Decía Benito Pérez Galdós que si España no tuviera toros habría que inventarlos y, a su vez, sentenciaba que los toros son el fiel reflejo de la sociedad en que vivimos. Verdad indiscutible porque, como estamos viendo en los últimos tiempos, los toros y la política de España van de la mano, es decir, de cabeza al precipicio. En tantos años que hemos gozado en España de su auténtico esplendor en todos los órdenes y, para nuestra fortuna, la fiesta disfrutaba de aquellos años gloriosos que no era otra cosa que el sinónimo del bienestar que disfrutábamos.

Al respecto de los toros, pongo como ejemplo a Venezuela porque, el otrora país andino, riquísimo en todos los órdenes, próspero como pocos, taurino por devoción y admiración hacia el mundo de los toros, debido al comunismo reinante en dicho país han muerto los toros y millones de venezolanos han tenido que emigrar de forma desesperada, todo ello sin contar los miles de muertos por culpa de los disturbios. Recordemos, por ejemplo, que la segunda plaza de todos más grande del mundo está en la Valencia andina, un dato revelador de la tremenda afición que existía en dicho país.

Como quiera que la política y los toros van unidos de la mano, la hecatombe comunista que sumió a Venezuela hace tres décadas dejó el país como un solar desmantelado y, los toros perecieron en dicho envite, cosa lógica porque si un país muere de hambre jamás puede pensar en diversiones que, a fin de cuentas, los toros son una diversión revestida de arte. La razón expuesta es la que ha dejado sin uso todas las plazas de toros venezolanas que, las hay por doquier pero, casi su totalidad, son un semillero de patatas, y que puedan seguir plantándolas para que los venezolanos tenga algo que llevarse a la boca.

En España, aunque muchos no lo crean, estamos a un paso de que suceda lo mismo que en Venezuela, por mucho que esos mal nacidos que cohabitan en la política del país nos quieran hacer ver todo lo contrario. Ellos, Sánchez y los suyos podrán seguir mintiendo hasta la muerte pero, un político no vale lo que dice, pero sí lo que hace. Y estas gentuzas no hacen otra cosa que mentir, delinquir, engañar y, por consiguiente, arruinar a España que, al paso que vamos, falta un papel de fumar para que los toros sean historia y no precisamente por las malditerías de los taurinos que no son pocas, pero sí por la precariedad que viven millones de españoles que, en tiempos de normalidad asistían a los toros y le daban riqueza a esta España destruida por la barbarie del comunismo disfrazado de socialismo.

No estamos para tirar cohetes, todo lo contrario; más bien estamos para rezar día y noche para que la barbarie que tienen emprendida en todos los órdenes, al final pudiéramos pararla, cosa que dudo muchísimo. Que un gobierno que prometió lealtad a España, al Rey, a la Constitución, que todo eso se lo pasen por el arco del triunfo, eso es sinónimo de la destrucción al más alto nivel. Peor aún porque, ese mismo gobierno que en su día prometió que jamás pactaría con las fuerzas bolivarianas del comunismo más exacerbado, ni con los pro-etarras, ni tampoco con los separatistas catalanes y, todo era el beso de Judas, digamos que nos gobierna un traidor que, por amor al sillón que ocupa y a las prebendas que recibe, España le importa un rábano.

Con semejante panorama, ¿cómo no se va resentir el tema taurino y todo lo que ese mundillo alberga? Recordemos que algunos millones de personas que eran aficionados a los toros, por culpa de la política nefasta de estos indeseables, no puedan salir a la calle para tomarse una cerveza, a lo sumo, hacen colas en las filas de Cáritas para que les den una bolsa de comida, los mismo que en Venezuela pero en aquel país, en el peor de los casos, esa bolsa la entrega el gobierno para que les sigan votando; aquí no tienen ni esa decencia.

¿Qué futuro les espera a nuestros hijos y nietos? Malo, muy malo. Se acabaron para siempre los valores de la honradez, el saber valorar al que más ha trabajado, proteger a los niños con leyes educativas con decencia, no como ahora que les preocupa mucho que los niños hablen de sexo, pero nadie repara en que esos niños tengan una cultura general como la tenemos todos los que en su día nos enseñaron como una asignatura tan importante para andar por la vida. Ahora, según la maldita ley de la cochambrosa Celaá, se permite que los niños escriban hijo de puta sin H y son aprobados igualmente.

Un panorama desolador en todos los órdenes que, sin duda, acabarán con la Constitución de 1978, con el régimen de libertades que venimos gozando desde hace muchísimos años. Todo ello por darles gusto a unos indeseables repugnantes que le entregan su voto al apestoso de Sánchez para que pague el precio que los demás le impongan. Está claro que vamos hacia el abismo; vamos que, la situación descrita que sufrimos no se arregla ni con una guerra civil. Siento horror, pánico ante este tipo nefasto llamado Sánchez, sencillamente porque está haciendo justamente lo contrario de lo que prometió, a sabiendas de que sus mentiras llevarán a España a la hecatombe que vaticinamos que, tampoco hace falta ser muy listo para adivinar el porvenir que se nos espera. Eso sí, mientras tenemos la ley de la eutanasia para que se ahorren miles de pensiones, la indeseable de Carmen Calvo sostiene que el dinero que dilapidan a diario con sus chiringuitos no es de nadie. O sea que, el dinero de todos los españoles que pagamos nuestros impuestos no es de nadie. ¿Se puede ser más cínica, asquerosa y criminal que esta señora? Imagino que, ante todo lo visto, qué contentos estarán desde el maldito gobierno al comprobar que, sin la eutanasia y gracias a la pandemia se han ahorrado cien mil pensiones. Está clarísimo, muerto el perro se acabó la rabia.

En la imagen, la plaza de toros de Valencia, Venezuela, la otrora importantísima plaza que era la admiración del mundo.