Las manifestaciones taurinas de este fin de semana nos han llenado de vida al comprobar que, el fulgor del aficionado sigue vigente, es decir, con más fuerza que nunca. Se ha demostrado una vez más que, el aficionado sigue vivo, la fiesta de igual modo y las ilusiones no se han perdido jamás pese a que, desde el gobierno han luchado para que esto sucediera.

Pese a las restricciones que todavía existen, a las putas mascarillas, a la distancia que todavía hay que guardar nadie sabe por qué, el aficionado ha dado una muestra objetivo hacia aquello que ama que, como se comprueba, es la fiesta de los toros, lo que siempre vivió dentro de nuestros corazones, la que nos hizo felices y, lo más importante, la aportación que directa o indirectamente ha hecho esta bendita fiesta a las arcas del estado.

Nosotros, esta ilusión por la reivindicación hacia la fiesta de los toros, a su cultura, a sus ancestros y a toda la grandeza que dicha fiesta emana, la pudimos vivir en Alicante puesto que, pese a ser una ciudad pequeña, allí se reunió lo más sesudo de su afición, capitaneada toda ella por el gran Luís Francisco Esplá, Manzanares, Andy Cartagena y demás matadores  novilleros en activo; pero todos, luchando por una causa común, la defensa de nuestra incomparable fiesta que, además de alimentar nuestros corazones, alimenta las arcas del estado para que, como digo, mediante él, aportemos dividendos para una España mejor.

En Alicante, como digo, desde el balcón de la plaza de toros, el maestro Luis Francisco Esplá, -quién mejor que él- leyó un proclama a favor de la fiesta, de la libertad y del hermoso ejercicio que supone la realización de los espectáculos taurinos, esa cultura ancestral de todos los pueblos de España. Esplá, como no podía ser de otro modo, recibió unas de las mayores ovaciones que pudiera soñar, y mira que él ha recibido miles ovaciones y, tras la misma, sacó a saludar a sus compañeros de “terna”, en este caso a los toreros que le secundaban, todos alicantinos, léase Manzanares, Andy Cartagena, Francisco José Palazón, etc. etc. etc.

Si lo de Alicante nos emocionó, no digamos ya lo de Madrid que, como hemos visto, fue una manifestación en toda regla; no en vano, claro, era Madrid, razón de la ostensible diferencia entre todas las plazas de España. La fotografía de los aledaños de las Ventas repletos de miles de aficionados, eso emociona a cualquiera y, pese a todo, si de momento, como se confirma, se pueden celebrar espectáculos con el 75% del aforo de una plaza, Las Ventas lo tiene de libro para organizar, cuando antes, el festejo que se les antoje porque, salvo la feria, con el aforo que se nos ha asignado nos basta y nos sobra para cualquier festejo.

Tras todo lo que hemos vivido que, por momentos, pandemia al margen, barruntábamos que estábamos ante el final de la fiesta de los toros, pensar, aunque sea por un momento y gracias a los aficionados que, dicha fiesta pueda seguir siendo posible, eso emociona a cualquiera. Todos nos hemos sentido felices al comprobar la actitud de la afición que, como siempre, es la que tiene la razón, a la que se le tiene que escuchar y, en un momento como este, los taurinos deberían tomar muy buena nota de que, los que la mayoría de ellos no lo han hecho, han sido los aficionados los que han sacado sus garras para defensa de la fiesta.

Enhorabuena, aficionados del mundo. Por muchos vítores que os lancemos desde cualquier tribuna periodística, todo ella apena será nada para lo mucho que os merecéis, en este caso, vuestra lucha por salvar la mejor fiesta del mundo, la que les molesta a tanta gente repugnante que tenemos suelta por las calles y, algunos, en el gobierno de España.

Falta, bien es verdad, esa multitudinaria manifestación en la que todos los aficionados de España nos manifestemos en Madrid y, a lo grande, decir quiénes somos y qué queremos y, lo que es más importante, que todos juntos en la Villa y corte, alcemos nuestra voz para que la misma renga repercusión en todos los medios audiovisuales y, sin duda, en la prensa toda. Es loable lo que se ha hecho en muchísimas ciudades de España pero, como digo, falta la «guinda» para que el «pastel» sea el más apetecible del mundo. Se hará dicha manifestación, no me cabe duda. Es algo que esperamos con desmedido frenesí porque, a mi entender, las buenas acciones que todos hemos tenido no han logrado el eco que todos pretendíamos.

Foto: José Tébar Pérez