Es de agradecer la proliferación de carteles que estamos viendo anunciados en distintas plazas de España y Francia, algo que tanto nos reconforta. Pensar que, tras la hecatombe sufrida los toros se van recuperando de forma paulatina, eso enorgullece a cualquiera y, nosotros, en calidad de aficionados sentimos una dicha desbordante.

Es cierto que, como diría mi admiradísimo Rafael Ruiz Boffa, no hay nada nuevo bajo el sol y, es una verdad que aplasta. En los toros todo es viejo y mucho más, los vicios adquiridos que son endogámicos y lamentables. Aquello de las novedades deja mucho que desear en el mundo de los toros porque se trata de un sistema arcaico donde privan los valores del amiguismo antes que los del propio arte como en realidad debería ser.

Dentro de todos los males, este año podemos felicitarnos porque ya vemos caras nuevas, algo que no podíamos llegar a creer. Es todo tan obsoleto, llevan tanto tiempo en activo los matadores actuales, los llamados figuras, que dejar paso a un chaval nuevo es poco más que un milagro que, para nuestra dicha, está sucediendo.

Uno analiza los carteles que se ofrecen a los públicos y algunos nos gustan más que otros, es cierto. Y a su vez es una verdad que aplasta que los empresarios organicen sus ferias con los toreros que crean más convenientes que, dicho sea de paso, mientras se imparta justicia con las más brillantes revelaciones de los últimos años, del mal, el menor.

Parece que poco a poco vamos avanzando pero, si se me apura, son pasos de tortuga porque seguimos anclados en las viejas estructuras y de tal forma será muy difícil que se reflote este espectáculo maravilloso y singular. Como decía, vemos que entran nuevos toreros en distintas ferias porque, dígase la verdad, ellos han demostrado su valía, concitan el interés de muchas gentes y no queda otra opción que darles la categoría que se merecen. Ese pasito adelante que cito tiene mucho que ver con los toreros a los que aludo pero, respecto al toro, ahí sí que hemos quedado en la nada.

¿Qué pasa que el toro no interesa a nadie? Tras lo visto, la pregunta está contestada. ¡No! Dentro de  poco tendremos nuevas figuras como pueda ser el caso de Juan Ortega y Pablo Aguado que, sin pretenderlo, serán toreros de época sin enfrentarse a un toro encastado. Ellos, los que tanto han bregado, especialmente Juan Ortega, al verse ahora en las ferias con esos compañeros y esa clase de toros se preguntará y dirá para sus adentros: ¡Pero si esto lo más fácil del mundo!

Decía que vengo observando los carteles que se confeccionan y, hay uno que destaca sobre manera que, por nada del mundo puedo omitir. Se ha montado en la feria de Granada con un mano a mano con El Juli y El Fandi, eso sí, con seis animalitos de la camada de siempre. Y digo yo, ¿habrá un solo aficionado en la ciudad sultana que se gaste cincuenta euros por ver dicho cartel? Poca gente acude a las plazas, nada es más cierto y tenemos decenas de pruebas al respecto. Siendo así, esas dos máximas figuras del toreo dudo de congreguen a tres docenas de aficionados. Sin discusión alguna, el cartel más nefasto que podía montarse en una plaza de toros pero, hay empresarios caprichosos. Es verdad que nadie les negará su condición de figuras puesto que han toreado miles de corridas pero, si yo quiero admirar a un trabajador, me voy a la obra y lo hago. Allá ellos y luego que no se quejen.

Menos mal, insisto, que dentro de toda la corruptela que tenemos encima, de vez en cuando, aparece un empresario romántico, se acuerda de los buenos toreros y les dan el sitio que les corresponde acorde al arte que siempre suelen derramar frente al toro. Pero que se sigan confeccionando carteles con Enrique Ponce, El Juli, El Fandi, El Cordobés, Cayetano y gentes similares, me parece un atentado contra la propia fiesta, sencillamente porque a dichos toreros nos los sabemos de memoria, nada nuevo nos aportarán, ni ahora ni nunca. Por Dios, que se marchen de una vez y nos dejen tranquilos a los aficionados que, bastante les hemos sufrido.

Del cartelito que criticamos, al que mostramos en la foto existe una diferencia tan abisal como el día y la noche. Comparar a los individuos citados con Antonio Bienvenida y Andrés Vázquez, eso sería poco más que un sacrilegio.