Cuántas ilusiones, cuántos sueños, cuántos esfuerzos, cuántos años de dedicación a la profesión más bonita y más difícil del mundo.

Y escribo esto porque ayer me enviaron unas fotos de la actuación en Valdemorillo (Madrid) en el invierno de 1980 del que fuera novillero de buen corte, posterior banderillero y en la actualidad torero retirado y excelente aficionado, Pablo Nevado, en las fotos que recibí se aprecia sentimiento y clase en su forma de concebir el toreo.

Este relato como indica el título va de la cantidad de toreros con posibilidades que se quedan en el camino.

Ya lo dice el refrán muchos son los llamados y pocos los elegidos.

En cualquier profesión te puedes sacar un título y con un poco de suerte ejercer para lo que te has preparado, en el toreo no, tu puedes dedicarle todas las horas del mundo al entrenamiento, días y días de esfuerzo y mentalización que como ser figura del toreo no esté para ti, no lo serás por mucho que quieras.

Si ser torero solo dependiera de afición y sacrificio, muchos lo hubieran conseguido.

Ya lo dijo el maestro Santiago Martín «El Viti» en su frase célebre, «Llegar a ser figura del toreo es casi un milagro, pero al que llega podrá el toro quitarle la vida, pero la gloria, jamás».

En cualquier profesión los esfuerzos tienen recompensa, en la profesión de torero a veces no, hablo de la recompensa que todos buscamos cuando estamos luchando, la de ser figura del toreo, porque a cambio casi todos los que quieren de verdad tienen algún tipo de compensación, las vivencias y mundología que da el mundo del toro, la psicología que se aprende, amigos unidos por un mismo ideal, viajes, amistades, etc.

Ser torero es la profesión que encarna la vida misma, vida y muerte, ilusión y decepción, triunfo y fracaso, amistad y enemistad, sueños alcanzados y sueños inalcanzables y así podría seguir una lista interminable.

Echo la vista atrás y recuerdo la cantidad de compañeros que quisimos ser figuras del toreo y los poquitos que lo alcanzaron, pero estoy seguro que todos los que lo intentamos de verdad nos mereció la pena, en el camino nos hemos enriquecido de muchas cosas que otros pagarían por haberlas aprendido y vivido.

Durante ese recorrido hubo luces y sombras, muchos nos quedamos en el trayecto, pero a pesar de todo personalmente creo que todos salimos fortalecidos para enfrentarnos a la dureza que tiene la vida.

Muchos toreros se quedan en el camino por distintas circunstancias, la suerte, las cornadas a destiempo, la mala administración de la carrera, en alguna ocasión la falta de afición o ambición profesional.

Un día me dijo un buen aficionado que para ser torero lo primero que tenía que tener un torero es valor, creo que lo del valor es relativo, el valor te lo da y te lo quita muchas cosas, es verdad que unos toreros tienen más valor que otros, valor natural que lo llaman.

Pero el valor muchas veces lo da la seguridad de torear de seguido, el estar preparado, el tener una buena racha de animales que te embistan para tu realizar el toreo que sientes, el ganar dinero seguro que también da valor, al menos eso pienso.

Y… ¿que quita el valor?, pues como ya he escrito, las cornadas a destiempo, la falta de estímulo económico sobre todo cuando se lleva algún tiempo en la profesión porque cuando se empieza a querer ser torero creo que lo único que te importa es torear.

En el camino se han quedado muy buenos toreros por distintas circunstancias, así a bote pronto me acuerdo de Aguilar Granada, Sánchez Marcos, Antonio Lozano, Macandro, y muchos más que nos deslumbraron en su etapa de novilleros con caballos y luego de matadores de toros no se cumplieron por sus distintas circunstancias las expectativas creadas.

También pienso que a veces dar con la persona idónea que te sepa entender no sólo como torero sino también como persona es fundamental, aquellos apoderados de entonces ya casi inexistentes se tomaban inteligentemente y muchos también humanamente las carreras de sus toreros como si fuesen la de sus propios hijos, sabían cuando había que exigir y cuando ser más permisivo, tenían un trato muy cercano con sus toreros a diferencia de hoy que en muchos casos sólo ven a sus poderdantes cuando van a torear a la plaza, en ocasiones no les acompañan ni cuándo van al campo a tentar.

Un torero es un ser humano que también siente y es persona, que tiene problemas como cualquier otro, no es una fábrica ni mucho menos de hacer billetes, aunque para algunos sea eso último lo que más les interese.

Cuántos toreros se quedaron en el camino y que por el destino caprichoso solo fueron estrellas fugaces.

Casualmente hoy día 13 de noviembre, hace 44 años que me vestí de luces por primera vez, fui uno de tantos que se perdió en el camino, pero supe dentro de mí misma profesión buscar otro.

Quizá también fui una de esas estrellas fugaces perdida en el camino del caprichoso destino.

Julián Maestro, torero