Una extraordinaria entrada registró la Plaza de toros México en esta lluviosa y fría tarde de aniversario. Casi tres cuartos de entrada para presenciar este evento que llamó la atención de aficionados de linaje, así como los que apenas comienzan a introducirse en el mágico mundo de la tauromaquia.

Se lidiaron toros de las ganaderías de San Miguel de Mimiahuapam y Begoña propiedad del recién finado Alberto Baillères. Presentados, con diversas hechuras y en su mayoría con una mansedumbre que va más allá de los límites permitidos.
Cabe recordar que en la última temporada, la ganadería fue sancionada al tenerse que clavar banderillas negras a uno de sus toros por la falta de casta tan evidente.

San Miguel de Mimiahuapam fue fundada por don Luis Barroso Barona, un ganadero que hizo historia en México, creando una línea tan perfecta que era el sueño de cualquier torero. Vendió a don Alberto en 1972 y aunque siguió teniendo años muy buenos, hoy por hoy es una verdadera vergüenza.
Y lamentamos mucho la muerte del ganadero, pero la realidad no se puede ocultar, “lo que se ve, no se juzga”, dice el dicho. Y es que por más propositiva que trato de ser, no encuentro el camino.
Vuelvo a insistir. SIN TOROS BRAVOS NO HAY FIESTA BRAVA.

Julián López “El Juli” es sin duda uno de los toreros hispanos consentidos de esta plaza y hoy hubo de pechar con un lote “infumable”.
En su primero porfió llevándolo a media altura para evitar que se cayera, pues además de mansos, eran débiles. Tocándolo justamente y templando cada una de las embestidas para conmover a la audiencia que estaba ansiosa por celebrar un triunfo.
Me da hasta pesar hablar de estos primeros cuarto toros que de verdad no son dignos ni de ser mencionados.
Su segundo de Mimiahuapam fue por el mismo tenor. Y Julián hizo el intento por todos lados pero el marrajo rajado, débil, sin condiciones para presentarse en esta plaza, no quiso saber nada a lo que abrevió el diestro pinchando en repetidas ocasiones y apenas a unos segundos de que se fuera vivo, acertó con el descabello consiguiendo una bronca y repudio de la gente del tamaño de la misma plaza. Y es que a veces es mejor un gran fracaso que pasar simplemente desapercibido.
Ante las circunstancias “El Juli” regaló un toro. Desde la capa hubo más emotividad aunque lo manso le venía en la sangre.
“Platón” es sin duda en uno de los filósofos más importantes de la historia. Sus preceptos siguen teniendo validez. Fue el maestro de Aristóteles y es sin duda su legado la semilla más pura de la filosofía griega a la humanidad.
Discípulo de Sócrates, es quien plasma la conciencia del que él consideraba el más grande.
El conocimiento solo es conocimiento cuando no se utiliza. Cuando se lleva más allá da lugar a la sabiduría.
Sin duda alguna y recordando la teoría de la reminiscencia, “El Juli” tiene que haber sido torero en otra vida. Y su gran capacidad que lo hace transformar a un bicharajo en un humilde Cordero, le debe venir tal y como lo escribió Platón en su famosa Alegoría del carro alado. Y es que esa capacidad que tiene para entender a los toros y transformar una embestida violenta y descompuesta en un muletazo templado y ajustado no puede hacerlo más que un sabio,
Cambió por completo la visión que teníamos, nos metió a la Caverna donde nos encontrábamos enfrascados aceptando los cánones que nos había dictado la corrida en sí. Nos abrió los ojos a la luz y nos sacó de las sombras para mostrarnos otro camino. Su erudición hizo vibrar los asientos, hervir la sangre y recuperar el aliento que nos estaba siendo arrebatado.
Son esos momentos donde la vida toma el real sentido de la misma haciéndonos uno, recordándonos la gran importancia que como decía “Platón”, tiene el alma en el cuerpo. Lo que le da forma, belleza y colorido a nuestra Fiesta de toros.
Lamentablemente una media no fue suficiente para que doblara el de Begoña y al descabellar erró perdiendo las orejas que le aguardaban junto con el cariño del público.

