La corrida de Jandilla lidiada ayer en Madrid resultó un fracaso sin precedentes,  mansa, floja, descastada y abaorregada; vamos, los toros que eligen las figuras a sabiendas de que dentro de esa bazofia siempre sale un toro colaborador para que uno de los diestros se lo pase de puro vicio y, en esta ocasión le tocó a Castella.

Dentro de todo aquel desacato, el mismo Castella tuvo que bregar de los lindo con su primeo, un toro inservible que, sin ninguna mala intención, pero flojo por completo desesperó al diestro que lo intentó con ahínco. Era imposible. Allí no cabía opción de triunfo, lo mató y a otra cosa. Parecía el nubarrón que arrastra Castella desde que reapareció le seguiría acompañado y, de repente salió el cuarto de la tarde, bravo, humillador y encastado y, Castella le hizo una faena un tanto desigual pero, amigos, el toro trasmitía y eso en los tiempos que corremos se valora mucho. Varias tandas por el derecho resultaron emotivas pero, el pitón era el izquierdo al que, Castella le sacó unos naturales bellísimos que, en realidad nos supieron a poco. Para mí faltó esa tanda rotunda que disipa la menor duda. Castella creyó que la faena estaba hecha y mató de una gran estocada. Dos orejas benévolas, pero no olvidemos que la gente las pidió con auténtica exageración. Mucho triunfalismo pero, ante tanto fracaso, ver triunfar a un torero enloquece a cualquiera.

Manzanares tuvo un primer enemigo un tanto encastado pero, falto de fuerzas al que el diestro lidió de forma despegada y sin alma; es decir, lo que tenia el toro se lo sacó pero sin el menor convencimiento. No hubo la menor conjunción y hasta le tocaron cuatro palmas al diestro. En su segundo, otro toro inválido no dejó brillar al alicantino que, por lo que parecía, tampoco estaba muy predispuesto para ello. Actuación anodina la de Manzanares que no pasará a la historia.

Pablo aguado se toó con dos enemigos estúpidos; el primero sin alientos para nada y el segundo mucho peor, Aguado lo intentó el hombre pero aquello no tenía solución. Eso sí, que siga apuntándose a este tipo de corridas que, fracasos como el de ayer conseguirá muchos. Vamos que, de no ser por el toro de Castella, aquella tenía tintes de entierro de tercera.