Los Bayones, es un emblema del campo charro. Una ganadería que se empezó a forjar a fuego lento en el año 1969 con el nombre de Hermanos Hernández Jiménez y con el encaste contreras como referente. En el año 1976 se adquiere a Rufino Santamaría su hierro y se forma la ganadería de Gabriel Hernández García, pero no es hasta la temporada 1981 cuando el hierro de Los Bayones es adquirido y en sus cercados pastan las reses de Atanasio/Lisardo de procedencia Santiago Martín “El Viti”. En 1989 se elimina todo lo de contreras quedando solo las reses de procedencia Atanasio/Lisardo.

En 1996 el actual ganadero empieza a tomar el control de la ganadería y sufre en sus propias carnes la evolución de una tauromaquia, muy poco justa con los ganaderos de encastes minoritarios. En los buenos tiempos, cerca de 500 vacas pastaban en las dehesas salmantinas, hoy en día 130 vacas de vientre y 3 sementales son los responsables de sostener una de las ganaderías referentes del encaste Atanasio/Lisardo.

Los tentaderos se han vuelto muy exigentes, las vacas que pasan la prueba tienen que ser garantía de bravura en su simiente. El caballo sigue siendo parte fundamental de sus tentaderos, como termómetro de la bravura. Las cualidades que otorgan el derecho a convertirse en reproductora son la codicia, transmisión, casta y bravura. Creciéndose en el castigo,  yendo a más en la muleta. Las ideas claras de un ganadero que ve el futuro incierto.

Para la temporada 2020, son 40 toros que esperan en sus cercados, aguantando las heladas y curtiéndose entre sus pastos. También por su cabeza esta la idea de lidiar 2 novilladas con caballos, y una novillada sin caballos. De momento hay un destino confirmado, el carnaval del toro, Ciudad Rodrigo.

Días inciertos que vive una de las ganaderías que llego a ser muy del gusto de la afición de Madrid. El ostracismo por parte de algunos empresarios, mandones del circuito ha propiciado que en ocasiones la moral juegue malas pasadas. Aunque la lucha es una constante de la vida del ganadero de hoy en día, su moral sube cada principio de temporada esperando algunas fechas que vuelvan a dar cabida a los lisardos de Los Bayones.

Momentos duros, compensados por una pasión inculcada desde niño, ferviente defensor de su encaste tradicional, el que le vio convertirse de niño a hombre. La humildad en sus palabras albergan cierta nostalgia que hace prever que el camino está todavía por andar. Y que una de sus principales ideas, es volver al circuito, por trapío, bravura y casta.

Por Juanje Herrero