La fiesta de los toros, al alborear el siglo XX que, apareció sumida en la misma situación de decadencia que el conjunto de la vida nacional. La trágica muerte de » El Espartero » ( 1894 ) y la retirada de «Guerrita » ( 1899 ) fueron dos acontecimientos en el mundo taurino que, sin duda, le colocaron en una situación de anemia cuando se abre el calendario del nuevo siglo. De otra parte, el regeneracionísmo, y en general la mayor parte de los intelectuales del » noventa y ocho «, se muestran absolutamente contrarios a las corridas de toros y entienden que, difícilmente con la pasión taurina. España va a liberar energías para la ciclópea tarea de su reconstrucción moral, social y económica. Ese talante, que Cossío califica de » inconsciente casticismo «, quedó subrayado en la prensa de la época en el hecho de que el mismo día en que se hundía nuestra escuadra en Santiago de Cuba, los madrileños desfilaban calle de Alcalá arriba para ovacionar a » Guerrita «.
La generación de los » naides » – como la bautizó Nestor Luján – protagonizó el primer decenio de siglo.» Después de mí » naide » y después Fuentes » que sentenciara » Guerrita «, reflejaba que, en ese periodo, el centro de la Fiesta no tenía dueño.
La afición sevillana pierde, trágicamente, en la década dos ídolos : Reverte ( 1903 ) y Antonio Montes ( 1907 ).
El 24 de octubre de 1911 un selecto grupo de aficionados, ganaderos y periodistas de Sevilla, acude a la Maestranza donde el hijo menor del señor Fernando » El Gallo » va a matar a puerta cerrada un toro cuatreño de Moreno Santamaría, Joselito ha toreado este año una treintena de becerradas formando pareja con » Limeño «.
El de Gelves no solo supera la prueba ante tan riguroso tribunal, sino que le hace exclamar a don Eduardo Miura » ¿ Torero ? «…»Un fenómeno de los que se dan cada trescientos años «.
Los sevillanos ven torear por primera vez a Juan Belmonte en una novillada sin picadores. Era agosto de 1910. Ni un solo revistero se hace eco de aquella novillada.
El 15 de marzo de 1915 se concluye las obras de reforma de la plaza de toros de la Maestranza de Sevilla bajo la dirección de Anibal González. Se sustituye la piedra, que era el material de la construcción originaria en los tendidos, por ladrillo, se aumenta el número de filas y la plaza se hace más horizontal al perder importancia relativa los palcos y gradas. En este mismo año se inicia la construcción de la plaza Monumental promocionado por el industrial maderero señor Lissen. Situada en la Huerta del Rey, frente a la Fundición de Cañones, tenía casi doble capacidad que la Maestranza y su construcción con cemento armado era una novedad en la técnica constructora imperante en la Sevilla de esa época. El 20 de marzo de 1917 se hizo la prueba de resistencia y el primero de abril se bendice la capilla. Pero el día 11 de abril, casi un tercio de la plaza se agrieta y se hunde. Y hubo de aplazarse la inaguración hasta el 6 de junio de 1918. Un encierro de Contreras para Joselito, Francisco Posadas y » Fortuna » fue el cartel. Vida efímera la de la Monumental. Los últimos festejos se celebran en la temporada de 1920. La muerte de Joselito, la mala construcción de la plaza y las dificultades empresariales del señor Lissen, impidieron la continuidad del coso, pero, sobre todo la crisis económica y social, no hacían viable la coexistencia de dos plazas de toros en Sevilla.
