La verdad es que, cuando se habla de la llamada Copa Chenel me entra un rubor desmesurado porque, hay que tener poca gracia para bautizar a un evento tan importante como el citado con el apelativo de “copa”, algo que nos recuerda aquellas noches bohemias cuando el maestro Antoñete se iba de copas con El Fari por aquel Madrid de los años sesenta y setenta. La que liaban el torero y el taxista eran de época.

Tras este preámbulo, si de dicho evento taurino hablamos, al comprobar cómo se han hecho las cosas en su fuero interno, cualquiera tiene derecho a ponerse a llorar de forma desconsolada. ¡Y mira que hubiera sido sencillo hacer las cosas bien! Pero no, al político de turno responsable de dicha organización, en este caso Miguel Abellán, posiblemente con toda la buena voluntad del mundo se ha granjeado enemigos por doquier. Abellán dejó muchos “cabos” suelto que, de la noche a la mañana se han convertido en “generales” y le están estropeando la vida, algo de lo que solo él tiene la culpa.

No tengo ni idea de quién redactó las bases del citado concurso para que se inscribieran en el mismo todos los toreros del mundo. Lo que sí ha quedado demostrado que, algo tan sencillo como hubiera sido admitir a todos los toreros que aceptaran las bases impuestas con toda lógica y, si hacen falta dieciocho toreros y se han presentado cien, no quedaba otra alternativa que el sorteo puro y duro y de tal modo se hubieran evitado todas las sospechas y, lo que es peor, lo que huele a pucherazo, que no lo digo yo, lo dice Miguel Maestro públicamente y, en la barra del bar todos los demás.

Para colmo de muchos males, la Copa Chenel, además de todo, se ha convertido en el asidero para toreros como Juan del Álamo, algo que me produce una tristeza mayúscula. Recordemos que, Juan del Álamo, posiblemente sea el único torero en la historia que siempre cortó una oreja en cada una de sus actuaciones en Madrid, salvo en la última tarde que cortó dos. Y, al final, como única tabla de salvación ha tenido que asirse a dicho evento porque en la pasada temporada no le dieron ni un solo festejo. Menudo panorama.

Otro caso que mana sangre a borbotones es el de Isaac Fonseca, inscrito igualmente en dicho certamen. Es cierto que, si miramos la parte artística, el citado diestro engrandece al evento en el que participa porque, en los dos últimos años ha sido el novillero más relumbrante de todo el escalafón, se doctoró con éxito a finales de la temporada pasada y está logrando éxitos de clamor en su país. Pero la realidad nos dice todo lo contrario. Cómo verá el chico el panorama en España para apuntarse a ese ciclo donde los humildes piden justicia. Lo digo, porque, Fonseca, por sus méritos legítimos no debería de mendigar nada, más bien todo lo contrario, que hubieran contado con él en distintas ferias pero, lo han puesto en Madrid y como quiera que el muchacho no tenía certeza de nada, por eso se apuntó a la Copa Chenel. Un horror en toda regla.

Es muy triste que Miguel Abellán, un chico que fue un torero aguerrido, respetado, e incluso admirado en Madrid, de la noche a la mañana, desde que le dieran el carguito se haya granjeado enemigos por todas las esquinas y, lo que es peor, de su gremio, los toreros. Debe ser muy desolador para él comprobar que, para tomarse un café tendrá que ir siempre acompañado por un séquito de adláteres a su favor porque, insisto, en el gremio de los toreros tiene ya muy poca cabida. Abellán, un hombre que debería de haberse ganado el respeto de la torería andante, ha conseguido justo lo contrario, ser odiado por completo. Gracias a su puesto político, de haber sido inteligente, ahora sería el referente de todos los que fueron sus compañeros, pero no, como ocurre siempre, el cargo solo sirve para corromper a muchas personas que, antes de ostentarlo, eran admiradas, ese es su caso. Dicen que gana un sueldo astronómico pero, ¿de qué le sirve tanto dinero si no podrá dormir por las noches?