Hay un refrán castellano que dice así  “Prometo, prometo, hasta que la meto y una vez metido se acabó lo prometido”. Está frase puede resumir al 90% de los empresarios taurinos.

Falsos, manipuladores, chanchulleros y tiesos como una vela. Como queremos que la tauromaquia refleje la grandeza de tiempos pasados, si hoy en día pocos son los empresarios que no deben dinero.

Al final, se han convertido en especuladores. Banqueros que juegan con el dinero, trabajo, esfuerzo e incluso la vida de muchos profesionales. Hay que empezar a limpiar un poquito ese entramado de mafiosos de media tinta, que las matan callando.

Desde Huelva a Teruel, pasando por Madrid,  la fauna es abundante y camaleónica. Unos tienen fama, otros las matan callando. En definitiva, todos iguales. El joven, el viejo, el nuevo y el veterano. Estamos abocados al fracaso más absoluto. Lo siento, es así.

Como se puede organizar festejos, sin tener ni un duro. Es un vicio que se ha ido instaurando, y que se ha arraigado, además refleja fehacientemente el estado comatoso de la fiesta en estos últimos años. Hecha la ley, hecha la trampa. Es fácil, cuando no tienes para pagar, cambias de empresa y otra vez a empezar. O simplemente dejas a deber al torero o profesional de turno.

Señores, como dicen en mí pueblo, «para lo que me queda en el convento, me caso dentro». Alguno se va ir con la cara coloroda, por lo menos. Y a otros se le van a quitar la máscara.

Por Juanje Herrero