Un tercio de plaza en lo que fue la segunda corrida de la temporada Grande en la Plaza de Toros México.

Se lidiaron 6 toros de la ganadería de Bernaldo de Quirós faltos de trapío y de casta. Algunos con buen estilo. Apenas acariciados en el primer tercio por los de a caballo.

Cuando se habla de Morante, inmediatamente la ilusión del arte sublime que desborda pasiones y que mece los geranios de los jardines sevillanos, viene a la mente de los que sensiblemente perciben con todos sus sentidos el aroma del buen toreo. Y es que no cabe duda alguna de que es un mago, que puede encantar a los tendidos tanto como a los entendidos. La belleza que traduce sus maneras es el cincel del escultor que cuida cada detalle, que enjaeza los toques como un regalo que siempre se espera recibir cuando se tiene afición. Y así fue el segundo del de la Puebla. Sedosidad en el molde en el que vació suavemente el bronce de su creación, y la respuesta fue inmediata, explosiva y rafagueante, ensoñadora, vibrante, que deja el sabor del vino fino en el paladar, pero…. dónde queda ese valor, esa obra, cuando el bronce no es de calidad, cuando el ingrediente principal, la materia prima, no puede conseguir esa aleación perfecta. En definitiva a la vista la obra es bella, casi perfecta, pero…

Evidentemente el público de la México quiere ver triunfos, sólo hay que exigirlos conforme a lo que se paga y eso no es lo que nos dan. Dice el dicho muy mexicano, “atole con el dedo”.

Se llevó una oreja tras una buena estocada y la gente, un falaz hipnotismo.

Con su primero el estaño prevaleció por encima del cobre y cuando eso pasa ni el más artista logra que su creación rinda frutos.

Joselito Adame tenía que venir a refrendar su triunfo de la temporada pasada, pero definitivamente algo afectó el hecho de no haber toreado en España este año.

Siempre con disposición y voluntad y habiendo salido por la puerta de toriles un ejemplar que pese a su poca presencia nos daba esperanza, ya que tenía emotividad y fijeza, se arrancó de largo al capote y así los parroquianos comenzaron a frotarse las manos pues se vislumbraba un trasteo interesante.

Sin embargo no fue hasta el final de la faena que el hidrocálido entendió cuál era la distancia, ya que incómodo embestía el de Bernaldo a la muleta, alcanzando sus vuelos una y otra vez sin temple alguno. Una vez que logró comprender lo que a la vista era evidente se enredó logrando un par de tandas plausibles. Entró a matar con una estocada a un tiempo sumamente defectuosa que incomprensiblemente le entregó una oreja de manos de un juez al que hemos de regalar unos catalejos, pues alguien en su sano juicio ni siquiera hubiese pensado en otorgar un premio

Con su segundo mismo que se estrelló contra la barrera  al salir de un par de banderillas, y que parecía haberse lesionado, fue donde se encontró. Se enrolló con el, acompañándole y jugando afanosamente para conseguir trazos pintureros. Lamentablemente erró con el acero impidiéndole entonces sí, alguna recompensa.

Ernesto Javier “El Calita” venía precedido de un año muy abundante, a la cabeza del escalafón mexicano. Ya el año pasado había dejado ir la gran oportunidad en la corrida de Aniversario, justo en la que Joselito firmó su nombre con letras metálicas. Y tal parece que ni el año de foguearse por todo tipo de plazas, ni su gran equipo formado por dos directores artísticos y su apoderado improvisado, pudieron mostrarle la implicación de ser torero.

Su primero, rajado como la mayoría de sus hermanos no presentaba el reto del siglo y pese a algún muletazo con eslabones, no rompió.

En el segundo vendría la catástrofe. Y es que con esos mansos y con esa oportunidad de cartel, tendría que haber puesto algo más de su parte. No hay que mostrar solo valor a los tendidos, hay que entender a los toros, hay que indicarles el camino, como lo hicieron sus alternantes, hacerse de ellos, y más si se carece de clase. El toro vivo a los corrales y dicen por ahí que en realidad no sucede nada, que todos han pasado por ahí, pero en el escalafón también encabeza la lista de toros que se han ido vivos al corral este año. Un torero que si pretende seguir por esta difícil senda, tendrá que reflexionar y con esa enorme y vanidosa estructura taurina en su administración, replantearse su estrategia, ya que el público ha sido benévolo considerando que en mucho tiempo no tuvo oportunidades, pero no será así de aquí en adelante.

 

La semana entrante serán Miguel Ángel Perera, Arturo Saldívar y Gerardo Adame, los que lidien un encierro de la ganadería de “La Estancia”

Por Alexa Castillo