En España hay demasiada gente estrafalaria que no entienden de toros que, en honor a la verdad, tampoco sería tan grave. Lo triste de la cuestión es que no entienden de civismo, respeto, pluralidad de criterios ni son consecuentes con sus actos. Es decir, qué tristeza tan grande arruina mi vida cuando pienso que, a estas alturas de nuestra existencia, refiriéndome a los toros, todavía los aficionados a dicha fiesta tengamos que pedir perdón a la sociedad por nuestro gusto por el arte mediante esta faceta tan bella, noble y extraordinaria como son los toros.

Es cierto que, de aquellos barros estos lodos, los que propició en su día el innombrable Zapatero, un tipo apestoso que fue el que le dio alas al separatismo, al comunismo, al hambre, miseria y desolación y, lógicamente, dentro de tales miserias, los toros no podían escapar de las garras de su maldad. Allí empezó todo y, en la actualidad, aquella “broma” de semejante estúpido la estamos pagando muy cara. Convengamos que, hasta que llegó al poder Zapatero –algún día quizás sepamos los motivos- el socialismo jamás cuestionó nuestra bendita fiesta; es más, muchos de aquellos políticos de los años ochenta eran auténticos aficionados, hombres admirables que, como explico, jamás cuestionaron la fiesta de los toros.

Pero como quiera que, de aquel PSOE glorioso solo queda que la basura humana que tenemos, todo ello, con el aditamento de Podemos, por si faltaba algo para que el guiso nos saliera corrompido, ahora estamos pagando las funestas consecuencias de todo aquello que, como se comprueba, quién más grita parece que es el que tiene la razón. Esa basura humana que milita en la izquierda más aberrante y radical, se opone frontalmente contra los toros y, en este caso, si Santiago Abascal defiende nuestra fiesta como un español y vasco ejemplar que es, automáticamente se le tacha de ultraderecha o fascista. Claro que, los que critican a este hombre llamándole fascista no tienen ni puta idea de lo que dicen porque, el fascismo, como el mundo sabe, es todo lo que siempre ha promovido la izquierda bastarda y criminal.

Como decía, Santiago Abascal es el blanco de todas las miradas de todos aquellos que quieren destruir España y, por ende, el mundo de los toros, sencillamente porque el hombre es de derechas. Fijémonos en la estupidez de tantos borregos acomplejados que no reparan en los toros si es el caso, por ejemplo de García Page que los defiende como hace a diario. Eso sí, como Page es socialista, para él no va ningún dardo envenenado pero, en lo que a Santiago Abascal se refiere, teniendo el mismo gusto que García Page, al vasco se le tilda de todo, y nada bueno. Sin duda alguna, en la actualidad, tenemos en la izquierda los peores políticos del mundo que, para colmo de todos los males, millones de ignorantes les siguen votando.

Esa izquierda comunista que quiere que todos seamos pobres para ellos ser ellos extremadamente ricos, quieren acabar con la fiesta y no permiten, para nada, que un hombre culto, serio, honrado y cabal como Santiago Abascal defienda la fiesta taurina, justamente el mal con el que tiene que lidiar a diario, entre otros, la señora Díaz Ayuso en Madrid. Hasta ese extremo hemos llegado, algo lamentable que, al final, lo pagaremos muy caro. Hemos perdido la educación, el respeto, las buenas formas de convivencia porque cuatro mal nacidos así lo han decidido. Con lo felices qué éramos antes de que llegara toda esta escoria al poder.

Digámosle a esa panda de burros, analfabetos y gandules que se han enriquecido con el poder, es decir, con los impuestos que pagamos las gentes honradas y trabajadoras de este país, que solo por el sendero del respeto podremos ser alguien en la vida. De forma radical como ellos ejercen solo se llega al infierno, justamente, el que quieren para todos los ciudadanos porque ellos, gracias al poder, viven todos en el olimpo de los dioses. Y de eso las huestes de Podemos saben más que nadie. Por las razones antes apuntadas, quiera Dios que un día, más pronto que tarde, Santiago Abascal nos pueda devolver las ilusiones a todos los españoles, incluidos a los pobres diablos de izquierda.