“Sabes que vas en el camino hacia el éxito si sólo lo que deseas es hacer tu trabajo, incluso si no te pagaran por ello”. Esta frase no es mía, corresponde a la icónica presentadora Oprah Winfrey, que lucho toda su vida por llevar acabo su sueño, hasta que fue reconocida por toda una profesión. El sueño de María del Mar Santos comenzó siendo niña, sobre los 8 años, empezó a conectar con el mundo del toro, y su droga no la volvió a dejar salir de él.

Una niña atrevida, intelectualmente inquieta, que siempre buscaba algo más de adrenalina, una pizca de sal y pimienta que dieran sabor a su vida. Empezó con el judo, deporte que la llevo a competir en campeonatos nacionales, y ser considerada una joven promesa del deporte olímpico. Un día, hizo clic dentro de ella, y se dejó seducir por las luces del chispeante, el kimono se guardó, y los trastos de torear fueron su catequesis diaria.

Tenía tanta afición y tan claro lo que quería ser toda su vida, que ante la negativa de sus padres, ella solo pedía por reyes entrar en la escuela taurina de Badajoz y ponerse a las órdenes de Luis Reina. Un año después, sus padres aceptaron el envite, pensando tal vez, que esta niña se podría cansar, o coger miedo, pero la pasta de esta torera es de persistir en sus sueños, por difíciles que sean. A los tres meses de entrar en la escuela ya estaba toreando becerradas. Fue una alumna viva y capaz, llena de amor a la profesión y respeto al traje de luces.

Tal vez, si la vida es justa, y las oportunidades llegan, un dia esta mujer, reciba parte de lo que ha dado a la profesión. Dignificando el toreo, con esfuerzo y esmero, siempre dispuesta a torear, por más “palos” que le den los toros, por más veces que ha besado el albero, por tantas noches en vela en los hospitales, el amor es tanto, que su vida se dedica en cuerpo y alma al toro.

A los 15 años el destino le tenía preparado una prueba de fuego, no fue un toro, fue un caballo que la golpeo violentamente partiendo mandíbula, pómulo y dejándola en coma varios días. Casi 15 kilos perdió en los meses de recuperación, algo duro para tan solo una niña. Incluso antes de estar recuperada totalmente, cogió los trastos y se fue a entrenar. Así es su carácter, su personalidad, luchar hasta vencer, dar todo por un sueño.

A los 20 añitos, debuto con los del castoñero, exactamente en Villanueva del Fresno, con una novillada dura y exigente, en la que cortó un apéndice pero en la que se pudo apreciar el valor seco que lleva en su interior. Mucho valor hay que tener en la vida para dedicarse a lo que uno ama, sin saber cuál será su futuro, en ocasiones sin recibir nada a cambio, pagando el peaje de la sangre.

No es la apariencia, sino la esencia lo que hace especial a esta novillera, que lleva por bandera y como credo los valores más profundos del torero, integridad, verdad, compromiso, lealtad, honestidad y respeto. Algo que hoy en día es muy difícil de encontrar. Su lucha diaria por crecer en una profesión, que en muchas ocasiones le da la espalda. Muchas son las veces que ha caída, pero siempre se ha levantado, desafiando al destino, a los amantes del improperio y a otros tantos que no tienen fe. Ella es fuerte, porque cada brecha, cada cornada solamente hacen crecer su afición, con la mira puesta en su camino, dando siempre el pecho, la femoral, poniéndose con la verdad, en la zona de la gloria o la enfermería.

Las personas que solamente piensan que son capaces de hacer algo, no lo harán nunca, aunque tengan las aptitudes, pero ella tiene también su actitud. En lugar de dejar que las dificultades le desalienten, la inspiran de una manera mística. Esta dureza está forjando una novillera que si tiene una oportunidad, un día va demostrar todo lo que lleva dentro.

Con las ideas claras, le da igual lo que salga por chiqueros, le encantaría ir al Valle del Terror, territorio del miedo, cruzar los pirineos y verse en “acartelada” en Francia, su apuesta es firme y segura. Todo tiene su toreo, quiere lo grande y duro para demostrar de que pasta está hecha.

No dejes que nadie te diga qué puedes hacer y qué no, o lo que puedes lograr y no. No lo permitas. Porque tu sueño no es quimera, es real, y en algún momento llegara tu oportunidad.

Por Juanje Herrero