La semana pasada tuvo lugar en Madrid y de forma muy concreta dentro de la plaza de toros de Las Ventas, todo un homenaje de cariño hacia la figura de Víctor Barrio, el chaval que, lleno de ilusiones entregó su alma a Dios en el ejercicio de su profesión en Teruel, es decir, moría un héroe casi anónimo pero que, lleno de ilusiones, pretendía enderezar su vida en el ejercicio del toreo, noble acción que, tras su óbito, los mal nacidos de costumbre se alegraron de su muerte.

El hecho citado tiene mucha lectura por parte de los responsables de la Comunidad Autónoma de Madrid puesto que, dicha acción, ennoblece a los madrileños y de forma muy concreta a sus dirigentes porque allí estuvieron presentes, como no podía ser de otro modo, la Presidenta de la Comunidad, señora Díaz Ayuso, el alcalde, José Luís Martínez Almeida, Miguel Abellán en calidad de director del Centro de Estudios Taurinos y, como diestros en activo, nada más y nada menos que José Tomás y José Mari Manzanares, Victorino Martín como ganadero, Adolfo Suárez como aficionado y, por encima de todo, Raquel Sanz, la que fuera esposa de Víctor Barrio.

Allí, dentro de Las Ventas, se inauguró el mosaico de Luis Gordillo que perpetúa la figura de un hombre humilde al que Madrid vio torear en varias ocasiones y, hasta tuvo la gallardía de doctorarse en la primera plaza del mundo, razones más que sobradas para que, en este momento, la Comunidad le haya rendido tan bello homenaje para perpetuar su recuerdo y, acto seguido, para ennoblecer al toreo desde lo más profundo porque, como se ha comprobado, Madrid, en este caso, para el homenaje, no ha tenido en cuenta que Barrio fuera un torero humilde, se trata de un torero, un héroe casi anónimo al que la primera plaza del mundo le ha rendido honores al perpetuar su recuerdo.

Era la ocasión para que, el toreo, en su conjunto, hubieran asistido a dicho acto tan emotivo como brillante pero, los grandes de la torería declinaron la “oferta” porque estaban inmersos en otros quehaceres, todo un fracaso por parte de ellos porque, grandilocuencias al margen, en el acto que cito se homenajeaba al TOREO con mayúsculas en la persona y obra de Víctor Barrio, ¿qué mejor ocasión para que todos se hubieran solidarizado con tan hermosa causa?

Los que sí han dado una muestra de civismo, categoría, solidaridad y nobleza, no han sido otros que los dirigentes madrileños que, sabedores de lo que se juega el toreo en el devenir de los días, no dudaron en mostrar, una vez más, su apoyo a la mejor fiesta del mundo. Es cierto que, la señora Isabel Díaz Ayuso, entre otras cosas, es una buena aficionada pero, ante todo, sospecho que se trata de un persona cabal a la que hemos visto muchas veces en los toros y, en ocasiones, hasta visitando a los toreros heridos en el hospital.

Quiera Dios que el próximo día cuatro de mayo la señora Díaz Ayuso reedite su cargo como presidenta de la Comunidad para el bien en de los madrileños y, sin duda, para los aficionados a los toros. Sus hechos así lo han demostrado desde que preside el ente madrileño. Lo que me pregunto, y eso sí tiene tintes de milagro, es que Pablo Iglesias no boicoteara dicho acto como hizo con Santiago Abascal la semana pasada en Vallecas. Imagino que no se enteraría porque de haberlo sabido, hubiera mandado a sus secuaces a Las Ventas.

La maltrecha fiesta de los toros necesita de todo el apoyo del mundo; todo y mucho más. Vivimos momentos dramáticos al respecto y, todo lo que favorezca a dicha fiesta, será digno de alabanza y el acto que cito no fue otra cosa que una defensa hacia el toreo que, para mayor dicha, se perpetuaba para siempre en el la plaza de Madrid, la efigie de un hombre sencillo que, en su grandeza, hasta tuvo la “fortuna” de entregar su alma a Dios en el ejercicio de su profesión. ¿Cabe grandeza mayor?

Vítores para la señora Díaz Ayuso que, no contenta con haber rebajado los impuestos de los madrileños, cosa inusual en toda España, al margen de ello, hasta tiene impulsos y valor para engrandecer la fiesta de los toros que, junto al señor Martínez Almeida, les sobran arrestos para postularse al frente de un colectivo odiado por la izquierda y malherido por la ultraizquierda. Personas de dicha condición son los que necesitamos en los toros y en la vida cotidiana. No existe otra opción.