La ilusión por ser toreros era lo único que nos hacía levantarnos cada día para ir a entrenar y pensar que, la gloria y el triunfo nos esperaban en el futuro del caprichoso destino, pero en esta bendita profesión como ya es sabido, miles lo intentan y solo un puñado lo consiguen.

Los de mi generación fuimos unos incansables luchadores, casi todos hemos estado en el toreo un mínimo de tres décadas e incluso algunos como es mi caso, cuatro.

Aquellos años setenta, ochenta y noventa  son los que personalmente más disfruté de la profesión y cuando llegaron los 2000 todo esto estaba cambiando o sin darme cuenta ya había cambiado.

El respeto y la admiración que nos inculcaron ya no era el mismo aunque sé que nunca se perderá del todo.

Habían cambiado muchas cosas.

Había cambiado hasta el vocabulario taurino, ahora se dicen frases como «El toro está agarrado al piso» frase poco taurina porque parece que están hablando de la profesión de albañilería con todos mis respetos para ella, ¿acaso no era mucho más taurina la frase de «El toro se paró» o la de «es tardo en la embestida»?. Patadas al diccionario taurino como esa se podrían mencionar unas cuantas, «El toro tiene ritmo» en vez de decir «El toro tiene clase en las embestidas o tiene bravura y recorrido», frases tan horribles como «ataca al toro» como si estuviéramos en guerra, en vez de decir «acorta distancias o ponle alma».

En fin, una nueva tauromaquia donde ves incluso a matadores de toros con la montera mal calada por debajo de las cejas casi en los párpados en vez de llevarla bien puesta al ras de las cejas o la fea costumbre de beber agua o enjuagarse la boca los toreros antes de entrar a matar al animal, cuando lo suyo fue siempre al término de la lidia o en el tercio de banderillas mientras la cuadrilla lidian al toro.

Y ¿qué me dicen de esos banderilleros que confunden la naturalidad de ir andando a un toro con andares autómatas robotizados?, Se podían fijar en la forma de andar a los toros viendo videos o fotos de Montoliu o Tito de San Bernardo, solo por mencionar a dos de los de antes, pero es que ahora los hay muy buenos como el maestro Carretero que no vende nada y lo hace todo con suma naturalidad y oficio, como lo pueda hacer el gran Fernando Sánchez. También pueden tirar de hemeroteca y ver cosas de Corbelle, El Pali, Juan Cubero etc.

Yo fui uno más, no me destaqué en nada pero si intenté fijarme en ese tipo de toreros y traté de ser buen profesional. Esos toreros de plata que menciono y otros muchos más, jamás les vi salir de un par de banderillas provocando palmas, fueron muy buenos toreros con el capote y muy eficaces en banderillas. ¿Por qué no se fijan y toman nota algunos de las nuevas generaciones de ellos?

Me gusta como aficionado que haya también maestros veteranos como Morante u otros más modernos como Aguado, Juan Ortega, y algunos más que si mantienen la torería y los rituales del clasicismo del toreo para que las nuevas generaciones beban de la fuente de las formas tradicionales, eso que siempre tuvo sabor añejo.

Julián Maestro, torero