Yo me asombro ante la grandilocuencia con la que cuentan los hechos los medios taurinos, si de figuras del toreo se trata. Vamos que, ante la fuerza mediática de los grandes, insisto, los medios pierden el sentido para engrandecer lo que en teoría es toda una normalidad; vamos que, estos medios hacen lo mismo que la gran mayoría de los diarios de España y sus televisiones cuando aparece un tal Pedro Sánchez que, para ellos, no existe un personaje más cabal cuando, en realidad, se trata de un embaucador de serpientes.

Todo es mentira, lo uno y lo otro, que nadie lo dude. ¿Cuándo ha dicho una verdad Pedro Sánchez? ¡Jamás! Pues tiene a la casi totalidad de los medios de difusión para que canten a diario sus sandeces que, según ellos, son pura gloria para dicha del pueblo español. Con las figuras ocurre lo mismo. Si en un momento dado se les ocurre matar un torito que no sea de la saga Domecq, los botafumeiros se mecen con más presteza que el de la catedral de Santiago de Compostela.

Es el caso de la feria de Jaén en la que se anuncian tres máximas figuras de la torería, cosa que me parece fabulosa pero, la forma ampulosa con la que se trata la notica es puro engaño de cara al aficionado menos perspicaz que, como sabemos, se conforma con muy poco. Hay que reconocer que Alberto García sabe vender la burra mejor que nadie y, lo que es mejor, en ocasiones, hasta se la compran, aunque no tenga dientes. El caso es venderla y, como digo, García, al efecto  es un maestro consumado.

Alberto García ha anunciado a bombo y platillo su feria de Jaén, unos carteles que no tienen nada que desdeñar, tanto la corrida de toros como la de rejones pero, que dicha corrida nos la quieran vender como el suceso de la temporada, eso raya en un despilfarro informativo, propio, lógicamente, de todos aquellos que son benefactores del empresario o aprendices como aficionados a los toros. Si reciben dádivas generosas por parte de la empresa para cantar dichas excelencias, están mintiendo al aficionado y si lo hacen por ignorancia, mejor es que se queden todos callados.

Analicemos. El cartel no tiene desperdicio.

Morante matará un toro de Paco Galache y otro de Juan Pedro. Es cierto que los toros de Galache apenas cuentan en el panorama taurino actual pero no olvidemos que, en la época de esplendor de esta ganadería, a dichos toros se les denominaba como “guirlaches” por aquello de su dulzura. Y de Juan Pedro, como se presagia, Morante sueña que le salga la burra tonta que en ocasiones suele salirle al ganadero  y de tal manera hacer el toreo que siente pero, si es con los de Juan Pedro, miel sobre hojuelas, razón por la que ha matado casi toda la camada del ganadero de Lo Álvaro.

Talavante matará uno de Garcigrande y otro de Pallarés. El de Justo Hernández ya sabemos sus características, Domecq puro. Mientras que el de Pallarés, aunque tiene origen ancestral de Santa Coloma, en realidad han sido siempre los de Benítez Cubero que siempre fueron los predilectos de las figuras del toreo. O sea que, la épica no la veo por ningún lado.

Emilio de Justo se verá las caras ante un Victorino y otro de Daniel Ruíz. De Justo matará un Victorino que, como sabemos, conoce esta ganadería mejor que nadie y si le sale un toro como los que lidió el pasado año en Cali, el triunfo puede ser memorable. Su segundo, de Daniel Ruíz, almíbar puro del que puede hasta indigestarse.

¿Dónde está la grandeza que todos proclaman? No entiendo nada. Es decir, moriré sin comprender como son capaces de vender tanta parafernalia, tanto humo sin prender la mecha.

Cierto es que, a la hora de la verdad llegarán las sorpresas porque, ante la magnitud del cartel, lo lógico es que en dicha fecha, Jaén abarrotara dicho coliseo hasta el punto de poner el no hay billetes pero, eso no sucederá nunca porque, como siempre se dijo, la plaza de toros de Jaén es la más grande del mundo porque, salvo El Cordobés en su época y este año José Tomás con aquella parodia que montó, sí fue capaz de llenarla, lo que no conseguirán estas tres máximas figuras del toreo juntos.

Me quiero equivocar con todo lo que digo y que reventara la plaza de aficionados, que los toros tuvieran casta y embistieran y que al final fuera todo un éxito sin precedentes. Para mi desdicha, lo que anhelo será todo un sueño. Ya lo contaremos en su momento.