Casta, pelea en varas, emoción, trapío, bravura, Francia. Una lista de palabras que sueltas tienen poco sentido pero juntas describen a la perfección muchas ganaderías de bravo. Aunque si a esa lista se le añade revelación el cerco se estrecha, en este caso os hablo de Pedraza de Yeltes.

La historia de esta casa ganadera es muy reciente sin embargo su finca, del mismo nombre que la ganadería, conoce muy bien las reses de encaste Aldeanueva. Y es que hace 60 años, en esos mismos pastos salmantinos, pastaban los animales de Doña María Antonia Fonseca, la creadora de varios encastes de la cabaña brava.

Toda la historia comenzó en 1931 cuando Luis Fonseca, hermano de Doña María Antonia, compró un lote de Carreros. Tras la muerte de Luis Fonseca, su hermana se hizo cargo de la ganadería y decidió eliminar las reses y empezar de nuevo con animales de origen Villagodio y en 1942, añadió un semental de Vistahermosa. Aunque tiempo más tarde su ahijado, quién tenía una idea algo diferente de las reses de Doña María, consiguió convencer a esta para variar la procedencia de la ganadería con el objetivo de obtener mejores animales.

En ese momento su ahijado compró a Juan Pedro Domecq y Díez, vacas y sementales de origen Conde de la Corte y Pedrajas. Hecho histórico que podría conocerse como «la conquista de Salamanca» ya que fue la primera ganadera en llevar reses de origen Domecq a tierras salmantinas.

A partir de esta sangre, doña María Antonia consiguió crear cuatro encastes, por un lado el de Juan Pedro Domecq y por otro el de María Antonia, de este último se crean los encastes de Aldeanueva y los Guateles.

La muerte de Doña María supuso el principio del fin, vendiéndose todo, empezando por los toros. La ganadería fue divida en dos partes, una de aquellas mitades fue comprada por Moisés Fraile, ganadero del Pilar.

Y casi por casualidad, los hermanos Uranga tuvieron la oportunidad de adquirir reses del Pilar, oportunidad que no dejaron escapar. Aquella compra se basaba en tres camadas de eralas de los años 2004, 2005 y 2006. Lotes con sus correspondientes sementales, uno de ellos respondía al nombre de «Medicero» N°155, el pilar que levantó la ganadería de Pedraza. Fue aprobado por el propio Mosises pero no llego a padrear en el Pilar.

Este semental trajo al mundo una multitud de descendientes y consigo miles de alegrías. Aunque sin duda uno de los más importantes fue «Mirabajo» un novillo lidiado en el 2010 en las ventas, año en el que la divisa blanca y verde tomaba antigüedad.

 

Muchos son los que se preguntan una y otra vez cuál es el secreto de esta ganadería y la respuesta siempre ha estado delante de todos. No hay más secreto que la selección y nunca me cansaré de repetirlo, el problema no es la sangre, el encaste o la casta, el problema está en la selección. En esta casa ganadera la tienta se lleva a cabo de rigurosa y estricta manera.

Atendiendo a la reata y trapío de los machos se valora la opción de probarlo para semental. En caso tentarlo se coloca al toro en el caballo mediante la rama. En este tercio los ganaderos valoran la prontitud del animal, la forma de arrancarse al caballo, de emplearse, la colocación de la cara, si posee fijeza, y una larga lista de detalles que marcan la diferencia.

Si el comportamiento es el deseado en el jaco entonces se procede a torearlo. En la muleta, la humillación es un carácter que los animales deben de tener para ganarse su sitio en la ganadería.

El objetivo de los ganaderos es conseguir criar un toro que imprima en las plazas su sello característico, que desde su salida por toriles que brinde emoción al público.

 

Pedraza de Yeltes es una ganadería con un corto recorrido en la historia, sin embargo cuenta con una larga lista de triunfos y de toros que no se olvidaran.

Una de las historias más bonitas fue la que protagonizó «Burreñito» N°12 y su mayoral, Curro Sánchez. La madre de «Burreñito» era primeriza y cuando Curro terminó de acrotar a nuestro protagonista esta lo rechazó. Esto es algo bastante común en las primíparas debido a que el olor de los humanos queda impregnado en el pelo del recién nacido y la falta de experiencia hace que rechacen al becerro. Así que Curro empezó a criarlo a biberón aunque durante los primeros días, el mayoral dudaba de si aquel becerrico saldría adelante. Por fortuna «Burreñito» sobrevivió y de aquel débil y noble becerro solo quedó el nombre.

De eral volvió campo y cuenta Curro, que daba mucha guerra, se arrancaba el primero a por el caballo y en los corrales tenía un temperamento muy nervioso. «Burreñito» cumplió cuatro años y se reseñó para Béziers donde demostró su casta. El público pidió su indulto pero el presidente lo denegó. Más tarde fue premiado como el mejor toro de la feria de Béziers 2019.

Cuenta Curro que se lamentaba de que saliese en primer lugar, ya que eso le costó la vida.

Ese mismo año destacó la escalofriante corrida que llevo a Vic-Fezensac que se llevo el trofeo Paul Clarac a la corrida más completa. Los protagonistas de aquella emocionante tarde fueron «Niñero» N°40, «Resistidor» N°1, «Dudanoches» N°29 y «Portador» N°25, «Sombrillo» N°17, «Miralto» N°8 y mi favorito el N°35, «Bello», nombre que se le quedaba muy corto. Una corrida donde los de Pedraza dieron un sobresaliente juego en el caballo, destacando el tercio de varas de «Portador», un toro encastado que se arrancó con alegría y empujó metiendo riñones, con el rabo en alto y la cabeza gacha.

Y así podría estar citando muchos toros célebres que han lidiado durante estos últimos años, pero sin duda alguna hubo una corrida que sobresalió por encima de todas.

Ocurrió en el 2014 y los afortunados de asistir a tal corridon repleta de casta fueron los aficionados de Dax. Acuérdense de estos nombres «Portadita» N°15, «Deslumbrero» N°25 , «Fantacioso» N°18, «Bellito» N°6, «Bello» N°16 y «Miralto» N°21, especial mención a estos dos últimos.

«Miralto» tomó cuatro puyazos, cada arrancada más alegre que la anterior, desplazando al caballo, empujando con los riñones y la cabeza gacha. Si muchos toros de las ganaderías más comerciales que hay a día de hoy tomasen, tan solo una vara de aquellas que tomo «Miralto», habrían quedado para el arrastre. En la muleta siguió arrancándose con una magnífica codicia encastada, un lujo poder verlo.

Siguen perdurando en el tiempo y emocionando los nombres de «Pomposito», «Bello», «Joyito», «Pórtico», «Dudanoche», «Miralto», «Burreñito», «Resistidor», entre otros muchos.

Por Ana Mateo