Siempre se dijo y estaba demostrado que el mundo del toro éramos una familia y yo me atrevo a decir y ahora a escribir que ya creo que no.

Antes nos considerábamos una familia porque ante cualquier acontecimiento adverso o cualquier motivo que aconteciese a cualquier miembro del mundo del toro por humilde que fuera era todo el mundo una piña.

Ahora dependiendo de quién sea el personaje o la persona que se encuentra en una necesidad de apoyo moral o de otro tipo, dependiendo del alcance de la notoriedad, dependiendo del protagonismo que algunos puedan adquirir actúan las personas en su mayoría de una forma u otra.

Me explico por si no se me entiende a dónde quiero llegar poniendo varios ejemplos de cómo se actúa dependiendo de la conveniencia de algunos.

Antes de continuar quiero decir que este relato no va contra nadie en particular pero si para intentar remover conciencias  y corazones nobles además de cerebros que parece que están aletargados.

Cuando murió el Maestro Ángel Teruel el año pasado a su velatorio y entierro fueron cuatro, ¿ acaso no merecía la memoria del maestro, su gran trayectoria de figura del toreo y su propia familia el calor humano de al menos los toreros?, ¿Cuando murió también el maestro Andrés Vázquez no merecía algo más que la presencia de cuatro o seis toreros contados y la presencia de algún ganadero?, menos mal que al menos al maestro Andrés que en paz descanse lo  acompañó y despidió prácticamente todo su pueblo de Villalpando.

El maestro «Antoñete» fue también todo un referente para los toreros y lamentablemente en su tumba del cementerio de la Almudena creció la triste flor del olvido, alguna vez he ido por allí y aquello es prácticamente una lápida solitaria con alguna flor antigua.

Cuando murió el maestro «Antoñete» no fue así, la sala donde le velaron estaba llena de coronas de flores y ramos, ya podían haber sido más repartidas y que se las hubieran llevado paulatinamente al cementerio para seguir recordándole.

Claro pero en el cementerio no hay abrazos falsos, ni periódicos en los que salir, ni fotos en las que aparecer.

Respeto a quien no le guste ir a los cementerios, pero ¿al velatorio si voy porque me ven y al cementerio no porque estoy solo?, no lo termino de entender.

Hace pocos días falleció el torero Vicente Montes, lo despidieron todos sus vecinos pero apenas asistieron la comunidad de toreros, otra prueba más de que ya no somos una familia, antes si lo eran o éramos, allí se acercaron varios toreros y amigos que apreciaban a Vicente, nunca se me olvidará la imagen de Faustino Barragán «Gitanillo Rubio», apoyado sobre el cristal de la sala donde estaba de cuerpo presente su amigo, que manera de mirar y sentir la última despedida del amigo, ojos llorosos y voz entre cortada la de «Tino, Gitanillo Rubio», esa gente de esa época sí que eran una familia.

Hace dos días falleció el maestro y gran torero de plata Alfredo Fauró y ocurrió más de lo mismo cuatro compañeros y pare usted de contar, eché de menos una corona de flores de la Unión nacional de picadores y banderilleros.

¿Dónde quedó nuestro compañerismo y unión, donde se quedaron esos valores que siempre distinguió a la familia taurina?

¿Qué está pasando, es un contagio de la nueva sociedad?
¿Dependiendo de a quien le ocurra una desgracia vamos en masa o no, dependiendo de la repercusión en los medios me dejo de ver o me quedo tapado?

Cada vez me gusta menos la filosofía actual de muchos compañeros.

Ojalá que al menos cuando ocurra una desgracia a algún compañero sobre todo si es de condición económica humilde al menos se sigan haciendo aquellos festivales solidarios para prestar ayuda moral y económica al compañero caído en acto de servicio.

A los muertos no los podemos devolver la vida pero a los que caen heridos con secuelas para no poder seguir ejerciendo la profesión sí.

Por favor memoria y sobre todo los que seguís en activo, «Volver a ser una familia taurina» e intentar no perder los valores humanos y toreros que las pasadas generaciones siempre nos inculcaron.

Muchos me criticarán diciendo que soy un desfasado y que vivo en otro tiempo, me da igual, si por pensar y escribir lo que siento me llaman «desfasado», admitiré que para ellos lo sea y también admitiré que vivo o viví en otro tiempo, pero os confieso y les confieso que «aquel tiempo» me gustaba más.

Julián Maestro, torero