Octavio García “El Payo” cortó una oreja muy protestada que hubo de regresar, al quinto de la tarde.
Por momentos se acomodó. Paso a paso le pegó algunos muletazos sin lograr hilvanar una faena y lograr coser los pitones a la sarga pues con la cara arriba y deslucida
mente trataba de arrebatar las telas hacia el final de los muletazos. Mató al encuentro, quizá el momento más emotivo de su actuación.
El juez, que un día antes negó el rabo a un novillero, que justificó de todas las maneras su actuación y que era coreado por toda la parroquia, raudo y veloz soltó la oreja para “El Payo” acto que fue protestado ya que no había suficiente petición, pero pues parece que sus intereses van mucho más allá de la Fiesta misma.
Al primero, al que no le pegó un pase. Un “asqueroso” lo mató con la misma técnica siendo ovacionado.

Miguel Aguilar es uno de los jóvenes que están refrescando nuestra baraja y que nos ha traído un sabor diferente.
Su toro de alternativa se defendía más allá de embestir. Su cobardía ponía por delante sus embates a lo que él hidrocálido tenía que reaccionar hábilmente para poder estar por encima de él y someterlo.
Triste que una ganadería que algún día fue de las más bravas de este país haya caído en este barranco que cada vez se vuelve más profundo y del que se ve difícil que pueda salir. Si don Luis viviera, seguro que ésto lo mataba.

Fue el sexto de la tarde el que salió del redil. Un toro cárdeno con buenas hechuras que en nada se parecía a sus parientes y que se compadeció del recién graduado.
Tuvo alegría en la embestida, y aunque tampoco fue ese bravo de antaño, cooperó debidamente en los tres tercios.
El vino tempranillo es uno de los más comunes en España. Hay 54 denominaciones de origen en el país y 28 de ellas corresponden a ésta, la llamada “uva de los mil vinos”
Su tiempo de maduración no supera los 18 meses, lo cual lo hace un vino joven de acidez media con una graduación entre los 11 y los 14 grados por lo que puede ser el maridaje perfecto en cualquier comida.
Tabaco, cuero, cereza, vainilla, clavo, son las notas características de esta uva que siempre es agradable en boca.
En 2020 el vino tempranillo considerado como el mejor del mundo fue el riojano Seda de Oro Reserva, cosecha 2016.

Miguel Aguilar deja ese buen sabor, tiene esas finas características que lo harán sin duda destacar en cualquier cartel, que lo llevarán a impregnar de jovialidad y carisma los tendidos.
Pudo eslabonar una cadena de filamentos de oro, que dejaban esa estela en el gélido viento. Ensimismado, compartió su fantasía integrando al público en ese encuentro místico que yo llamo magia, cuando se conjuntan toro y torero. Artísticamente sometió al que debía cerrar plaza para agitar las emociones y conseguir un anhelado triunfo. Los pañuelos ondeaban como si una bandada de gaviotas que revoloteaban en el firmamento estuviera solicitando los apéndices.

Y a regañadientes, cual si no entendiera lo que sucedía, sacó ambos pañuelos el llamado “juez” que bien debería evaluar sus propios conceptos y retirarse del biombo porque vaya daño que ha estado haciendo.

Asi Miguel Aguilar se convierte en el triunfador al cortar las dos orejas y colocarse en unos de los toreros interesantes de esta nueva generación que de verdad nos da ánimos para creer que nuestra amada Fiesta no morirá mientras haya un torero en el ruedo.

Hoy se celebra una corrida más de esta feria de Aniversario, en la que Joselito Adame, Andrés Roca Rey y Héctor Gutiérrez quien toma la anternativa, lidiarán un encierro de “La Estancia” que esperemos posea la bravura que amerita ser lidiada en ¡la Plaza mas grande del mundo!

Por Alexa Castillo