Las calles de los barrios de la periferia de Madrid tenían plazoletas donde los niños jugaban a las canicas, peonzas, carreras de chapas, las niñas jugaban a la comba, a las muñecas, hacían comiditas imaginarias con la arena de esos lugares y con el agua de las fuentes cercanas, había más fuentes que ahora, actualmente el agua casi siempre la tienes que comprar en la tienda del supermercado o en la tienda del chino, por cierto aquellas tiendas de comestibles tan entrañables de barrio ya casi no existen, los grandes comercios  acabaron con ellas.

Esas plazoletas y pequeños descampados de barrio de Ciudad donde como he escrito unas líneas más atrás eran disfrute de niños, apenas ya quedan, las numerosísimas edificaciones de pisos, locales, carreteras, comercios y grandes almacenes acabaron ya con aquellos espacios de expansión y recreo.

Allí en aquellos sitios, ya casi inexistentes de aquellos barrios, los niños nos reuníamos con los amigos, nos comíamos el bocadillo que con tanto cariño nos prepara nuestra madre en aquellas tardes a la salida del colegio.

En mi barrio y concretamente en la calle donde yo vivía había varios bares que tenían mucha solera, alguno de ellos con fotos de toreros, futbolistas, etc.

Allí se reunían sobre todo después de la jornada de trabajo, amigos y vecinos donde se tomaban algunas cervezas, vino o algún licor y hablaban de todo un poco, toros, fútbol, los menos también hablaban de política, existía por lo general un respeto por todo, circunstancia que hoy en día en ocasiones echo de menos.

En aquellos años se podía hablar de casi todo sin temor a ser criticado ni mal mirado.

Vivíamos con una libertad que ahora en plena democracia y progresismo a mi juicio no tenemos.

Las personas podían charlar con respeto de cualquier tema, acudir a su espectáculo favorito sin ningún tipo de complejo, nadie se metía en la vida de nadie, al menos públicamente,

No estaba mal visto ir a deportes como el boxeo, competiciones de Judo, carreras de galgos, de caballos, ir a espectáculos de toros.  Yo que viví los últimos años de la dictadura franquista y los primeros años de la transición siento que fuimos mucho más libres entonces que ahora a pesar de que los nuevos políticos se  empeñen en decir que esto es progresismo.

En la actualidad existen más prohibiciones que nunca y eso que según los que gobiernan vivimos en democracia y libertad.

En estos tiempos que vivimos lidiar a un toro que es un animal criado para espectáculos taurinos algunos se empeñan en decir que es tortura, sin embargo no lo consideran tortura castrar animales, comprar ratones para que se los coman reptiles enjaulados, no consideran ser inhumanos el llevar a que cuiden de sus mayores a las residencias.

En otros tiempos la mayoría de las personas mayores vivían con su familia hasta el final de sus días, hoy como si de un estorbo se tratase muchos los llevan a residencias y apenas tienen tiempo o hacen como que no lo tienen para ir a visitarlos.

Vivimos en una época donde muchos jóvenes no tienen ambición por ser algo en la vida, se mal acostumbran a vivir en casa de los padres a costa del trabajo de estos y de la pensión de sus abuelos, no quiero generalizar, pero hay muchos casos de esos.

Y… ¿De quién es la culpa?, ¿por qué en estos tiempos está mal visto que un chaval quiera ser torero y quizá para muchos acepten con agrado ver gente en programas de televisión que por el mero hecho de hablar mal de la vida de otros, o por hacer edredoning ante miles de televidentes ganen un dineral fácil por entregar sus cuerpos entre concursantes que apenas han tenido tiempo casi ni de conocerse?

Me gustaba más la España de los últimos  años 70 y las décadas de los 80 y 90, donde había creatividad, imaginación y más respeto en general.

Los niños no tenían ordenadores ni teléfonos móviles pero eran felices en la calle jugando y no se sentían presos de dichos aparatos.

Los mayores iban con total libertad a donde deseaban.

A los profesores se les hablaba de Don y de usted, a las personas mayores también se las trataba de usted, a los Doctores lo mismo, en los autobuses y metro se cedía el asiento a mujeres embarazadas o a los ancianos.

En aquellos años había al igual que ahora mucha diversidad de oficios entre los que se encontraba el ser torero, lo ejercías con total libertad y con total orgullo, nadie te faltaba el respeto ni te llamaba asesino, más bien todo lo contrario te sentías admirado.

Eran otros tiempos, otra España que por cierto me gustaba mucho más.

Éramos más libres aunque ahora se empeñen en decir que caminamos hacia el progresismo y que vivimos en democracia.

 Julián Maestro, torero