El 30 de septiembre de 1915 se rompe en la Maestranza una tradición secular : la de no conceder orejas. A solicitud de los revisteros sevillanos en el Reglamente de la Plaza, se había incorporado el precepto de » no conceder orejas jamas «. También en el de Madrid existía tal norma, pero en esa fecha ya se había quebrantado. En Sevilla » orejas » . ¡ jamás !, aseveraban los aficionados más ortodoxos. Pero en la última corrida de la Feria de San Miguel, Joselito hace solo el paseo para lidiar seis toros de San Coloma. Y sale el quinto lugar » Cantinero «, negro, lucero y número 131. José está inconmensurable en los tres tercios y al caer el toro rodando de un soberbio volapie, la plaza como espoleada por una fuerza mágica, se puebla de pañuelos, y el concejal don Antonio Filpo que preside la corrida, decide sacar su pañuelo otorgando la oreja. La afición, pasado el fervor del momento, se divide entre partidarios y adversarios de la decisión presidencial. La crítica, en general, se muestra contraria. » Don Criterio «, en el Liberal habla del » mal precedente «, aunque reconoce que la faena a Cantinero se merece la oreja y el toro entero. El célebre crítico » Don Modesto » desde su tribuna madrileña escribe : No se arrepienta de lo hecho el pueblo de Sevilla. Ha roto su tradición ; pero bien rota está. Poco después, el 28 de abril de 1916, Juan Belmonte le dio réplica a José, cortando la segunda oreja en la historia de la Maestranza : el toro se llamaba » Vencedor » y pertenecía a la ganadería de Gamero Cívico.
Manuel Jiménez » Chicuelo «. El día de su debut en La Maestranza se acabó el papel, pese a la competencia de la Monumental de Sevilla, en la que esa misma tarde se celebraba una corrida de toros con Joselito, Fortuna y Camará.
A las siete de la tarde del 16 de mayo de 1920, el apoderado de Joselito, Manuel Pineda, recibe un telegrama que le llevan a la Monumental de Sevilla donde está presenciando una novillada, con el siguiente texto : Joselito cornada grave en el vientre, salida instestinos. » Parrita «.
Media hora después recibe otro de » Parrita » : Joselito fallecido. Avise familia.
Con la desaparición de Joselito se cierra la Edad de Oro del Toreo, seguida de la Edad de Plata, caracterizada por la existencia de buenos toreros pero sin la competencia como la de José y Juan, y sin que ninguno de ellos tomara en sus manos el cetro de la Fiesta.
El 16 de mayo de 1921 fallece Francisco Posada, el compañero de Juan Belmonte en los primeros años de novillero.
En 1922, el 21 de abril en una corrida de toros de la feria, el toro » Bombito «, del marqués de Guadalest, hiere mortalmente al diestro sevillano Manuel Varé » Varelito «, el mejor estilista del volapie.
Una alternativa importante en la feria de San Miguel de 1921 ; Juan Belmonte cede a Marcial Lalanda el toro » Pichuchi «, de Ramón Surga. Les acompaña » Chicuelo » el torero de la Alameda, aunque era torero de Triana. En la feria otoñal de 1924 concede la alternativa al onubense Miguel Báez » Litri «, con toros de Moreno Santamaría. Año y medio después fallecería este valiente torero a consecuencia de una cornada de otro toro de Guadalest en la plaza de toros de Málaga.
Juan Belmonte se retira por primera vez en la temporada de 1922, para volver en 1925, tras firmarle una exclusiva Eduardo Pagés. Su reaparición en Sevilla sería en la corrida en la que daría la alternativa a Cayetano Ordóñez » Niño de la Palma «.
Por aquellos día irrumpe con fuerza Francisco Vega de los Reyes » Gitanillo de Triana «, también conocido como Curro Puya, nacido en la Cava de los Gitanos, paradigma del torero a la verónica. y otro toreo afloraría también, el arte y el miedo insuperables de Joaquín Rodríguez » Cagancho «, trianero de la calle Evangelista.
El 4 de noviembre de 1934, Federico García Lorca lee en Madrid, por primera vez, su elegía titulada » Llanto por Ignacio Sánchez Mejías «, una de las obras cumbres de la poética. Desde el 14 de agosto, los restos mortales de Ignacio comparten la tierra sevillana con los de su cuñado Joselito » El Gallo «, bajo el maravilloso mausoleo de Mariano Benlliure.
Manolo Bienvenida, nacido en la calle Real de Utrera, de Dos Hermanas, falleció a los veinticinco años de edad el 31 de agosto de 1938, en la clínica San Ignacio de San Sebastián, víctima de un cáncer de pulmón.
Y termino estas pinceladas de los albores del siglo XX, diciendo que la autenticidad, es el mayor peligro que se cierne sobre la Fiesta de los toros del siglo XXI, restarle riesgo – en definitiva, autenticidad al espectáculo.
La Fiesta necesita con urgencia : » Autenticidad » y » Emoción «.
Por Mariano Cifuentes
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