Decían que en este borrador de feria —me niego a tildarlo como un San Isidro— la tarde fuerte era el mano a mano. La tarde de relumbrón, la de postín, la de enseñarse y dejarse ver. En los tendidos García Paje, Carmen Lomana, el admirado Pepe Ribagorda… En el pseudocallejón la huracanada Ayuso y la Infanta Elena. Lo dicho, tarde para dejarse ver con un cartel aparentemente atractivo para el público, para la masa, no tanto para el aficionado. Los toros más que perdonables, pues eran de Jandilla (1º y 2º), Garcigrande (3º y 4º) y Cuvillo (5º y 6º), las tres ganaderías muy soporíferas por lo general, y remataba el cartel un mano a mano bastante esperado: Roca Rey frente a Pablo Aguado, que llegaron vestidos de forma opuesta. El primero de blanco y oro en un traje de corte moderno y bastante vulgar, pero con un hermosísimo capote de paseo. El segundo con un traje negro y plata de los más bonitos que seguramente veamos esta temporada.

El primer toro de Vegahermosa, Jandilla en definitiva, pasó sin pena ni gloria por el peto. Muy flojo de salida hirió en banderillas a Juan José Domínguez. Esto es lo que pasa cuando el matador no quiere echar el capote abajo a los toros y que los devuelvan. Aparentemente además, el animal presentaba un bulto un tanto extraño en la parte alta de la paletilla derecha que fue hinchándose con la lidia y haciéndose bien visible en el momento de la estocada. Seguramente esto último debido a alguna banderilla que lo tocara.
Inició la faena por estatuarios poco vistosos con el mismo planteamiento de siempre. Toreó despatarrado, retorcido, con una colocación pésima y toreando con el pico. No se preocupó de ligar los pases en ningún momento pues los encadenaba al uso del resto de sus faenas. Anduvo chulo frente a un toro huído, de pocas fuerzas y con la boca abierta desde la primera tanda. Incomprensiblemente, la banda tocó la música ya en la primera serie. Desde luego, el espectáculo era grotesco por malo, y sus muecas parecen ser como si estuviera en una batalla que brillaba por su ausencia. El tramo final acabó en las cercanías de un toro flojo y con poco valor, más bien mucha comodidad frente al bobo y agotado animal. Le tocaron un primer aviso y tomó un volapié mal ejecutado tapando la cara del animal que rodó sin decir ni mu. Para colmo, resultó realmente avergonzante ver a la plaza pedir la oreja por semejante bodrio. El presidente, con buen criterio, la negó y Roca salido en el tercio. Silencio al toro.

El segundo fue un animal de buena planta. Salió muy distraído y flojeando de la pata delantera derecha, razón por la cual su comportamiento de salida fue errático y tomó un oicotazo en toriles por el guardapuerta, al estar muy aquerenciado ahí. Renqueaba de atrás todo el rato y no destacó nada en varas. Hubo quite de Roca por chicuelinas sin más que destacar que una de ellas, al que respondió Aguado con una mejor réplica pero que queda sin rematar. Cabe destacar en banderillas unos buenos pares de Iván García.
Comenzó por bajo llevándoselo a los medios en tanto que Canal + perdía la señal y nos quedábamos sin ver los que no pudimos asistir, tres tandas interesantes, luego repetidas cuando volvió la señal, que pasaron sin mucho interés por la plaza a medida que el toro se iba apagando. Repetidos fallos con espada y descabello hicieron que el silencio se apoderara de Vistalegre.

El primero de Garcigrande tuvo una estampa preciosa, aún estando algo flojo de fuerzas. Pasó sin destacar por las varas aunque haciendo un mejor papel que sus predecesores. De primeras abrió la boca para resistir una soporífera faena, algo mejor planteada que la anterior, por parte de Roca Rey. Una faena igual a cualquier otra que pueda encontrarse suya. Tuvo enganchones que tapó intentando llevar la mano en exceso baja, como es habitual fue una faena de colocación pésima pero, por elementos que escapan a mi entendimiento, la gente estuvo con él y le cortó las orejas al toro. Está claro que a la masa: pan y toros de la calidad que sean.

Para el cuarto, Aguado recitó un excelente saludo capotero que puso a Vistalegre en pie. Tomó un puyazo de forma excelente: recargando y empujando al jaco, pero en la muleta se vino a menos. Llegó Aguado picado, empezando con una soberbia tanda de doblones, pero que a la postre resultó lo único destacado de la faena, que fue agotándose con el toro. Dejó Aguado un buen volapié en todo lo alto. Se tragó la muerte el toro y finalmente unas palmas se escucharon en la plaza con poca repercusión.

En este 5º la veda de «vivas» quedó abierta, y se inauguró la temporada con un clamoroso y cansino viva España. Este Aguador fue un toro apocado, pequeño, casi de chiste al lado del alto Roca. Fue muy parado ya de inicio y fue dando señales de flojera, siendo muy poco esperanzador. Salió huido del primer picotazo del varilarguero. En el segundo encuentro, más largo, se durmió y no destacó más que por su inmovilidad. Continuó la tarde pesado y rutinario Roca con sus quites por la espalda, que lo poco gusta y lo mucho cansa. Buen tercer par de José Chacón que lo dejó asomándose al balcón de los pitones.
Al uso, tiró Roca Rey de una faena prehecha, en la que se saca al toro de los adentros con la trinchera, el pase por alto y dos pases más. Le gritaron, con mucho tino, «ponte recto» desde el tendido. Pero erre que erre Roca Rey siguió retorciéndose y con su colocación infame. El toro se fue parando poco a poco y se empeñó Roca en seguir pese a no arrancar ni un olé. Estaba claro que las orejas estaban bien baratas. Dejó tres cuartos de estocada y un toro degollado que rodó casi ipso facto.

El último cartucho de Pablo Aguado fue un imponente toro de aterradora presencia, con muchos pies y echando las manos por delante. No peleó en varas, se dejó pegar, pero como pudo se aguantó en pie. Fue mejorando con la faena en cuanto a fuerzas y gracias al buen hacer de Aguado y a su temple. Pero lo que mejoró en fuerzas empeoró en entrega y lo que pudo romper para servir a una buena faena acabó en un toro manseando y defendiéndose por el izquierdo e incierto por el derecho al que, aún así, Aguado cuajó una buena faena. Se vio truncada la posibilidad de premio cuando al agarrar el volapié el toro lo prendió por el muslo derecho y lo corneó, mandándolo a la enfermería.

Mala suerte para Aguado con sus toros y habilidad de Roca para aprovechar el público presente en la plaza, lo que dejaron un aire gris en la tarde, así como sus trajes combinados: blanco y negro. Mala dicha y color gris.

Por Quesillo