Así nos lo contaba el maestro Facundo Cabral en uno de sus bellos aforismos, vive el presente porque es la única estación en la que pasarás el resto de tu vida y, lo triste de la cuestión es que no le damos valor a esa “estación” mientras gozamos de la salud; yo el primero. Pero cuando perdemos el bien más preciado de todo ser humano es cuando reflexionas y entiendes que, quizás no has hecho todo lo que deberías en ese tiempo en que Dios te ha agraciado con el único tesoro que en verdad vale en el mundo, la salud.

Tras contraer la enfermedad en la que ando sumido, hasta me siento culpable de no haber actuado de otro modo en tantos años de salud y de gozo; lo intenté, es cierto, pero me queda el resquemor de no haber hecho todo lo que mi corazón me demandaba, por eso aprovecho estas letras para pedir perdón a cuantos sin pretenderlo pude hacerles daño; a todos los que no atendí como quizás merecían, a mis lectores por haberles fallado en estos días eternos en que me venció la nostalgia que, al margen del dolor, me dejó extenuado. Y por encima de todo, pido excusas a mi gran valedor, don Juan Lamarca que me ha tratado como a un hermano, tanto a nivel profesional en su portal, DEL TORO AL INFINITO, como al entregarme sus valores humanos que tanto me han ayudado.

Pido comprensión a todos mis colaboradores/as que tanta ilusión han vertido junto a mi persona. Confío que, en meses venideros podré retomar mi actividad como hice hasta que caí “herido” y, si Dios lo permite, podré retomar esta actividad que tanto me ha aportado en mi existencia. No me olvido de nadie, todos viven dentro de mi ser porque desde el primer momento, los que han compartido ilusiones conmigo son mis hermanos del alma a los que, dentro del tiempo que dure mi proceso de recuperación desde que me intervengan hasta recobrar la salud, todos viven dentro de mi corazón, incluido el amigo Paco Cañamero al que, como él sabe, además de colaborar con nosotros soy su más fiel admirador por sus libros maravillosos que, en este tiempo de espera tanto me han ayudado. No me he olvidado de Luis Cuesta, el mexicano qué en su portal DE SOL Y SOMBRA, tiene la bella costumbre de rescatar trabajos míos para darme una categoría que quizás no merezca.

Humanamente, no tengo quejas de nadie; todo lo contrario, porque he sido agasajado con la amistad de todos los colaboradores, amigos, toreros, lectores y un gran elenco de personas, del toro y fuera del mismo, han sido pilares fundamentales para que jamás me viniera abajo; todos sabían y saben que la “cornada” ha sido grave, en este caso con dos “trayectorias” porque me tienen que operar dos vece.

Confío en Dios y en la providencia divina para que, pasado un tiempo contemos este avatar como una anécdota del pasado.

En la imagen, don Juan Lamarca, mi gran valedor durante tantísimos años.