Por Clemente San Esteban Fotografia Arjona

Interesante la corrida de El Puerto de San Lorenzo con dos toros buenos, segundo y cuarto, mejor este último, que no encontró espadas a su altura. El cartel lo componían Paco Ureña, Román Collado y José Garrido, que tuvieron mejores tardes. La nota negra: la cornada de Paco Ureña.

“Pitinesco”, nº95, de 600 kgs., y nacido en septiembre de 2012, solamente será recordado por ser el toro que inauguró la Feria del Toro 2018. Animal de imponentes hechuras por su volumen y dimensión, astifino hasta decir basta y de prominente cuello. Lo recibió Paco Ureña con templadas verónicas, abarcando la embestida con el vuelo por delante. El de El Puerto de San Lorenzo embistió con temple por ambos pitones, con escaso poder, mejor recorrido por el izquierdo y defendiéndose con las manos. A partir de ahí, todo fueron embestidas defensivas: echó la cara arriba en ambos encuentros con el piquero y buscó siempre la salida. Sin una gota de casta. Hubo una única tanda por el pitón izquierdo mediamente destacable, si hubiera habido más temple por parte del matador tal vez podría haber cogido más vuelo la faena. Finalizó por un toreo muy populista: cargado de martinetes y un circular. Momento en el sonó la música… Estocada algo atravesada, echando el brazo por delante y tapando la cara, con salto. El toro respondió con arreones, cuando sintió el hierro.

“Gironero” hizo segundo, otro toro de terrorífica presentación, como debe ser en esta plaza. Lo recibió Román Collado, en cuyo capote el toro embistió con humillación, que fue ganando durante el transcurso de la lidia, ritmo y recurrido. En los primeros compases, debe apuntarse en su haber la ausencia de poder. Por ello, recibió un leve castigo por parte de Pedro Geniz, que cogió en ambas ocasiones bajo al toro, que embistió humillado y con fijeza. Bello tercio de quites entre el matador de “Gironero” y José Garrido, que quitó por barrocas chicuelinas y una soberbia media. Respondió el valenciano con ajustadas saltilleras ante el buen galope del toro. Buen tercio de Raúl Martí, en el que el “atanasio” embistió con temple, humillación, buen galope y prontitud, pero enseñando su blanquecina lengua por la arena. Esa buena condición la sostuvo el toro durante la faena de muleta, en la que Román no estuvo, ni por asomo, a la altura. Muletazos destemplados y vaciando la embestida siempre fuera, citando con la muleta atravesada y fuera de cacho. Muchos mantazos concadenados sin mando y sin reventar al toro, que acabó apagándose y buscando la salida. Faena excesivamente larga. Mató de estocada trasera y desprendida, como consecuencia de alargar el brazo, tapando la cara.

El tercero de menor cara atendía al nombre de “Tanguistero” y salió sin embestir con codicia, abanto y dándose la vuelta al revés. José Garrido lo intentó a la verónica sin mucha historia. Acudió al relance a la jurisdicción de Óscar Bernal que lo cogió trasero y caído, donde el toro embistió con algo de fijeza, sin recibir castigo alguno. El segundo puyazo fue de mejor colocación, sin que el toro embistiera y buscando la salida. Lidia desordenada, con muchos capotazos y pasadas en falsos de las cuadrillas. El burel esperaba y se movía de manera abanta, perdiendo las manos en algunas ocasiones. Hasta el momento el tercero fue el de peor condición, un buey de carretas. Garrido inició la faena por abajo, con la intención de que el toro descolgara, siempre a la huida y con la cabeza por las nubes. Una vez comenzó con el toreo fundamental, las opciones fueron nulas. Puso el extremeño voluntad y buena disposición, colocándose por ambos pitones y queriendo dar los frentes, el buey andaba por aquí y por allá, buscando los chiqueros. Estocada muy baja, casi entera, con el brazo por delante y tapando la cara con la muleta, que perdió. Se dolió mucho y pegó varios arreones. Aún así no fue suficiente y hubo que recurrirse al verduguillo, aunque acabó echándose por sí mismo.

