Cuando acabé oficialmente la temporada taurina 2016, personalmente para mí fue parecida a la de años atrás, cortita en festejos pero con satisfacciones que me dieron el ánimo suficiente para rematar los dos años que me quedaban por estar en la profesión. Haciendo un repaso de aquella temporada se me viene a la memoria e imagino que a la de muchos  la tragedia de Teruel de ese año donde un torero joven, Víctor Barrio perdió su vida en las astas de un toro de la ganadería de Los Maños. No se nos olvida tampoco la desgracia del banderillero José Manuel Soto que perdió su pierna por un percance que le produjo un novillo en un festejo de un pueblo de Jaén.

Antes de estas tragedias de nuestro país se produjeron otras dos en otros países taurinos, desde México llegaba la noticia de que el maestro Rodolfo Rodríguez “El Pana” quedaba tetrapléjico a consecuencia de una fortísima voltereta y pocos días después a consecuencia de la gravedad del mismo accidente y graves lesiones perdía su vida. En Perú, el novillero Renato a consecuencia de la cornada recibida por un novillo fallecía en el traslado a un hospital, en aquellos caminos de carretera se desangró.

En pleno siglo XXI, todavía quedan poblaciones donde las plazas de toros no están dotadas de los suficientes medios para intervenir allí mismo, a las pruebas me remito, Renato (D.E.P.) y Soto.

Todos ellos entregaron su vida o perdieron algún miembro importante de su cuerpo como es el caso de Soto, por algo que amaban, engrandecieron la tauromaquia y la misión que tenemos los que seguimos en ella es tratar de dignificarla. En las temporadas personales de cada uno siempre ocurren anécdotas y vivencias de todo tipo. Cada día de festejo es una aventura distinta, diferentes públicos, distintas plazas, distintos compañeros, diferentes ganaderías, etc. Cada temporada tiene su encanto y su misterio, eso es lo bonito y también lo duro del toreo, porque casi nada es seguro, es toda una incertidumbre, empezando por el toro que cada uno es distinto en su comportamiento, puede ser parecido pero nunca igual.

Tiempo atrás cuando estaba en la habitación antes de vestirme de torero, me agobiaba un constante pensamiento que se me venía a la cabeza, “Y si el Toro no me obedece a los engaños”, menos mal que ya lo he logrado superar. Entre las cosas bonitas personales que me pasaron ese año fue el volver a torear en Madrid, donde el miedo y la responsabilidad son mayores pero también lo son las satisfacciones.

Satisfacción de ver cortar una oreja a mi sobrino Miguel en su primera tarde cosa nada fácil en Madrid y más cuando era su primera actuación de esta temporada y enfadado profesionalmente también con él por la actuación suya en la repetición porque, en honor a la verdad el lote fue difícil sobre todo el segundo que además tenia cuajo de toro, pero en esta plaza estamos todos obligados tratar de superar las dificultades y superar las adversidades siempre, porque si no salen las cosas como deben de salir nos obliga el sistema taurino a pagar después las consecuencias.

Hacer viaje para torear en Valencia de Alcántara (Cáceres), donde actué en 1979 con mis compañeros de escuela y donde tengo a uno de mis mejores amigos (Pablo Nevado) con el que pude estar y pasar un rato agradable después del festejo es otro de los buenos regalos que me trajo esa temporada además de haber lidiado a gusto el novillo que me tocó. Ese día fue también distinto porque no es habitual que un novillero sin caballos lidie en solitario 6 novillos, toreé con el novillero local Juan C. Berrocal al que le vi un corte de torero muy bueno y al que me atreví a decirle después del festejo que ese corte tiene que acompañarlo con ambición, esa que algunas veces a mí en algún momento me faltó.

Otro momento bonito fue el que viví en Robledo de Chavela, un pueblo de Madrid, donde un novillo de la ganadería de El Torreón propiedad del maestro Cesar Rincón fue indultado por su nobleza, bravura y gran calidad y al que el novillero Carlos Carmona que lo toreó con gran gusto. Otro día para recordar fue la novillada que toreé en Hoyo de Pinares (Ávila), el día 29 de septiembre, día especial donde se dedicó un minuto de silencio en memoria de dos toreros Víctor Barrio y Serafín Uría “Barbero”, banderillero herido mortalmente en ese mismo pueblo cien años antes y que casualmente ante la falta de recursos económicos de la familia para el traslado del féretro está enterrado en esa localidad. (Cuentan que todos los años el día de los santos, las mozas del pueblo depositan un ramo de flores en su tumba)

Por cierto este día se lidiaron novillos de la ganadería de Los Maños que en señal de respeto lucieron divisa negra. No me puedo olvidar de mi última tarde de este año Ayllón (Segovia), iba preocupado porque se lidiaba una novillada de “Saltillo” y este mismo año en Madrid se lidió un encierro de esa ganadería que fue casi imposible hasta el estar delante, mi sorpresa fue que salió todo lo contrario al festejo de Madrid, tres novillos buenos a uno de ellos le pidieron el indulto y tan solo uno complicado.

Ya llegó el invierno y ya mismo la temporada presente, las figuras del toreo disfrutaran del esfuerzo de su temporada, los matadores y novilleros que luchan por llegar a lo más alto, planifican sus sueños, se llenan de ilusión, soñaran con grandes tardes, con la gloria del toreo, ahora estamos inmersos en esas tertulias organizadas por peñas de aficionados, esos tentaderos donde al termino del mismo se producen esas sabrosas charlas al amparo de una buena lumbre. Por ultimo solo me queda dar las gracias a los que se acordaron y confiaron en mí para ser parte de su cuadrilla, ellos tienen un mérito añadido, no es fácil en estos tiempos modernos confiar en un viejo banderillero.

Julián Maestro, torero

En las imágenes vemos al matador de toros Miguel Maestro en un reciente festival en el que resultó triunfador, al igual que en las varias ferias que ha actuado en Perú, país del que se trajo muy buenos recuerdos y, por encima de todo, algún que otro contrato más para este mes próximo.