No sé de qué habrán servido más de veinte siglos de civilización si a diario se nos ofrecen conductas brutales que avergonzarían hasta a los hombres de Cromagnon. El bestial comportamiento de la Policía ‘Baska’, dándole una paliza a un taxista indefenso que los recibió sin ningún síntoma aparente de peligrosidad social, descalifica a estos profesionales de la Ertzaintza, como celadores del orden para convertirlos en unos vulgares matones del peor estilo.

Si alguna vez tiene la Justicia motivos sobrados para encarcelar a unos claros infractores del abuso de autoridad no tiene más que repasar ese impresionante vídeo, divulgado ampliamente en todas las televisiones como una vergüenza de la humanidad, y proceder ejemplarmente contra esa banda de camorristas disfrazados con un uniforme consagrado a la defensa de los ciudadanos.

Es intolerable la actitud agresiva del primer policía cuando se lía a golpes mientras el taxista levanta los brazos. No puede alegar ‘resistencia a la autoridad’, ni que fuera armado para justificar tan brutal comportamiento. Pero lo peor es que acto seguido empiezan a llegar más ertzaintzas enarbolando porras y se lían a golpes, cuando el taxista ya está en el suelo completamente indefenso. Y luego a darle patadas.

Sería deseable que estos policías mostraran la misma contundencia cuando se enfrentaran a un sospechoso de ETA. Sería también deseable que ese celo profesional lo emplearan también en la persecución de los terroristas, donde rara vez serán distinguidos estos funcionarios de la chaqueta roja por su eficacia en la persecución de dicha banda armada. Me gustaría ver a estos ‘valientes’ llegar a esos barrios de Bilbao donde se reúnen los batasunos y que les hicieran un vídeo inflándolos a hostias como han hecho con el pobre taxista. A ver si tienen tantos cojones como para agredir a un trabajador que participaba en un acto legal en defensa de sus derechos laborales.

Esta vez las chaquetas rojas recordaban las guerreras de los grises en aquellas brutales represiones, cargando contra los estudiantes en los años cincuenta. Creía que eran ya estampas de un pasado vergonzoso. Pero la brutalidad policial sigue vigente para vergüenza de todos. Imagino que los responsables del Gobierno vasco tendrán ya argumentos para exculpar a esta banda de matones, indignos de representar el orden público, ni de llevar un uniforme. Y que dejen de una vez de hablar de fascismo porque ese episodio del vídeo es puro fascismo. El único consuelo que nos queda es que gracias a la libertad de expresión, ahora podemos ver cómo se pisotean los derechos de un ciudadano libre.

Agresión a la supuesta civilización de la nación más poderosa del mundo es el adiestramiento de niños en el manejo de las armas, como hacen los padres de los dos asesinos del colegio de Arkansas, protagonistas de uno de los crímenes más repugnantes. Maldita sociedad ésa donde también los niños aprenden a matar… a otros niños.

Agresión pedante de la Televisión al ignorar la presencia y la figura de Santiago Martín en la gala de los premios de Bellas Artes en Sevilla. Ya sé que estas medallas son una chorradita social, donde muchos de los galardonados tienen muy poco que ver con la cultura o con el arte. Pero la Televisión tiene el deber de informar con cierta ética hasta de estas frivolidades y ‘El Viti’ es un personaje mucho más respetable que otros figurantes que chuparon el papanatismo de las cámaras, sin ninguna razón de protagonismo.

Agresión ‘legalista’ pisoteando la Constitución, la del sindicato de Abogados de Herri Batasuna, defensores de los criminales de ETA, con esa sucia maniobra de ‘señalar’ a seis jueces vascos que se han negado a admitir que se celebran los juicios hablando en euskera y exigiendo a los jueces la obligación de expresarse en vasco.

La Constitución admite que en las comunidades autónomas los procesados se expresen en su lengua y para eso hay un traductor. Ahora los leguleyos batasuneros, rechazan al traductor y quieren que un señor de Valladolid o de Valencia, aprenda a hablar euskera si quiere ser juez en Bilbao, donde en los hoteles y restoranes se habla en castellano al que va a dejarse allí el dinero. Y jamás en euskera. Entre unas cosas y otras parece que todavía estamos en la Edad Media. Los policías vascos parecían esbirros feudales de horca y cuchillo. ¡Déspotas!

Alfonso Navalón, marzo de 1998

Para que todo no sea tan horrible, valga el lienzo de nuestro compañero Giovanni Tortosa que alegra este ensayo.