Ganadería.- Toros de Juan Pedro Domecq, de aceptable presentación, nobles pero con falta de casta.
Enrique Ponce: Ovación y oreja.
Morante de la Puebla: Oreja y silencio.
Pablo Aguado: Oreja y silencio
Incidencias.- A ojo de buen cubero, casi tres cuartos de entrada aunque oficialmente fue una media entrada. Tarde con viento molesto de levante. Se tocó el himno de España con un exquisito respeto y un minuto de silencio por los fallecidos de la pandemia con la música fúnebre de la banda del Maestro Dueñas.

Por Manuel Sotelino

Todos con mascarillas. Los asientos de los tendidos y gradas separaban a los aficionados con el fin de guardar las distancias físicas de seguridad. A la puerta de la plaza, toma de temperatura y un chorrito de hidrogel como medida de precaución. Todo correcto. La plaza de El Puerto lucía más guapa que nunca, con guirnaldas y bien limpia. Un cartel en el tendido de sol recordaba los cien años de la muerte del Rey de los Toreros, Joselito ‘El Gallo’. Maravillosa la tarde de toros que abría la temporada y la cerraba en el coso portuense y primer festejo taurino en Cádiz.

Mucho público. Se diría que mucho más de la preceptiva media plaza. Sin embargo, tampoco se puede afirmar que fuera lo que era y lo que estaba permitido. Una novedad importante la gran cantidad de jóvenes que entraron en los tendidos y gradas. Muchos nuevos aficionados comienzan a entrar en las plazas de toros. El toreo, según lo que se veía en la plaza, tiene vida larga. Ojalá.

Anunciada una corrida de Juan Pedro Domecq. Tuvo una clara falta de casta, aunque la clase la mantuvo. Pero faltó es palmo de más para conectar con unos tendidos que tenían muchas ganas disfrutar de los toros.

Enrique Ponce en su primer toro, noble hasta la saciedad, estuvo como le dio la gana a pesar del levante que molestó mucho durante toda la tarde. Con capote ya presentó credenciales. En su primera faena se fajó con el toro a pesar del aire. Sacó los muletazos que tenía el toro a base de técnica. Pero donde estuvo bien fue en el cuarto de la tarde. Un jabonero que punteaba mucho y que era molesto. Ponce estuvo muy por encima, como un novillero. Aprovechando los viajes del toro que en el segundo muletazo se los tragaba con largura, y Ponce espigaba la figura. Mientras se tocaba el Concierto de Aranjuez, las ya conocidas ‘poncinas’ finales, un abaniqueo en el que perdió la muleta y se quejaba como un novillero y estocada entera. Oreja.

Morante lo intentó en su primer toro. Lo hizo por ambos pitones. En algunos muletazos con gran garbo y clase. La que tiene el de la Puebla del Río. En su saludo capotero intentó dibujar como él sabe la verónica a pesar del aire. Fue una faena intermitente con momentos de altura. Oreja. Su segundo toro fue más complicado. Muy parado y con cierto peligro aunque no quería comerse a nadie. Morante no lo quiso ver.

El torero novedad era Pablo Aguado. Lució mucho en el tercero de la tarde. Con esos brochazos de sevillanía y gracia que solo en la tierra de María Santísima se sabe hacer. Pases de la firma, recortes y algún kikiriquí que jalearon al público. Con la muleta un tanto deshilvanado. Luciendo en algunos momentos pero sin llegar a conectar del todo. Lo mejor, esos retazos en el inicio y en el final de la faena. Durante toda la tarde destacó en algún momento con el capote. Destacando con una media verónica al hacer el quite a su primer toro tras interpretar la chicuelina alta. Momentazo.

Al final, el público abandonaba los tendidos. Todos contentos aunque sin llegar a rematar la tarde. Era la primera en El Puerto. Y la única este año. Así que no era como para ponerse muy ortodoxo. Buena tarde de toros y otro día habrá más; esperemos que no pase mucho tiempo. Ojalá.