Uno de los primeros partes médicos que se conserva es el parte de lesiones sufridas por diversos lidiadores en el transcurso de la corrida celebrada en Madrid el día 19 de mayo de 1763.

Como es notorio y demostrable, las enfermerías de las plazas de segunda, y sobre todo las de tercera y portátiles, no se dotaron de los medios instrumentales y profesionales necesarias hasta hace dos décadas que se legisló.

Así pues, como dato curioso, podemos decir que Luis Miguel “Dominguín” tenía cirujano propio, el doctor Tamames. Más curioso aún fue el contrato del que la presa se hizo eco en el año 1959 que firmó el matador Miguel Mateo “Miguelín” que decía así: “Miguelín acaba de firmar un contrato con un famoso médico cirujano, que le acompañará en todas sus actuaciones en la próxima temporada, garantizando dicho doctor que por muy grave que sea el percance que pueda sufrir el matador, no morirá en la plaza”.

Allá por el año 48, en la plaza de toros de Vista Alegre (Carabanchel, Madrid), “Gitanillo de Huelva”, después de un revolcón sin consecuencia que le dio un novillo de Frías, el presidente, con buen critero, mandó que pasara a la enfermería. El parte médico fue el siguiente: “No puede continuar la lidia por intoxicación etílica”.

El picador Juan Fuentes “Menor”, en la suerte de varas, salió volteado. Le sacaron de entre barreras y su amigo Gaztambide le creyó herido gravemente así es que se apresuró a bajar al picador que permanecía tumbado, ensangrentado y casi sin sentido, Gaztambide le palpó y le sacudió y le preguntó a Fuentes:

 

  • Pero, ¿dónde ha sido?

 A lo que el picador contestó:

 

  • Don Francisco…hombre… en generá, ha sido en generá.

 

 El diestro Matías Lara “Larita” fue volteado y herido por un toro. Fue trasladado a la enfermería y sus allegados, presentes en la plaza en barrera del uno, le dieron una propina a un monosabio para que se acercara a la enfermería y trajera noticias.

A la vuelta, el monosabio, consciente de haber hecho bien le recado, volvió con las noticias que le habían dado en la enfermería: es un ligero puntazo cerca del esófago.

Se dirigió hacia los allegados de “Larita”, que impacientes preguntaron

 

  • ¿Qué hay?

 

  •  ¡Total na!- contestó el monosabio- Una corná en el sarcófaco.

 

 Mariano Canet “Lluiso”, banderillero, fue la primera víctima que se registró en la plaza de toros de la carretera de Aragón, en Madrid, porque al poner un par a un Miura, cayó a tierra en dondo el toro le empitonó seccionándole la yugular.

Al día siguiente, un periódico señaló que el infortunado diestro había recibido una herida en la “articular del pescuezo”.

Manuel Amat “Pescadero Chico” recorría las plazas andaluzas y levantinas, su especialidad era banderillear con banderillas cortas unido al no desmerecimiento del resto de tercios de lidia, le dieron cierta popularidad , y quizá hubiera logrado destacar si una enfermedad no hubiera cortado su vida en plena juventud.

El muchacho, toreando en Cartagena (Murcia), fue alcanzado por un toro que le dio un puntazo en el cuello, destrozándole el hioides. El médico de guardia, un facultativo anciano, chapado a la antigua y con principios anatómicos algo flojos, con el parte entre las manos, se rascaba la cabeza porque la region hioidea, en que estaba localizada la herida no le cabía en su conocimiento.

Un periodista loca, acompañado del presidente de la corrida, se presentaron en el hospital para conocer el estado del diestro.

 

  • ¿Dónde tiene la herida?
  • No sé – replicó el galeno – Estos mediquillos de hoy se traen cada truco que no hay quien los entienda, pero me parece que eso cael por el “pico del anca”

 

Los partes facultativos de las enfermerías forman parte de la historia del toreo, y también de las anécdotas por las interpretaciones regocijantes que se han dado.

 

Por Beatriz Blazquez