Nadie nos percatamos del lugar en el que hemos nacido y, por consiguiente, las circunstancias negativas o positivas que ello nos puede traer. Digamos que, los que hemos nacido en un lugar privilegiado como pueda ser España o en cualquier país de la propia Europa, no nos damos cuenta de que existen otros mundos en que, ni por asomo creíamos que todo les sería mucho más complicado, por no decir imposible. Y no me refiero a países africanos o asiáticos en que, como es sabido, el hambre y la miseria son el pan nuestro de cada día.

Puesto que hablamos de toros en nuestras páginas, uno ve a México como ese país hermano y querido en el que, ni por aquello de asombrarnos podríamos pensar las cosas que allí suceden al respecto del ser humano, sus carencias, sus limitaciones, sus ilusiones truncadas, sus debilidades en todos los órdenes; insisto que, cuesta mucho creer que en México sucedan cosas que desde España las vemos como inimaginables.

Es cierto que, el coronavirus, como pandemia, ha azotado a todo el mundo y, por ende, México no podía escapar de dicho maleficio. Claro que, lo que no podíamos sospechar respecto al país azteca es que se pidiera ayuda para atender a uno de sus toreros humildes contagiado por el maldito virus. Se trata de Alfredo Gómez El Brillante que, contagiado por el coronavirus, según se deprende de las noticias que tenemos, necesita ayuda económica para ser atendido en un hospital puesto que, como se sabe, allí no existe lo que aquí conocemos como la Seguridad Social, ese ente sanitario maravilloso que nos atiende a todos los españoles sin distinción de ningún tipo. Y encima nos quejamos de lo que tenemos. En honor a la verdad, nos quejamos del infame gobierno que tenemos, nunca de la estructura sanitaria que es una de las mejores de Europa que, para nuestra dicha, nos atiende a todos por igual.

Es cierto que en España, el coronavirus se ha llevado por delante a más ochenta mil compatriotas pero, todos, sin distinción, han sido atendidos en los hospitales de nuestro país; es decir, nadie ha muerto por una esquina ni ha tenido que pedir ayuda económica para que fuera atendido. Pobres mexicanos. Y pensábamos que el país azteca con su república democrática vivían de forma digna, al menos en lo que se refiere a las condiciones sanitarias que debe de aportar cualquier país que se precie a sus conciudadanos. Craso error el nuestro. Ahí está el caso del El Brillante, el torero aludido que, como no haya solidaridad por parte de sus gentes, el pobre entregará su alma a Dios.

Es por ello, como decía, lo importante que es nacer en un lugar u otro; algo que nadie pide, nadie decide pero que, como se demuestra, al venir al mundo uno ya tiene el estigma de todo lo que puede caerle encima. Insisto que, la noticia del toreo pidiendo ayuda para poder ser atendido me ha impactado muchísimo, más de lo que nadie pudiera imaginar porque, repito, jamás podía creer que en un país industrial, con su cercanía a Estados Unidos, con su turismo que llega desde todo el mundo, pese a todo, carecieran de lo más elemental, un servicio sanitario que atendería a todos los mexicanos.

Lo triste de la cuestión es que, ¿cuántos mexicanos habrán muerto por falta de medios? Esa es la gran pregunta, la tremenda incógnita que no aterra. Y el tema ha saltado a la palestra por un torero mexicano, Alfredo Gómez El Brillante que, mediante la página Web de nuestro admirado Pepe Mata hemos podido saber de la cruel realidad de lo que sucede en México. Es cierto que, al respecto de este país existe un axioma que nos hace recapacitar mucho sobre México, el que dice: ¡Pobre México, tan cerca de Estados Unidos y tan lejos de Dios! La frase, analizada con rigor nos da mucho que pensar y, tras todo lo sabido es una prueba “documental” de lo que decimos.

En la foto, el matador Alfredo Gómez El Brillante, el diestro para el que se pide ayuda para poder salvarle del coronavirus. ¡Ánimo, mexicanos!