Intento borrar de mi vida cosas que viví y no me hubiera gustado vivirlas, dicen los sabios que todas las vivencias buenas y malas encierran una lección, pero es que hay lecciones que no me hubiera gustado aprender, ni vivirlas, quiero creer que fue el destino de la vida el que me llevó a ellas para distinguir los supuestos infiernos y cielos.
Quizás me precipité en escribir que hay lecciones que es mejor no aprenderlas ni vivirlas porque posiblemente las vivencias más amargas a largo plazo descubres que son las que más te endurecen y forjan ese espíritu débil que en ocasiones tenemos ciertas personas.
He descubierto que el mejor confesor que tengo es el blog, a él puedo recurrir a cualquier hora, en cualquier momento, cualquier día, cualquier año, le puedo contar todo, nunca me va a criticar ni me va a alabar, a él puedo recurrir para desahogar sentimientos a veces repetitivos que me invaden, escribir en él hace en ocasiones que me sienta estúpido y ridículo, otras veces me hace sentir valioso, otras veces siento que estoy desnudando mucho mis sentimientos y que como me dijo una vez un amigo por ahí pueden entrar tus enemigos, en ocasiones pienso que me he vuelto loco, a veces siento que no soy yo el que mueve las teclas de mi escritura parece como si el impulso de una fuerza superior las pulsara, para mí consuelo me acuerdo de aquel dicho que dice que «de poetas y locos todos tenemos un poco».
Quiero parar de escribir lo que pueden parecer tonterías y mi mano y mi corazón no me dejan, ellos solos siguen adelante.
He empezado a escribir de un sentimiento y estoy escribiendo lo que me sale sin saber si lo que me sale es lo correcto o lo incorrecto , pero ahora no debo de pensar en lo correcto o lo incorrecto, ya leí en diez poemas y un secreto para ser feliz que nunca está mal escrito las letras que te dicta el corazón, que bien me acaba de venir esa frase me motiva para pensar que posiblemente este ahora en el camino correcto de este relato improvisado, a veces me parece surrealista lo que escribo, en el fondo sé que es muy real porque mis palabras van fluyendo casi solas sin pensar.
A veces me asaltan dudas y algún miedo sobre el qué dirán, pero que importa el qué dirán si escribir me forja un carácter que me gusta, si escribir es contar lo que me sale, lo que a unos aburre y a otros gusta, si es contar lo que viví, lo que sigo viviendo, animo a que cada uno escriba aunque sea para sí mismo, se me acaba de posar mi agaporni en la mano como queriendo indicarme que ya vale por hoy.
Hasta aquí llegó este relato, quizá aburrido, quizá raro, quizá distinto, pero es lo que sentí hoy.
Julián Maestro, torero.
(Hoy, no es ayer.)