Todas las informaciones que nos llegan nos hacen barruntar que, para los próxima temporada, si Dios no lo remedia, vuelve Enrique Ponce a los ruedos, eso sí, sin que nadie le haya reclamado puesto que, como sabemos, la temporada actual está discurriendo sin el diestro de Chiva y no ha pasado nada, absolutamente nada. Está en su derecho de regresar pero, que conste que nadie se ha rasgado las vestiduras sin él en los carteles.
De confirmarse la noticia, a los aficionados nos tiene sin cuidado que regrese o se quede en su nido de amor pero, que conste que alguno de sus compañeros será el cordero inmolado para que Ponce entre los carteles. Lo que digo está clarísimo. Entre las figuras hay los puestos que existen y si entra otro, alguien tiene que quedare fuera. O sea que, serán sus propios compañeros, lo que con la boca pequeña piden que regrese al que tanto admiran pero, en la soledad de la barra de un bar dirán lo que en verdad sienten y, sin duda, lo que tendrán que soportar porque, no será uno solo, serán varios los toreros los que sufrirán con ese regreso puesto que, muchas ferias, algunos de los que han toreado mucho este año, al siguiente pueden ver mermadas sus actuaciones.
Sin lugar a dudas que Ponce puede regresar y hacer el mismo papel que hacía cuando se marchó, ejercer de enfermero ante toros moribundos, inventarse faenas como dicen los revisteros actuales y, ahora más que nunca, ocupar muchas portadas en las revistas basura y en las televisiones de idéntico calado. Ponce siempre está de moda, dentro y fuera de los ruedos. A las pruebas me remito. Es triste que vuelva porque, como se comprueba, primero nadie le ha echado en falta y, acto seguido es un crimen que se juegue la “vida” de nuevo cuando lo tiene todo y, para colmo, está más enamorado que nunca. Un hombre inteligente disfrutaría de su fortuna, de su amor, de sus amigos y todo lo hermoso que ha conseguido en la vida sin necesidad de tener que sudar otra vez “la camiseta” en un verano tremendo como el que estamos sufriendo y, al año que viene, por el cambio climático, todavía será peor.
¿A qué tiene que volver Ponce? Recordemos que, en el toreo lo ha logrado todo, ha toreado más corridas que nadie, lleva más de treinta años como matador de toros, ha logrado una fortuna, ha batido los record que nadie pudiera ni imaginar, ha sufrido menos cornadas que ningún torero en el mundo, ha indultado más toros que nadie, ha concedido alternativas por doquier y, con todo ese bagaje a sus espaldas, quiere tentar a la suerte de nuevo. Es cierto que, con los toros que solía lidiar y seguirá lidiando, el riesgo es mínimo y mucho más en su caso que, avezado en el menester de domeñar a la “fiera” en ello es un maestro consumado. Si somos sinceros, en realidad, Ponce ha sido siempre un gran “enfermero” por aquello de ayudar a levantarse cientos de toros que, como se sabe, ya salían muertos de toriles.
O sea que, el año que viene, más de lo mismo. Por el amor de Dios, los aficionados queremos novedades, chicos que han tomado la alternativa y se les adivina un gran porvenir pero, entre unos y otros les siguen cerrando el paso para que nadie prospere y, como se demuestra, Ponce es uno de los responsables de lo que digo, como pueda serlo El Juli, Morante, El Fandi, Ferrera, Perera y el resto de las figuras que, con más años que Matusalén siguen en activo por aquello de arañar el último euro que vaya quedando por las ferias y, para mayor desdicha, hasta de los pueblos, lo que desde siempre había sido el feudo de los toreros humildes; ahora, para ellos, ni eso. Claro que, al respecto de las reapariciones, recemos para que todo quede con Ponce porque, hasta presagio que puede volver El Cid, Castella y como le animen un poquito, hasta Juan José Padilla.
Las figuras no tienen compasión para con nadie; ese pastel tiene que ser para ellos solos, Ponce es uno de los presentes en el festín de la parodia, razón por la que ha permanecido tres mil años en activo sin apenas un rasguño. Claro que, lo que nos quita el humor a los aficionados es que, pese a todos los logros habidos y por haber en las manos de Ponce, no contento con todo, quiera volver de nuevo para, como explico, llevarse lo poco que pueda quedar en cualquier lugar. ¡Y pensar que Diego Puerta estuvo apenas diez años como matador de toros, se llevó cuarenta y cinco cornadas y arregló su vida! Ese hombre si era un modelo de dignidad y honradez. Que juzgue el que sepa.