La fiesta de Carnaval tenía una gloriosa justificación cuando la cristiandad vivía la larga abstinencia de la Cuaresma, sin bailes, y sin fiestas. Aquello era una penosa agonía del invierno hasta que llegaba, con la primavera, el Domingo de Pascua. Mientras tanto hasta las señoras putas eran exiliadas de las ciudades y el pueblo vivía una penitencia donde los únicos que gozaban de sus privilegios eran los clérigos, atormentándonos con el fuego eterno, los ejercicios espirituales y sobre todo tratándonos de convencer de que fornicar era una tremenda desgracia física y moral. La gente incrédula y desvergonzada decía que la Semana Santa con sus procesiones del ‘perdona a tu pueblo Señor’ era el Carnaval de los curas, por la variedad de antruejos litúrgicos con que se emperifollaban esos días.

Ahora la cuaresma pasa desapercibida y prácticamente es Carnaval durante todo el año. Las máscaras de la política, de las finanzas o de los grandes escándalos sociales surgen a diario y donde menos lo esperas. Ahí está el reciente esperpento de Luis María Anson, dejando en ridículo a los más venerables estamentos de la patria, donde el ex director de ABC con pertinaz apariencia de respetable honorabilidad se ha quitado la máscara, dejando al descubierto a un cretino conspirador sin el menor sentido del ridículo. El Carnaval del mundo nos enseña cada mañana su disfraz más sorprendente.

Alguna crueldad espeluznante como la de esa prostituta italiana llamada ‘Lady Sida’ que ha contagiado la terrible enfermedad a más de cinco mil ciudadanos que a su vez han multiplicado la cadena de infectados. Menos mal que el sida es una epidemia moderna. Si llega a surgir en los gloriosos años del nacional catolicismo, no quiero ni imaginar las medidas adoptadas por doña Carmen Polo, Pla y Deniel o Pilar Primo de Rivera.

Sigo asustado con la carnavalada de Anson, donde Mario Conde, amigo del Rey el más monárquico de los periodistas, formaba un complot para destronar a Juan Carlos y poner una república a su medida. Carnavalesca la figura de Aznar, con su mano derecha (el muy prudente Álvarez Cascos) asistiendo a las reuniones del despacho de Pedro J. Ramírez con Amedo y compañía, mientras Rafael, hermano de Anson, ejercía de cuidador de imagen del gobierno socialista. ¡Vaya revoltijo de patriotas del pesebre!

Mientras tanto las más bellas mujeres del panorama erótico español se despelotan en un desaforado acoso a los futbolistas famosos. Salta la noticia de que Inés Sainz, modelo y ‘Miss España’ se ha cepillado a cuatro jugadores del Real Madrid, empezando por Raúl (¡No me extraña que ya no marque ningún gol!) Ella lo desmiente asegurando que se trata de un grupo de amigas que salen todas juntas con los futbolistas. Es decir ‘un equipo’, porque visto el desenfreno reinante pudiera tratarse de camas redondas. Por otro lado la Mazagatos le quita el novio madridista a Ivonne Reyes y ésta a su vez se lía con el millonario sevillano ‘protector’ de la Mazagatos.

En América el salido de Clinton se gasta su fortuna en abogados para que lo defiendan como practicante del sexo oral en las dependencias gubernamentales. Un profesor de la Facultad de Farmacia de Alcalá de Henares sufre un ataque ‘sentimental’ y acosa durante dos años a una alumna, mientras el rectorado corta el fax y el teléfono para impedir que las compañeras denuncien a la prensa las actividades ‘docentes’ del magister boticario.

Y, gracias a la prensa, en Alcalá han roto el silencio administrativo que sin duda tenían previsto para salvar el buen nombre del claustro de profesores. Y a estas horas no sabemos si ese otro Carnaval de los dólares del petróleo acabará en una masacre en el Golfo Pérsico, donde una vez más, Estados Unidos se empeña en dominar al mundo. Mientras tanto Ana Obregón asegura que Suker no sale por las noches porque está concentrado con ella y se desnuda en una película ‘La mirada del otro’ donde puede verse la edificante escena de un galán masturbándose ante dos bellezas. Y la mafia china pone el veto al rodaje de una película donde aseguran que sale malparada la imagen de los 50.000 chinos que viven en España… Como veréis, no hace falta que sea Domingo de Carnaval para asomarse al esperpento de la vida.

Alfonso Navalón, noviembre 1998