De pronto sientes asco y vergüenza de vivir rodeado de tanta barbarie, de qué mientras los científicos sueñan la quimera de explotar el agua que supuestamente existe en la Luna, aquí, en la civilizada tierra, la gente se comporte como caníbales. Que mientras se especula con fabricar en Cataluña un hormigón especial para fabricar viviendas subterráneas en la Luna para utópicas estaciones orbitales, aquí se mueren miles de niños diariamente por el atroz mordisco del hambre y también todos los días los telediarios nos dan cuenta que fanáticos enloquecidos fusilan y degüellan poblados enteros de bandas rivales, sin distinción de mujeres, ancianos y niños.

Y mientras los imperialistas yanquis siguen con ese derroche diario de miles de millones para mantener el aparato militar asustando al loco de Husein, una niña colombiana nos cuenta que miembros de la propia Policía estatal la violaron repetidas veces por el ano y la vagina. Ése es el vídeo que habría que divulgar con esa cuadrilla de energúmenos, armados para defensa de la ley, abusando de una criatura de 9 años. Ése vídeo atroz sería la prueba más patética del grado de salvajismo que estamos padeciendo, mientras los diplomáticos de las grandes potencias se reúnen para despilfarrar millones en polémicas estériles, donde muchas veces se juega sólo con la vanidad.

Ese cuadro de las mujeres de Afganistán, secuestradas como bestias de carga y sin ningún derecho a la mínima dignidad humana, es un tema mucho más importante que la estúpida decisión del Gobierno español de adquirir unos tanques carísimos que no nos servirán para nada. Que sólo son un regalo infamante para tener entretenidos a los desocupados militares y jueguen a la guerra a costa del presupuesto nacional. Unos tanques que valen miles de millones que además no nos hacen falta para nada y que dentro de diez años estarán ya destrozados por los manazas de los cuarteles, o inservibles porque la tecnología bélica los ha dejado anticuados.

Y mientras el Gobierno, con mentalidad fascista, se gasta ese chorro de millones en los juguetes de un Ejército inútil, las calles de España se pueblan de víctimas de sida y de la droga. Mucho más provechoso sería invertir esos tanques en crear centros de ayuda para rescatar a ese inmenso rebaño de jóvenes perdidos por la droga. Pero ocurre que en cada redada de traficantes siempre aparecen inculpados un grupo de guardias civiles o policías que se han hecho de oro como auténticos criminales, comerciando con las vidas de jóvenes desvalidos. Aquí está visto que necesitamos otra Policía para vigilar a las Fuerzas del Orden.

Los jueces se quejan de falta de medios, de la precaria situación de los juzgados, de la desesperante lentitud de las sentencias. Y luego pasa lo que pasa. Que los criminales políticos se quedan sin castigo porque los sumarios se retrasan años y años y cuando llega el juicio resulta que el delito ya ha prescrito. Habría que revisar esas normas del Derecho donde al cabo de unos años un criminal deja de serlo, como si las víctimas y los delitos pudieran archivarse. Clama al cielo la actitud de los generales chilenos que han logrado la impunidad de uno de los mayores criminales de la historia.

El general Pinochet, en vez de fusilarlo, lo nombran generalísimo honorario de los ejércitos y senador vitalicio para burla universal de la Justicia y así se ha pasado página a aquella bestialidad del asalto al Palacio de la Moneda con el bárbaro asesinato del presidente Allende y la brutal represión que le siguió. El intolerable poder de los sables absuelve a otro criminal, como un vergonzoso capítulo más de los muchos países dominados por los militares o los curas (aunque sean fundamentalistas. Pero curas al fin.)

Y ya como vergüenza civil, enquistada dentro de la tradicional nobleza del deporte, todavía colea el comportamiento salvaje de los ultras del Real Madrid, invadiendo Alemania con símbolos nazis, capitaneados por un cabecilla con un historial como para condenarlo el Gobierno español a estar tres años sin pisar un estadio. Y todo esto ocurre dentro de un club tan ‘señorial’ como el Real Madrid, símbolo del franquismo y ahora de la democracia. Un club gobernado por un destacado dirigente de Fuerza Nueva que, al parecer, está pagando los viajes de esta banda de forajidos del deporte. ¡Qué vergüenza!

Alfonso Navalón, marzo de 1998