 

Buenos y recientes recuerdos trajo el nombre del toro de la merienda: “Cuba”. Lo recibió con quietud y buen juego de brazos Paco Ureña, con templadas verónicas. El astado tomó el capote por los vuelos y repetición, seguramente hubiera necesitado más sitio. Cumplió por su humillación y empuje en el caballo montado por Pedro Iturralde, que recetó un puyazo caído, en el primer encuentro, y uno trasero, en el segundo, aunque corrigió. Eficaz tercio de banderillas. Comenzó Ureña de rodillas, en la que el toro embistió con humillación, ritmo y profundidad. Sin embargo, se iba constatando, a medida que transcurría la faena, que Paco Ureña y “Cuba” son conceptos incompatibles. Toro proverbial, con profundidad, hondura, humillación, ritmo y repetición. Mejor por el pitón derecho el matador, con muletazos largos, mandones y profundos, muy ajustados y con ese estilo cargado de pureza y verdad que tanto le caracteriza. Otra fue la sensación con la zocata, donde el toro mostró una mejor condición, si cabe. Ureña anduvo destemplado y más pendiente de torear de cara a la galería y ponerse bonito que de torear de verdad. Un toro para consagrarse y reivindicarse, pero no fue así. Ya van varias oportunidades perdidas por parte del de Lorca. Se tiró de manera suicida a la hora de matar, como tanto se esta haciendo este año, y resulto prendido con una fue cornada en la pierna derecha, de la que emanaba abundante sangre. Que sea leve y pronta la recuperación. Cerrada ovación al toro.

El único que varió el pelo negro fue el quinto, de nombre “Buscapán”, de embestidas muy humilladas, aunque muy parado y de escaso recorrido, ante lo que, acertadamente, Román toreó sobre las piernas. Regateó antes de acudir al primer puyazo, yendo a parar la puya a la paletilla, buen comportamiento del toro bajo el peto. Viajó baja otra vez la vara de Chocolate, esta vez sin justificación alguna. Intentó veroniquear José Garrido en el quite, que resultaron deslucidas por su condición tarda. Eficaz tercio de banderillas, en que el toro tardeó mucho, por lo que la colación de coleta y muleta se presumía fundamental. Finalmente, la poca casta del animal prevaleció, que siempre le costó acudir al primer cite. Lo ideal hubiera sido impedir que parase. Cada vez fueron más defensivas y desentendidas las embestidas del toro. Román muy destemplado y con mejor postura que en su primera faena. Estocada contraria con ventajista ejecución y uso del descabello.

 

“Faraón”, toro de cornamenta muy abierta, cerró la tarde, y salió alcahueteando que había por encima de las tablas. Muy abanto en el recibo a la verónica, con las rodillas en el suelo de José Garrido. Ya de pie, las embestidas fueron bastante defensivas, echando las manos por delante, desluciendo los lances a la verónica del pacense. Puyazo caído de Aitor Sánchez, dejándose pegar el toro con la cara a su altura. Pésimo segundo puyazo, en el que la vara cayó trasera y contrario, perdiendo el piquero el apoyo para apuñalarlo en distintos puntos del lomo. En el capote de Chacón el animal galopó con bondad, recorrido y humillación, sobre todo por el izquierdo. Arriesgado el par de José María Amores, sin que nadie hiciera el quite. Muy cerrado el toro. Sin raza resultó finalmente. El inicio frustrado de Garrido consistía en recibir al toro por estatuarios en el centro del ruedo, a muy larga distancia. Tuvo que corregir y torear de hinojos, donde el toro embistió bien. La inexistente raza del animal llevó a que se rajara el animal y Garrido recurrió al arrimón. Se tiró a la desesperada contra la cabeza del toro, para dejar una estocada baja. Menuda moda asquerosa.

 

Programa de mano.