Ya casi está olvidada la polémica foto del extremeño Miguel Ángel Perera, en la que acariciaba la testuz de una vaca en la plaza de tientas, mirándola cara a cara. Esta foto armó revuelo, pero enfrente se encontraron los férreos defensores del diestro, promulgando que su virtud es el dominio frente al toro bravo.

La tienta es el laboratorio del que sale el toro bravo (sí, bravo). No solo el tercio de varas es vejado, sino que hasta buscando la franela se está tratando de seleccionar al más noble animal. Y encima son capaces de enseñarlo. La crítica de este artículo no va dirigida a Perera, que podría, pero creo más importante subrayar, una vez más en mis líneas, la condición de bravo del toro.

Hace unos días, la cuenta de Instagram @de_grana_y_oro, comentaba la famosa foto, alegando que, el toro debe ser lidiable (para mí, un eufemismo de toreable) y hacía hincapié en el comportamiento de Cazarrata. Sin ser yo el abogado defensor de este toro, por el simple hecho de que no fue bravo, y por tanto creo que no es nada beneficioso que salgan animales así, creo que la imagen que proporcionó no es para nada comparable a la reciente de Perera:

estaríamos comparando el riesgo extremo (cosa que sí alberga un toro bravo en su lidia) con el “dejar estar”, comodidad e inofensividad, cual mascota doméstica. En consecuencia, el paralelismo es totalmente absurdo. Pero, insisto en que no es defendible el comportamiento del cornúpeta de Saltillo.

Dicho esto, pasemos a analizar el concepto de lidiable: dícese del toro que se puede lidiar. ¿Es eso análogo a la bravura? No, un toro puede ser muy bravo por acudir enésimas veces al peto, pero tener una lidia muy complicada de modo que no pueda ser lidiado como hoy día concebimos la lidia. Por el contrario, un toro puede ser completamente manso y dejarse lidiar (es más, mi perra Greta se deja torear a veces). Por lo tanto, ¿defendemos a un toro bravo, y fiero, o a un toro que se deje pegar capotazos?

Y, por último, ligado a esto, alegaba @de_grana_y_oro que, respecto al tiempo de lidia, el toro disminuye fiereza y aumenta nobleza. Siendo mi campo de estudio la Biología, y no la Veterinaria, he de decir que sí tengo la potestad de hablar como aficionado sobre eso de “disminuir fiereza y aumentar nobleza”. Pueden todos los apuntes del mundo hablar sobre ello, yo también he perdido el tiempo en leerlos, pero no hay que tomarlos como un dogma.

En adición, es bastante fácil de rebatir: si conforme aumenta el tiempo, se da esa relación inversamente proporcional de fiereza/bravura, ¿el toro es bravo si y solo si es lidiado durante poco tiempo? Y, por otra parte, recordemos que el toro es un producto del hombre, es decir, se rompen las reglas darwinianas. Ergo, si es cierto eso de que un toro deja de ser fiero respecto al tiempo de lidia, es únicamente culpa del hombre, del que hace la selección artificial.

Si de nuestra propia voluntad salen comportamientos de análogos a la nobleza, es una obviedad que no llevamos un buen camino.
¿Están dispuestos a soportar imágenes de toros con comportamientos domésticos? Yo me niego a defenderlo, y no solo eso, me niego a defender todo lo que se parezca o haga derivar a ello. Sea un ejemplo el caso del concepto lidiable o lo que quiera que digan unos apuntes. Nuestro único argumento es la bravura.

Por Pablo Pineda