Un sábado del mes de febrero del año 2016 tuvimos la oportunidad de visitar, en el estado de Tlaxcala, la ganadería “La Joya”, de la familia González; Juan Carlos, uno de los propietarios, nos recibió con su acostumbrada amabilidad y nos hizo una amplia relación de las labores, las faenas y los quehaceres que se realizan en la dehesa. Después nos dirigimos al campo donde pasta el ganado bravo y tuvimos la oportunidad de ver en su hábitat natural los maravillosos ejemplares de esta casa ganadera.

Más tarde inició la tienta de algunas vacas; Rodolfo Rodríguez “El Pana”, la matadora Hilda Tenorio y algunos jóvenes aspirantes fueron los encargados de tentar. Los ganaderos tomaban notas, comentaban entre sí y daban indicaciones a los actuantes. Para un aficionado común es un maravilloso acontecimiento asistir a un evento de esta naturaleza; vivir la Fiesta así, de primera mano, en el lugar donde nacen y se desarrollan los toros que vemos en las plazas, es una experiencia inolvidable.

Pero la experiencia no terminaba ahí; después de la tienta tuvimos la oportunidad de convivir con los matadores; una charla amena y muy interesante se desarrolló en torno a la mítica figura de “El Pana”, el cual, entusiasmado, hablaba de su inminente confirmación en la catedral del toreo mundial: las “Ventas” de Madrid. Incluso, hizo alusión al terno blanco y oro que portaría en esa ocasión tan especial…

Pero el Destino, el inexorable Destino, tenía otros planes… Esa confirmación jamás llegaría; dos meses y medio después de aquel sábado “El Pana” era alcanzado por un toro que acabaría con la carrera de uno de los más controvertidos y maravillosos toreros mexicanos: “El Brujo de Apizaco”, Rodolfo Rodríguez, “El Pana”.

Alberto Hernández, escultor mexicano.