La corrida de Adolfo Martín ponía punto y final a la primera feria post Covid de la temporada. Una corrida cinqueña, con trapío aunque algo desigual.  El debut de Adolfo en la plaza de toros de Ávila nos dejó cosas interesantes. Salvo el 1 todos los toros fueron en varias ocasiones al caballo, con momentos de arrancadas de largo, que hicieron al público disfrutar.

Una corrida en líneas generales con posibilidades, hubo nobleza, hubo genio, hubo bravura y en mayor o menor proporción hubo sentido, algún toro algo soso. Cada toro tuvo una cualidad, aunque al final estuvieron algo justo de fondo.

Octavio Chacón cortó la primera oreja de la corrida, al primer toro. En todo momento mostró sus cualidades como buen lidiador con el capote. Un seguro de vida a la hora de hacer una buena lidia al toro.  Ambas faenas tuvieron un punto en común, fue la distancia y el exceso de precauciones por parte del torero. Citando con el pico y escupiendo la embestida para fuera, en ningún momento quiso apostar de verdad por los toros. Su primer oponente fue mucho más claro, que el incierto y andarín toro “Baratero” -4º-. Oreja y ovación.

Morenito de Aranda puso el toque distintivo de la tarde. Ante su quinto toro  de nombre “Mario” formo un lío gordo. Poco a poco, metió al toro en la muleta, y se fue abandonando. Mostró un torero de arte, de sabor y de quilates. Varias tandas de naturales que tal vez sea lo mejor que se vea en la temporada 2020. Replicadas con tandas de derechazos encajadas. Remates con gusto, trincheras, pases del desdén y de pecho se sucedieron en una faena que calo hondo en la afición. Con las yemas toreo, abandonando su cuerpo, pero sin olvidar su alma, en cada lance iba regando de inspiración la faena, que hubiera tenido un premio mayor, si no llega a ser por el pinchazo. Hoy no ha tenido la tarde con la espada. Al final, la oreja supo a poco, ante la faena de la feria. En su primero -2º de la tarde-, un toro reservón, gazapón y con sentido poco le pudo sacar. Silencio y Oreja.

Gómez del Pilar entró como sustituto de Manuel Escribano… apenas unas horas para mentalizarse, llego a Ávila con mucha predisposición. En su primero de la tarde destacó el ramillete de verónicas con la que obsequió al aficionado. La palabra “lucir” cobra sentido en sus faenas, porque eso fue lo que hizo a sus dos toros en la suerte de varas. Sin una pizca de egoísmo, quiso hacer las cosas con calma y bien. El tercero de la tarde apuntaba maneras, pero poco a poco, se fue diluyendo al igual que la faena. Estocada trasera. El sexto de la tarde, un toro bronco y rebrincado, tal vez por el tiempo que tuvo para reponer en la segunda vara. El torero tuvo ilusión, pero hacía falta mando, y sitio. Bajonazo. Oreja y silencio.

Por Roberto García

Foto Jorge Delgado