años de asueto obligado y eso les tenía intranquilos. Como digo, se trataba de un sordo y un bobo porque, la bola que quiere que se traguen los trabajadores ni el más inepto del lugar es capaz de entrar al trapo.

Sinceramente, veo esas manifestaciones y me entran muchas ganas de llorar. Lo explico. Los sindicatos actuales, desde que se instauró esa fantasía llamada democracia son un puro esperpento para que, cientos de gandules vivan opíparamente sin dar un palo al agua pero, eso sí, con el papel bien aprendido para que los pobres trabajadores piquen el anzuelo. Y, para colmo, para que la desvergüenza sea todavía mayor, Unai Sordo y Pepe Álvarez prometiéndoles a la clase obrera algo que no cumplirán jamás. Cierto es que, detrás de Sordo, por allí vimos a otro gandul, Alberto Garzón que, como el sindicalista, antes de entrar a formar parte en la farsa democrática seguro que trabajaba en el alambre.

Seamos serios y analicemos la verdad de la vida. ¿Cómo van a defender a los trabajadores unos tipos que están subvencionados por el gobierno para que vivan como reyes? Es más, detrás de Álvarez y Sordo hay una legión de chupópteros que no trabajan pero todos viven gracias al cuento de los sindicatos. Y, para colmo, algunos miles de pobrecitos les siguen creyendo y, lo que es mejor apoyando. Los sindicatos, por regla natural, deberían de financiarse con las cuotas de los trabajadores para que, llegado el momento, ser defendidos ante las posibles explotaciones por parte de los empresarios pero, los manifestantes, como quiera que tontos del todo no son, de cuotas nada; y hacen muy bien. Pero claro, ahí está el gobierno que le interesa muchísimo tener ese “figura” llamada sindicatos que, de cara a la gente más inculta eso vende muchísimo. Por dicha razón, los sindicatos son regados con muchos millones de los impuestos que pagamos todos los españoles, especialmente los que trabajamos.

Viva la democracia, los sindicatos, el gobierno, la izquierda en general porque gracias a ellos vivimos como reyes. ¿Verdad que suena bonito? El problema es que la realidad dista mucho de lo que todos soñamos, una vida placentera y en paz y con trabajo para todos. La gran verdad es que el país en líneas generales es un caos en toda regla pero, para los sindicalistas, adláteres, gobierno y gente de peor bajeza, algún que otro millón de personas vivan como reyes sin tener trono ni corona, ni trabajo, claro está.

Qué felices se les veía a Pepe Álvarez y a Sordo trabajándose el papel de mártires por la democracia y, por encima de todo, como valedores del trabajador. Y digo yo, ¿cómo alguien que no ha trabajado jamás se atreve en abanderarse como adalid de los trabajadores? Hay que tener la cara muy dura para ejercer dicho papel o, sin ir más lejos, eso sí, dejarse llevar por sus amos que son los que les financian para que siga la farsa más absoluta.

Lo que tenía peso antaño era el llamado sindicato Vertical en que, como todos sabemos, en aquellos años, el trabajador era sagrado. Pobre del empresario que cometiera el menor desliz contra una empleado que se le caía el pelo de inmediato. Pero claro, como quiera que en aquellos años, dicho sindicato formaba parte de lo que los gandules del momento llamaban dictadura, lo que digo a mucha gente les costará de creer pero, lo dicho es más cierto de que existe el astro Rey que nos ilumina a diario. Y los líderes de tal sindicato no formaban parte de la parodia del 1 de Mayo, día del trabajador. Trabajaban para que las relaciones entre empleados y empresarios fueran correctas y, como digo, en aquellos años, un trabajador, ante la sociedad en que vivíamos, tenía un peso admirable; es decir, se le trataba con honradez, ecuanimidad y altura de miras. Insisto, pobre de empresario que quisiera abusar de un honesto empleado.

Ahora, mucha democracia, sindicatos al más alto nivel, promesas que jamás se cumplirán, tanto por parte de los sindicatos como del propio gobierno y, los trabajadores, en muchos casos son vilmente explotados. Y siendo así, ¿a dónde tienen que ir a reclamar? Nadie se atreve porque saben que, lo poquito que tienen, de abrir la boca, en un segundo se quedan en la puta calle y aquí no pasa nada. Menos mal que, dentro de todo el contexto empresarial, existen muchos más empresarios honrados que deshonestos pero, nadie sabe el daño que estos últimos hacen a la sociedad en que vivimos. Yo, sin ir más lejos, he visto la explotación del ser humano en los tiempos que vivimos; esto es lo que hay, si lo quieres bien, si no lo quieres, tengo gente en la cola esperando. Así de mal nacidos son algunos empresarios pero, ¿quién es el valiente que le pone el cascabel al gato? Eso sí, que no sufra nadie, vivimos en democracia, tenemos dos grandes sindicatos pero el que tenga problemas que se joda, no tiene otra opción.