Todo el mundo ha reconocido que, la mejor faena de la temporada en Madrid la realizó Fernando Robleño en aquella tarde septembrina con el desafío ganadero en que, frente a un toro de José Escolar, el diestro madrileño bordó el toreo, amén de tener enfrente un encastadísimo toro bravo que quería vender cara su vida; o sea, el sueño que todos tenemos en el toreo Fernando Robleño lo convirtió en realidad. Claro que, lo sangrente de la cuestión no es otra cosa que la pregunta del inicio ¿y ahora qué?
Ahora, lo de siempre. Fernando Robleño no está entre los elegidos para la parodia y se quedará dónde estaba, la prueba no es otra que, tras aquel tratado de tauromaquia al más alto nivel, su único logro no fue otro que sustituir a Sergio Serrano en Bargas, en la provincia de Toledo. Para colmo, aunque nadie lo entienda, Fernando Robleño conoce a Morante y a El Juli porque ambos le dieron la alternativa en Torrejón de Ardoz hace ahora veintidós años. Lo digo porque de no haber existido esta circunstancia, el diestro de Madrid no conocería a los diestros aludidos, como no conoce al resto de las figuras. Con este dato creo que es más que suficiente para que todos comprendamos cómo y de qué manera está el toreo, algo que lo sabemos todos, pero siempre es bueno refrescar la memoria para que nadie olvidemos las miserias de esta fiesta.
Me pongo en la piel de este hombre y soy capaz de sufrir como lo hará el propio diestro. ¿De qué sirve hacer una faena sublime, -de las muchas que ha hecho a lo largo de su historia- en Madrid, enfrentándose a un enemigo de verdad y que todo eso no tenga premio alguno? Muchas serán las elucubraciones que este torero se hará en su interior y, con toda seguridad, sin encontrar una respuesta que pueda satisfacer su alma. Tiene mucho mérito Fernando Robleño por aquello de no desfallecer tras tantos años de lucha y empeño por seguir demostrando lo que todos sabemos, que es un gran torero pero, como tal, no ha sido nunca invitado al festín de las figuras porque, tras todo lo que sabemos, a muchos les hubiera puesto contra las cuerdas. Por dicha razón, los taurinos, sabedores de que todo lo que digo es muy cierto, siempre le pusieron en los carteles más duros, en las plazas donde reina el toro que, para su desdicha, ese toro no siempre reúne las condiciones para el éxito, más bien todo lo contrario.
Fijémonos hasta donde llega la grandeza de Fernando Robleño, vista bajo la óptica de cualquier aficionado que, los toros de Victorino Martín, por citar una ganadería temida por las figuras, para él son bombones de Estepa si los comparamos con las divisas que suele lidiar a diario: Cebada Gago, José Escolar, Murteria, Miura……y un largo etcétera de bicornes encastados que ponen a prueba a los toreros; a los toreros que lo son de verdad puesto que, los feriantes no saben de qué va esta historia del toro auténtico. Claro que, como la falsedad del mundo del toro es algo latente y de puro manifiesto, para que se le reconozca a un torero como grande en su profesión, tiene que matar el burro amorfo y descastado. Vivir para ver.
Como fuere, Madrid siempre ha reconocido a Fernando Robleño como uno de los suyos, la prueba no es otra que, como nos contaron, tras su fallo con la espada en la corrida en que llevó a cabo su magna faena –dos faenas- muchos aficionados lloraban desconsolados por no haber podido pedirle las tres orejas que merecía en función de lo que había sido la lidia de sus enemigos.
Tras analizar lo que ha sido la dignísima carrera de Fernando Robleño, su grandeza en todos los órdenes, me pongo a pensar en las decenas de diestros que aspiran a la gloria y me entran los temblores de la muerte. Si un hombre como el diestro madrileño es ninguneado por las empresas, ¿qué será de todos aquellos que sueñan con la gloria sin el mejor bagaje artístico que esgrimir ante las empresas? Como siempre dije, un mundo de soñadores donde, al despertar se encuentran con la dura realidad que les sitúa la vida.
Si profundizamos en el mundo del toro, comprobamos que todo es mentira. Lo digo porque, como sabemos, Morante ha presumido ante los bobos que ha sido capaz de matar todos los encastes pero, como refrendo a todo lo que ha dicho, podía haber elegido un mano a mano con Fernando Robleño frente a toros de Escolar, por citar una de las ganaderías que tiene como norma matar el diestro de Madrid. Pero no, esa machada no la ha llevado a cabo porque esos toros si tiene mucho peligro y, el mayor escollo para Morante ante todo lo contado es que, enfrentado con Robleño, cabía la posibilidad de que le ganara la partida. ¿Solución? Lo que hizo. Se olvidó de Robleño, de Escolar y de todo lo que oliera a riesgo puro. Y así sigue funcionando este mundillo de los toros donde el que más arriesga es el que menos gana y, lo que es peor, el que menos reconocimientos tiene.