El desarrollo de la temporada nos está dando muestras de que, algunos toreros tienen que volver donde estaban porque, en la actual estructura no tienen cabida, es el caso de Antonio Ferrera que, en los momentos actuales, le han arrebatado el título de figura del toreo y le han dejado para los menesteres que hasta ahora han ocupado los llamados gladiadores del toreo. Digamos que, si quiere torear tiene que apuntarse a hierros emblemáticos porque, los dulces están todos copados por las figuras actuales, estatus que Ferrera creía tener pero que, por razones varias el taurinismo le ha puesto los pies en el suelo. Vivir para ver.
No podemos negar que, Antonio Ferrera, en su momento, tuvo una luz que le iluminó y, hasta fue capaz de apartarse de las corridas auténticas que siempre lidió y, sin que nadie supiéramos las razones se instaló dentro del circuito de las figuras, algo que tuvo un mérito tremendo, hasta el punto de que, desde que actuó junto a las figuras nunca más tuvo percance alguno que, como sabemos, en los años anteriores, este chico estaba cosido a cornadas. Todo un logro a su favor y lo que es mejor, saberle ileso en los últimos años eso nos congratula a todos pero, a su vez nos viene a demostrar que el toro comercial no da cornada alguna, como prueba, el mismo Ferrera y todas las llamadas figuras del toreo que, en el último decenio, nadie ha pasado por la enfermería.
Claro que, como en el toreo no hay nada seguro puesto que los toreros viven según deseo de los empresarios, en este año han bajado del escalafón a Antonio Ferrera. Cierto es que, Paco Ureña lo tiene peor porque mientras Ferrera, aunque sea de las duras sigue toreando, Ureña ha tenido que suplicar clemencia para poder entrar en Madrid en una corrida en solitario en la que, ante todo, le deseamos la mejor de las suertes. A tenor de todo lo que digo, lo lógico y cabal es que Ferrera, tras cinco lustros como matador en activo se retirara de una santa vez para disfrutar de todo lo que se ha ganado con su sangre, valor y esfuerzo. Los empresarios, con sus acciones, le están diciendo que se vaya pero él sigue empecinado en su rutina para seguir llevándose lo poco que quede en las taquillas, la prueba no es otra que, este año, Antonio Ferrera vuelve a Azpeitia tras veinte años de ausencia en dicha plaza. La lectura es evidente de todo lo que digo, ¿verdad?
Ferrera ya lo ha dicho todo en el toreo. Es más, nos sabe a reiterativo por aburrido y previsible en su quehacer. Para colmo, le ha salido mal esa puesta en escena emulando a El Pana puesto que, como sabemos, de mis imitadores serán mis defectos. Esa teatralidad que imprime a su toreo no convence a nadie y, agarrándose a un hierro ardiendo, quiere seguir con las corridas duras para rebañar lo poco que pueda quedar para él. Como digo, lo peor que pueda pasarle a un torero es que sea previsible en su quehacer; vamos, que todos sepamos el guión antes de empezar el festejo, es el síntoma total del más puro aburrimiento.
Digámosle a Ferrera y a otros muchos como él, que tengan piedad de los “cientos” de chavales que aspiran a la gloria en el toreo, que llevan años de espera y, por falta de oportunidades porque no existen puestos para ellos, están todos sentados en el portal de sus casas. Que se mire, por ejemplo, en su apoderada, la señora Cristina Sánchez que estuvo en activo tres años, ordenó su vida y no molestó a nadie. Además de avariciosos, los toreros actuales son pesados porque no han sabido comprender que su tiempo ha pasado. Atrás han quedado aquellos años en que, los toreros, especialmente las figuras, se retiraban con apenas diez años de profesión y, lo que es mejor, se marchaban ricos y dejaban paso a los jóvenes. Ahora, esos jóvenes, se hacen viejos esperando una oportunidad que nunca llega.