No se ofendan, dicha afirmación no tiene ninguna intención de atacar a nadie en particular, ni mucho menos a su afición. Esta conclusión la hago desde lo más sincero de mi corazón, y como aficionado, puedo decir que me duele decirlo, aunque este al otro lado del charco. Independientemente de ello, no hay duda de que la afición al toro va más allá de fronteras y de océanos. Y sólo hay que ver cada semana las corridas de La México, o las ferias de Acho y de Cali, que se está celebrando en estos momentos, para darse cuenta de que el campo bravo allá en América pasa por un mal momento. Una preocupante situación de la que se hacía eco el periodista Manolo Molés en su cuenta de Twitter: “Hay algo que me preocupa de la América taurina con tantos buenos aficionados. Falta más emoción y casta demasiadas veces en los toros. Los ganaderos españoles deberían ayudar con acuerdos a mejorar nivel de emoción del toro aquí. Somos 8 países taurinos, solo la unión hace futuro”. Es tan grave y triste lo que se ve en los ruedos americanos en numerosas ocasiones, que ya surge la idea o la necesidad más bien, de que ganaderos españoles echen una mano a los criadores de toros de lidia que se encuentran en el continente americano. No puede ser que los tercios de varas, en la gran mayoría de ocasiones, pasen completamente desapercibidos porque el toro sale de toriles con una evidente falta de fuerzas. O, por ejemplo, duele ver como un número tan elevado de toros acaban rajados antes de concluir su lidia, o directamente se apagan en el inicio de las faenas. Nunca es bueno generalizar, y claro que ha habido y habrá buenas corridas de aquí a que acabe la temporada americana, pero no me podrán negar que en líneas generales el juego de los toros ha sido, hasta el momento, realmente decepcionante. Y desgraciadamente, esto no algo nuevo en América.
Tómense esta opinión como una advertencia, o simplemente como un toque de atención para que todos los aficionados, especialmente los de América, se den cuenta de que esta situación no puede continuar así. Hay que exigir cambios y responsabilidades. Hay que hacer ver que la Fiesta, sin la emoción del toro, no va a ninguna parte. Y que sin emoción en el ruedo, el espectáculo pierde sentido.